Читать книгу La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles - José María López Jiménez - Страница 78

1. CAMBIO CLIMÁTICO, AMENAZA DE CATÁSTROFE PLANETARIA 1.1. INTRODUCCIÓN: PERSPECTIVA HISTÓRICA DE LA EMERGENCIA CLIMÁTICA

Оглавление

Solo se requiere un breve vistazo a la historia del ser humano y al desarrollo de las distintas civilizaciones para constatar el enorme impacto que tenemos como especie sobre nuestro entorno. La capacidad para transformar lo que nos rodea parece una característica inherente a la propia naturaleza del hombre que, bajo nuestra condición de homo faber, nos induce a adaptar el medio natural a nuestros menesteres antes que resignarnos ante los límites naturales que impone el planeta Tierra. Gracias a los múltiples inventos y avances tecnológicos, nos hemos colocado con el cuestionable honor de ser los depredadores por excelencia, dejando atrás la mayor parte de lo que antaño suponían fuertes amenazas e impedimentos para la supervivencia. Así, a lo largo de la historia hemos desarrollado un inabarcable surtido de enseres que, por una parte, se prestan eficaces para facilitar hasta la más insignificante de las tareas, por otra, multiplican el número de actividades a desarrollar y el consumo de recursos, inundando nuestro día a día.

De esta manera, hemos sido otorgados con una suerte de “superpoderes” difícilmente imaginables para los primeros pobladores de este planeta, como las capacidades adicionales que nos ha brindado el teléfono móvil, permitiéndonos interactuar entre nosotros globalmente de manera inmediata o traer alimento a nuestras localizaciones con tan sólo un par de movimientos de pulgar. Especialmente, se han conseguido unos altos estándares de calidad de vida en aquellas regiones donde se ha implantado el Estado de derecho y del bienestar moderno1, caracterizados por la intervención de las instituciones gubernamentales en asuntos de interés público.

Uno de los principales catalizadores que explican la situación en la que nos encontramos hoy en día, tiene su origen en la radical transformación económica, social y tecnológica producida en la segunda mitad del siglo XVIII al calor del proceso de revolución industrial. La producción de bienes a gran escala se tradujo en un crecimiento económico sin precedentes que permitió la acumulación del capital, aumentando la riqueza y poniendo fin a largos periodos de hambruna. No obstante, tal y como ruega el refrán “en el pecado está la penitencia”, debido a que el abaratamiento de los costes de producción y la reducción de mano de obra basada en el trabajo manual se hizo a partir del empleo de tecnología que implicaba el uso intensivo del carbón. Desde entonces, no hemos sino incrementado el uso de combustibles fósiles emitiendo altas cantidades de gases contaminantes, sin mucha consideración sobre el impacto de estos en nuestro entorno. Asimismo, la revolución industrial supuso todo un punto de inflexión en cuanto al crecimiento de la población mundial, debido principalmente a que la mayor productividad de los factores se tradujo en un incremento de la riqueza, a la vez que aumentaban la natalidad y longevidad de la población. Ilustrativo de lo anterior es que el ser humano apareció en la Tierra hace más de 4 millones de años, siendo menos de 1.000 millones de personas las que poblaban la Tierra a mediados del siglo XVIII. A fecha presente, somos más de 7.700 millones de habitantes y se estima que continuaremos creciendo al menos en 2.000 millones más manteniendo la senda actual hasta 2050 (Roser, 2019).

A dicha circunstancia cabe sumarle el fuerte incremento de la demanda de bienes y servicios a escala mundial, por un lado, por el efecto de la globalización y, más recientemente, por las facilidades y nuevas formas de consumo que ha traído la digitalización. No sorprenderá en este punto la conclusión de que estamos extrayendo recursos por encima de la capacidad de regeneración de la tierra. Mientras tanto, seguimos con un modelo productivo que inexorablemente nos acerca al incremento de la temperatura planetaria, provocando daños irreversibles. Especialmente acertadas parecen revelarse las palabras de la activista y enfermera Terri Swearingen que reduce el problema al axioma de que “vivimos en la tierra como si tuviéramos otra la que ir”2.

En concreto, necesitamos 1,6 planetas para atender nuestras necesidades de consumo actuales, según los datos proporcionados por Global Footprint Network, responsable del cálculo del Overshoot day (“Dia de sobrecapacidad de la Tierra”). Dicho indicador, empleado en materia de sostenibilidad, estima el día en que agotamos los recursos que el planeta Tierra es capaz de producir en un año. A partir de dicho momento, agotamos el presupuesto de recursos naturales y entramos en números rojos consumiendo por encima de la capacidad de generación de nuestro planeta. Una fecha, que no ha dejado de adelantarse a toda velocidad desde la primera vez que fue empleada en 1970. Así, en 1997, se consumieron los recursos naturales que la tierra es capaz de generar a finales de septiembre, en 2016 se produjo en agosto y se adelantó hasta julio en 2019. Lejos de ser alentador, excepcionalmente en 2020 ha sido la primera vez que el indicador de sobrecapacidad de la tierra se ha retrasado alcanzándose en agosto, principalmente debido al frenazo en seco sobre la producción y el consumo a causa de la pandemia de Covid-19. No obstante, es especialmente esclarecedora la enorme disparidad del resultado que presenta dicho indicador segmentando por geografías y ponderado por habitante. En el caso de España, el 27 de mayo se agotó la cuota de recursos naturales que le correspondía. De esta forma, necesitaríamos el equivalente a 2,5 planetas para llegar a fin de año; lejos de Qatar, el más elevado del ranking con un ritmo de consumo medio por ciudadano que necesitaría casi 9 planetas para satisfacer sus demandas de bienes y servicios y otros como Ecuador que consiguen mantener en 1 planeta su consumo medio por habitante. (WWF, 2020A).

Recientemente en 2020, en línea con elcamino marcado por el Parlamento Europeo, el poder ejecutivo en España ha declarado la emergencia climática y ambiental3 en respuesta al consenso generalizado de la comunidad científica que reclama una acción urgente para salvaguardar el medio ambiente, la salud y la seguridad de la ciudadanía. Con ello, pretende reforzar el compromiso y la prioridad otorgada a esta agenda en un contexto de grandes riesgos económicos y sociales por los impactos del cambio climático. Por otra parte, la falta de ambición histórica en la mitigación y adaptación al cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos, siendo los dos retos de mayor magnitud para la economía global, ha puesto en especial alerta a los bancos centrales de todo el mundo. Los riesgos relacionados con el cambio climático amenazan directamente a su mandato de velar por la estabilidad financiera y de precios, pues suponen un riesgo sistémico que requiere la colaboración de todos los agentes socioeconómicos.

La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles

Подняться наверх