Читать книгу La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles - José María López Jiménez - Страница 80

1.2.2. Saltan las alarmas sistémicas: objetivos del 1.5 °C y del 2.0 °C

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Como veníamos señalando previamente, desde la primera quema de carbono durante la revolución industrial hasta la actualidad, hemos incrementado notablemente el uso de todo tipo de maquinaria y dispositivos dependientes de la producción de energía altamente contaminante. Al respecto, existe un amplio consenso internacional acerca la imposibilidad de mantener los actuales patrones de consumo y producción por la insostenibilidad de la ingente cantidad de emisión de gases contaminantes que requeriría, especialmente en cuanto al dióxido de carbono (CO2). Los niveles de concentración atmosférica han incrementado visiblemente el efecto invernadero, despuntando por encima de los niveles críticos establecidos y superando las capacidades de absorción del planeta.

Así, cada vez han sido más habituales las noticias que han señalado el pico máximo histórico de los niveles de concentración media diaria de dióxido de carbono, pues han incrementado año tras año. Como puede apreciarse en la Ilustración 1, dicho nivel ha sufrido un fuerte crecimiento en los últimos 50 años, induciéndonos fuertemente a pensar que dichos niveles de acumulación atmosféricos poco tienen que ver con procesos naturales del Planeta Tierra. De tal magnitud es la aceleración del proceso que, si la naturaleza tardó cientos de millones de años para alterar dichos niveles de concentración, nosotros lo hemos alcanzado en tal solo 100 años, un millón de veces más rápido.

Ilustración 1. Evolución de los niveles de CO2 en la Tierra


Fuente: NOAA Climate.gov, Data: NCI.

El observatorio Mauna Loa (Hawaii, Estados Unidos), centro de referencia mundial en la materia, marcó el 12 de mayo de 2019 la cifra récord de 415,39 ppm, que según han confirmado los expertos del Programa CO2 de la Institución Scripps de Oceanografia (The Keeling Curve, 2020), constituye la primera vez en la historia de la Humanidad que la atmósfera ha tenido más de 415 ppm. El último histórico registrado con niveles semejantes se remonta a hace más de tres millones de años, cuando la temperatura media era de 2 °C a 3 °C superior, los polos tenían mucho menos hielo y el nivel del mar era aproximadamente veinte metros más alto que el actual.

En la medida en que está ampliamente acreditado nuestro impacto sobre la variación del clima planetario, siendo identificados como causantes de buena parte del mismo, era irremediable que la comunidad internacional reaccionase. Así, se ha madurado pasando de una fase inicial de concienciación colectiva a una mucho más orientada a la propuesta de soluciones y medidas concretas para hacer frente al problema climático. En este sentido, uno de los mayores éxitos alcanzados lo supuso la Conferencia del Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP21) mediante la cual se alcanzó el Acuerdo de París, con nada menos que 195 países firmantes. Dicho acuerdo, llama a las distintas naciones a la actuación (“tan pronto como sea posible”) orientada a la reducción de emisiones de gases que contribuyan al efecto invernadero, con el fin de alcanzar el nivel máximo de emisiones lo antes posible, para reducirlo posteriormente hasta conseguir la neutralidad en carbono (cero emisiones netas). El principal objetivo de dicho acuerdo es mantener el incremento de la temperatura global muy por debajo de los 2º0 C respecto a la era preindustrial y proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1,5 °C. En atención a dichos umbrales máximos, las diferentes naciones deben ajustar sus políticas de emisiones, lo que implica la titánica labor de reconvertir los modelos productivos y de infraestructuras hacia una modelo sostenible y libre de emisiones. La fijación de los anteriores umbrales de criticidad, suponen una alerta sistémica de carácter mundial cuya vulneración supondría un fuerte golpe para la estabilidad climática, cuando no para la propia supervivencia de la especie.

Ilustración 2. Escenarios de calentamiento global según nivel global de emisiones


Fuente: Climate Action Tracker.

A pesar de lo catastrófico de la cuestión, desde el establecimiento de los umbrales de criticidad y objetivos del 1,5 y del 2º las emisiones globales han seguido en aumento sin signos de revertir la tendencia. Parte del problema sin duda viene asociado a un viejo enemigo del Derecho Internacional, pues si bien el Acuerdo de París tiene carácter vinculante carece de mecanismos de ejecución. Especialmente demoledoras son las conclusiones extraídas del último Informe sobre la disparidad en las emisiones de 2019 (PNUMA,2019) elaborado por ONU-Medio ambiente, sentenciando que todo esfuerzo hecho hasta la fecha ha sido fuertemente insuficiente.

Dicho informe, presenta los últimos datos sobre la brecha entre el nivel actual de emisiones de gases causantes de efecto invernadero y los objetivos establecidos, examinando el nivel de recortes anuales necesario que debieran producirse en 2020 y 2030 para avanzar hacia dicho cumplimiento. La conclusión es rotunda y desalentadora a la vista de los datos pues determina que, en 2019, ni aún con el riguroso cumplimiento de todas de las contribuciones nacionales determinadas (CDNs) se alcanzarían los objetivos, situándonos la senda actual en dirección hacia un incremento del 3,2 °C de las temperaturas para 2100 con respecto a los niveles preindustriales. Según la literalidad del mismo, en conjunto, los países no consiguieron poner freno al aumento de emisiones mundiales de gases causantes de efecto invernadero, lo que conlleva que ahora se necesiten reducciones más drásticas y menos tiempo. Nada indica que las emisiones de gases de efecto invernadero vayan a alcanzar su máximo en los próximos años; cada año que no se frena este incremento, será necesario aplicar restricciones más drásticas y rápidas.

Si bien a nivel global parecen altamente incumplidos los deberes en materia de reducción de emisiones, a toda cuenta podemos afirmar que la procrastinación no sale gratis. Cabe considerarse al respecto que a pesar de los altos costes de transformación hacia el modelo bajo en emisiones contaminantes, por el cambio de infraestructuras y de sistema productivo, dichos costes pueden verse altamente incrementados de no abordarse con la suficiente velocidad.

Una vez constatado que muy probablemente no alcancemos los objetivos establecidos para 2030, traspasando niveles de alerta establecidos sobre el incremento de la temperatura, son múltiples las preguntas se nos pueden plantear: ¿Los niveles establecidos del incremento del 1,5 °C y del 2 °C son meramente orientativos? ¿Cuáles son las consecuencias de traspasar dichos umbrales? ¿Hay diferencias significativas ante una variación de 0,5 °C?, ¿Es si quiera posible estimar la magnitud del impacto?

La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles

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