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4.9. LAS PREFERENCIAS DE LOS GRUPOS DE INTERÉS: INVERSORES Y USUARIOS DE SERVICIOS FINANCIEROS 4.9.1. Inversores

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Las preferencias de los inversores pueden tener asimismo una considerable influencia en la configuración de los sectores económicos, ya sea mediante la manifestación de tales preferencias vía adquisiciones directas en el mercado, o mediante instituciones de inversión colectiva.

La posición adoptada por la compañía de gestión de inversiones BlackRock, un coloso financiero que gestiona activos valorados en cerca de 7 billones de dólares, ha tenido un gran impacto en los mercados y, debido a su peso e influencia, marca una nueva era en las pautas de los grandes inversores. A comienzos del año 2020, profundizando en la línea iniciada años atrás99, difundió sendos escritos dirigidos a los CEOs de las compañías cotizadas (“A fundamental reshaping of finance”) y a sus clientes (“Sustainability as BlackRock’s new standard for investing”) en los que expresó la presencia de los criterios ASG en las actuaciones y decisiones de inversión, y la llegada de un replanteamiento de las finanzas “desde sus cimientos”100. Las cartas de enero de 2021 han incidido en esta misma línea (López y Zamarriego, 2021).

Este tipo de movimientos es positivo en sí mismo, pero hay que tener en cuenta que no tienen por qué responder necesariamente a una motivación altruista. Como señala Plender (2020), “muchos grandes inversores temen que las compañías en industrias intensivas en energía no estén reconociendo el impacto potencial a los valores de los activos planteado por el riesgo climático”.

Según The Economist (2017), “sería erróneo concluir que las empresas de energía deban verse como el diablo. Ellas responden a los incentivos fijados por la sociedad”. De lo que se trataría, más bien, sería de identificar la existencia de activos “marrones” y de programar la transición ordenada hacia un modelo más limpio, dando cuenta de ello a los diversos grupos de interés para evitar la aparición de activos varados, procurando preservar valor y riqueza.

Para Havard-Williams (2019), “el cambio requerido no debe ser subestimado. Será como moverse desde una carrera de sacos en un deporte escolar a correr una maratón”.

Ford (2020) se pregunta si “es realmente la función de los intermediarios financieros impulsar el cambio medioambiental a través de la asignación de activos... Pero esto es interpretar mal el papel de las finanzas en la transición climática. Los gestores de fondos no tienen por qué retirar a sus clientes de inversiones rentables para llevarlos a otras donde los rendimientos son exiguos. Eso sería quijotesco y casi ciertamente no exitoso... Los gestores de fondos existen para canalizar capital a actividades rentables… La desinversión no salvará el planeta. Sólo un pensamiento apropiado a través de políticas pueden reducir las emisiones”.

La industria financiera está respondiendo a las presiones de los inversores, mostrando el impacto ambiental de sus préstamos e inversiones (Mooney y Nauman, 2020). Sin embargo, un problema radica en que, a diferencia de los ratings crediticios, las puntuaciones ASG muestran una escasa correlación con otros indicadores de la actuación de las empresas (The Economist, 2019f). Subsiste, además, el problema de la falta de regulación de los “ratings ASG”, que se agrava al no publicarse, normalmente, datos auditados (Nauman, 2020)101. ESMA cursó el 28 de enero de 2021 una carta a la Comisión Europea, advirtiendo sobre la necesidad de regular y supervisar a las empresas emisoras de calificaciones ASG (López Jiménez, 2021).

En cualquier caso, los activistas están poniendo el foco en el sector financiero, bajo la premisa de que “si se consigue que los bancos cambien sus políticas climáticas, se alcanzan múltiples sectores al mismo tiempo”, en palabras de un representante de una organización ecologista (Mooney y Nauman, 2020)102.

La relevancia del sector financiero en el contexto de la transición energética se deriva de la magnitud de las inversiones necesarias para llevarla a cabo y de la financiación asociada. Además de disponer de fondos, resulta crucial el proceso de evaluación de riesgos y de proyectos (Roldán, 2020, pág. 5).

La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles

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