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LECTURAS

Lectura Ia

INMORTALIDAD DEL ALMA HUMANA

SANTO TOMÁS

SUMA TEOLÓGICA, I, Q. 75, A 6

“Es preciso afirmar que el alma humana, a la que llamamos principio intelectivo, es incorruptible. De dos maneras, en efecto, puede ser destruida una cosa, a saber: en sí misma y de modo accidental. Pero es imposible que un ser subsistente sea producido o destruido de modo accidental, esto es, a consecuencia de ser producida o destruida otra cosa; pues la producción y destrucción de las cosas es correspondiente a su modo de ser, que por la producción lo adquieren y por la destrucción lo pierden. De ahí que lo que por sí mismo tiene el ser no puede ser producido ni destruido sino en razón de su propia naturaleza (sino por sí); en cambio, de lo que no subsiste por sí mismo, como los accidentes y las formas materiales, se dice que es producido o destruido por efecto de la generación o corrupción del compuesto.- Ahora bien, hemos visto que las almas de los brutos no son subsistentes, sino solo el alma humana. Por consiguiente, las almas de los brutos se destruyen destruidos los cuerpos, mientras que el alma humana no podría ser destruida si no se destruyera por sí misma (por su propio ser) (no puede ser destruida a menos de serlo en sí misma).”

“Lo cual es absolutamente imposible, no solo tratándose de ella, sino de cualquier ser subsistente que sea solamente forma. Pues lo que por esencia compete a una cosa, es, evidentemente, inseparable de ella; y el ser le compete por esencia a la forma, que es acto. La materia adquiere el ser en acto por el hecho de adquirir la forma; y asimismo se destruye por el hecho de ser separada de ella. En cambio, es imposible que una forma se separe de sí misma. Por tanto, también lo es que la forma subsistente deje de existir.”

“ … Y como señal de esto puede servir el hecho de que todas las cosas deseen naturalmente ser del modo que son. Ahora bien, el deseo de los seres cognoscitivos proviene de un conocimiento, y los sentidos no conocen más que lo actualmente existente y presente al sentido, mientras que el entendimiento conoce la existencia en absoluto y abstrayendo del tiempo (según cualquier tiempo —según todo tiempo— en cualquier tiempo). Por eso, todo el que posee entendimiento desea, naturalmente, existir siempre. Mas no se puede tener inútilmente un deseo natural. Luego toda substancia intelectual es incorruptible.” (Suma Teológica, 1.q. 75, a 6, r.)

Soluciones: 1.- “…es verdad que el origen del hombre y de los otros animales es semejante en cuanto al cuerpo, puesto que todos los animales fueron igualmente hechos de la tierra; pero no lo es en cuanto al alma, pues el alma de los brutos proviene de una virtud corpórea (energía corpórea), y el alma humana proviene de Dios. Para significar esto dice el Génesis, refiriéndose a los otros animales: “Produzca la tierra el alma viviente’; en cambio, con respecto al hombre dice: “Le inspiró en el rostro aliento de vida”. De donde concluye el Eclesiastés: “Torne el polvo a la tierra que antes era, y retorne el espíritu a Dios, que lo dio”.- El proceso de la vida es asimismo parecido en cuanto al cuerpo, y a este propósito dice el Eclesiastés: “No hay más que un aliento para todos”; y la Sabiduría: “Humo y aliento hay en nuestras narices”. Pero no lo es en cuanto al alma, porque el hombre entiende y los animales no; y por eso, la expresión “no tiene el hombre ninguna ventaja sobre el jumento”, es falsa.”

“En consecuencia, la muerte es también parecida en cuanto al cuerpo, pero no en cuanto al alma.”

2.- “Así como, al decir que una cosa puede ser creada, no aludimos a una potencia pasiva, sino a la potencia activa del Creador, que puede producir algo de la nada, así también el que una cosa pueda volver a la nada no implica que la criatura tenga potencia para no ser, sino que el Creador la tiene para dejar de infundirle el ser. Pero, al decir de un ser que es corruptible, se entiende que tiene potencia para no ser.”

3.- “Entender mediante imágenes es operación propia del alma mientras está unida al cuerpo; pero, separada de él, tendrá otro modo de entender, parecido al de las demás substancias incorpóreas, como se explicará más adelante.”12

Lectura IIa

INMORTALIDAD DEL ALMA

SANTO TOMÁS DE AQUINO

SUMA CONTRA GENTILES, LIBRO 2, CAP. 55

Las substancias intelectuales son incorruptibles.

En el capítulo anterior ha dicho Santo Tomás que no es lo mismo estar compuesto de substancia y ser que de materia y forma; y en el anteprecedente, que en las substancias intelectuales creadas hay acto y potencia; y en el anterior, que en las substancias intelectuales creadas son distintos el ser y lo que es. En este capítulo 55, Santo Tomás da diversos argumentos para demostrar que las substancias intelectuales, es decir, las que son pura forma, son incorruptibles. Son substancias intelectuales las que por naturaleza no se unen a un cuerpo, como los ángeles, y también el alma humana, como se dice en el capítulo 79 del mismo Libro 2º. He aquí los argumentos:

1) No cabe se separen materia y forma

“Toda corrupción es por separación de la forma de la materia; corrupción simple, por separación de la forma substancial, y corrupción parcial, por separación de la forma accidental. Porque, mientras permanece la forma, permanece también la cosa, ya que por la forma hácese la substancia recipiente propio de aquello que es ser. Pero donde no hay composición de forma y materia no puede haber separación de ambas, como tampoco corrupción. Ya se demostró que ninguna substancia intelectual está compuesta de materia y forma. Luego ninguna substancia intelectual es corruptible.”

2) Lo que pertenece de suyo a un ente —como el ser a la forma— le es inseparable. Luego, la forma pura no puede perder el ser

“Lo que a algo le compete por sí mismo, necesariamente, y siempre, e inseparablemente le está unido (existe o se da en él): como la redondez ciertamente está unida al círculo (está en el círculo) por sí, y accidentalmente en cambio en la campana; por donde sin duda es posible que la campana se haga no redonda (deje de ser redonda); pero es imposible que el círculo no sea redondo. Mas el ser por sí sigue a la forma (se tiene en razón de la forma): y es que al decir por sí, entendemos según aquello mismo que es; pues cada cosa tiene ser en tanto que tiene forma (según tenga forma). Luego, las substancias que no son las mismas formas, pueden ser privadas de ser, según que pierdan la forma: así como la campana pierde la redondez al dejar de ser redonda. Sin embargo, las substancias que son las mismas formas nunca pueden ser privadas del ser, del mismo modo, si una substancia fuera círculo, jamás dejaría de ser redonda. Quedó ya demostrado que las substancias intelectuales son las mismas formas subsistentes. Luego, es imposible que dejen de ser; por tanto, son incorruptibles.”

3) En toda corrupción permanece la potencia: la substancia es potencia respecto del ser: perdido el ser debiera quedar, lo que sería absurdo

“En toda corrupción, excluido el acto, permanece la potencia, pues nada se corrompe hasta llegar al no ser absolutamente, como nada se engendra del no ser absolutamente. En las substancias intelectuales, como se dijo, el acto es el ser y la substancia es como la potencia. Luego, si la substancia intelectual se corrompe, permanecerá después de su corrupción. Esto es totalmente imposible. Luego toda substancia intelectual es incorruptible.”

4) En el alma no hay potencia para no ser

“En todo cuanto se corrompe debe haber potencia para no ser, porque si hay algo que carezca de potencia para no ser, en modo alguno será corruptible. En la substancia intelectual no hay potencia para no ser. Pues está claro, por lo ya dicho, que la substancia completa es el recipiente propio del ser. Ahora bien, el recipiente propio de un acto de tal manera se compara como potencia a dicho acto, que en modo alguno está en potencia para su contrario. Así, por ejemplo, el fuego de tal modo dice relación al calor, como la potencia al acto, que nunca estará en potencia con respecto al frío. Por donde se ve que ni en las mismas substancias corruptibles hay en la substancia completa potencia para no ser si no es por razón de la materia. Pero en las substancias intelectuales no hay materia, porque son substancias completas simples. Luego en ellas no hay potencia para no ser y son, en consecuencia, incorruptibles.”

5) La primera potencia o sujeto, en toda composición de potencia y acto es incorruptible: en el alma, su propia substancia completa

“En todo cuanto hay composición de potencia y acto, lo que ocupa el lugar de primera potencia, o de primer sujeto, es incorruptible; de ahí que incluso en las substancias corruptibles la materia prima sea incorruptible. Mas en las substancias intelectuales lo que ocupa el lugar de primera potencia y de primer sujeto es su propia substancia completa. Luego tal substancia es incorruptible. Porque en tanto una cosa es corruptible en cuanto su substancia se corrompe. Luego todas las naturalezas intelectuales son incorruptibles.”

6) El objeto y perfección del entendimiento, lo inteligible, es incorruptible: luego debe ser incorruptible el entendimiento

“Lo inteligible es la perfección propia del entendimiento: de ahí que entendimiento en acto e inteligible en acto sean una misma cosa. Luego lo que conviene al inteligible, en cuanto inteligible, debe convenir al entendimiento en cuanto tal, porque perfección y perfectible pertenecen al mismo género. El inteligible, en cuanto inteligible, es necesario e incorruptible; las cosas necesarias son perfectamente cognoscibles por el entendimiento, mientras que las contingentes, como contingentes, no lo son sino deficientemente, ya que de estas no tenemos ciencia, sino opinión. Luego el entendimiento posee la ciencia de las cosas corruptibles consideradas como incorruptibles, o sea, en cuanto son universales. Por tanto el entendimiento debe ser incorruptible.”

7) Es imposible que un deseo natural sea vano. Cualquier ser inteligente desea un ser perpetuo

“Es imposible que un deseo natural sea vano, pues la naturaleza nada hace en balde. Mas cualquier ser inteligente desea un ser perpetuo (Mas cualquier ser inteligente naturalmente desea ser perpetuo) no solo de manera que se perpetúe el ser según la especie, sino también según el individuo. Lo que se demuestra de esta manera. En ciertos seres el apetito natural procede de la aprehensión: así, el lobo desea naturalmente la matanza de aquellos animales de que se nutre, y el hombre desea naturalmente la felicidad. En otros, sin embargo, no procede de la aprehensión, sino de la simple inclinación de sus principios naturales, que en algunos se denomina apetito natural; de este modo, lo pesado tiende a estar abajo. De ambas maneras se encuentra en las cosas el deseo natural de ser. Y prueba de ello es que no solo las que carecen de conocimiento resisten a los elementos de corrupción en virtud de sus principios naturales, sino que también las que tienen conocimiento resisten a los mismos en conformidad con su manera de conocer. Las cosas privadas de conocimiento, cuyos principios tienen la virtud de conservar el ser a perpetuidad, de modo que permanezcan siempre las mismas en cuanto al número, desean un ser perpetuo, idéntico incluso numéricamente. Sin embargo, aquellas cuyos principios no poseen tal virtud, sino solo la de conservar el ser perpetuo según la misma especie, apetecen naturalmente de este modo la perpetuidad. Esta (semejante) diferencia debe encontrarse en aquellos que tienen el deseo de ser con conocimiento. Así, los que conocen el ser como instante presente, desean el ser como instante presente, y no como siempre, porque no aprehenden el ser sempiterno. Sin embargo, desean el ser perpetuo de la especie, aunque inconscientemente, porque la virtud de engendrar, que a ello se ordena, es antecedente y no sujeta al conocimiento. Por otra parte, los que conocen al ser perpetuo y como tal lo aprehenden, deséanlo con deseo natural. Lo que es peculiar de todas las substancias inteligentes. Luego todas las substancias inteligentes apetecen con deseo natural ser siempre y, por tanto, es imposible que dejen de ser.”

8) Dios solo podría quitar el ser a las substancias inteligentes; pero Él no arrebata a las cosas lo que es propio de su naturaleza

“Todos los seres que comienzan y dejan de ser, en virtud de una misma potencia lo realizan, pues idéntica es la potencia para ser y para no ser. Como las substancias inteligentes no pudieron comenzar a ser sino en virtud de la potencia del primer agente, porque carecen de materia, que las pudiera haber precedido, como se demostró; no habrá pues, respecto de ellas, otra potencia para no ser, como no sea la del primer agente, en cuanto que este puede no infundirles el ser. Mas, en atención a esta sola potencia nada puede decirse corruptible, bien porque las cosas se denominan necesarias o contingentes en virtud de su propia potencia y no en virtud de la potencia de Dios, como arriba se demostró, o bien porque Dios, que es el fundamento de la naturaleza, no arrebata a las cosas lo que es propio de sus naturalezas. Y pues ya está probado que es propio de las naturalezas intelectuales que sean perpetuas, ello no les será substraído. Las substancias intelectuales son pues, por todo capítulo, incorruptibles.”

12 La dificultad 3.a dice así: “No hay cosa alguna que no tenga su propia operación. Pero la operación del alma, que consiste en entender por medio de las imágenes, no puede existir sin el cuerpo, puesto que el alma no entiende cosa alguna sin recurrir a la imagen sensible, y esta, como dice el Filósofo, no se da sin el cuerpo. Luego, destruido el cuerpo, el alma no puede sobrevivir.” Esto es lo que refuta Santo Tomás en el texto transcrito.

Curso de Filosofía del Derecho. Tomo I

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