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2.2. IDIOSINCRASIA DE RIESGOS CLIMÁTICOS

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En materia de gestión y control del riesgo, los reguladores y supervisores distinguen principalmente entre riesgos físicos y riesgos de transición9. Si bien habitualmente se analizan y valoran de manera independiente por su extremada complejidad, a menudo se presentan de manera conjunta e interrelacionada. Los riesgos físicos se refieren principalmente a la materialización del daño derivado directamente de la manifestación de los fenómenos meteorológicos, apareciendo ocasionalmente en forma de catástrofes naturales. Como se ha señalado anteriormente, el clima constituye un sistema altamente complejo en el que interaccionan una multitud de agentes y subsistemas a través de distintas dinámicas, pudiendo alcanzar un punto de no retorno al traspasar determinadas alteraciones en sus elementos fundamentales, con efectos en gran parte desconocidos.

Así, una de las características esenciales de riesgos relacionados con el clima y el medio ambiente consiste en que sus efectos tienen un componente altamente no lineal, por lo que pequeñas alteraciones en una parte del sistema, pueden acabar resultando en consecuencias mucho más severas. Con el avance del calentamiento global, gradualmente se incrementa la incertidumbre en procesos biológicos que podrán desencadenarse, más aún, considerando el efecto cascada al cruzar determinadas fronteras nunca traspasadas, como los umbrales de criticidad del 1,5 °C y del 2 °C. En el Informe Our Future on Earth, 2020, a través de una inmensa colaboración de la comunidad científica internacional (222 científicos de 52 países) identifican hasta un total de treinta riesgos entre los que se encuentran desde aspectos puramente ambientales a otros relacionados con factores sociales, geopolíticos, económicos, tecnológicos, en atención a su diferente probabilidad de ocurrencia. Las consecuencias del estudio destacan la estrecha conexión entre algunos riesgos cuyo impacto no puede ser analizado de manera singular sin atender a las dinámicas existentes entre un evento, y la secuencia de estos que desencadena la producción del efecto cascada. En atención a esto, la materialización del riesgo climático concreto (ola de calor), puede tener una crisis en el abastecimiento de agua, resultando en una crisis agrícola y de escasez de alimentos, que podría detonar a su vez en eventos como revueltas, migraciones, medidas impositivas o implementación de medidas de mitigación apresuradas. Es precisamente la característica de su elevada no linealidad lo que se acaba traduciendo en dinámicas caóticas en sistemas de semejante complejidad, provocando que sean extremadamente difíciles de modelizar con suficiente precisión y confianza. A su vez, el BCE clasifica dichos eventos según se presenten de forma “aguda”, cuando se derivan de eventos extremos con carácter temporal más delimitado, tales como inundaciones, sequías, huracanes y define como “crónicos” algunos cambios de carácter más gradual como el calentamiento global, la subida del nivel del mar o la pérdida de la biodiversidad.

Por otra parte, los riesgos de transición se refieren a todos aquellos que puedan resultar, tanto de manera directa como indirecta, motivados por los cambios estructurales necesarios para acometer la transformación hacia una sociedad de bajo en consumo de energías fósiles y una economía sostenible con el medio ambiente. La historia de la evolución energética ha implicado tradicionalmente fuertes transformaciones con impacto en el conjunto del sistema económico, provocando movimientos sociales de protesta (tales como el ludismo o el movimiento antinuclear) por los sectores más perjudicados. De esta forma, el riesgo de transición se asocia con la incertidumbre del potencial impacto financiero que podrían resultarse de una transición de modelo demasiado precipitada, por ejemplo, fuertemente impactada en el valor de los activos dependientes de una industria súbitamente obsoleta y con efecto arrastre sobre toda la economía.

En la medida en que son infinitos los distintos caminos que cada país puede adoptar para acometer dicha transición y que los canales de impacto tienden a ser de naturaleza variada, las diferentes alternativas a la sucesión de eventos configuran toda una suerte de “multiverso” climático, en el que la cantidad de finales alternativos pueden resultar abrumadores. Situaciones tales como cambios regulatorios repentinos, mala reputación, problemas de acceso a mercados, y cambios drásticos tanto en las preferencias de mercado como en los hábitos de consumo, pueden desencadenar un efecto cascada que acabe transformándose en una crisis sistémica. Más aun considerando que la mayor parte del impacto de los riesgos por el cambio climático se producirán en aquellas zonas históricamente menos favorecidas y con menos medios para combatir el problema. De esta manera, es difícil que un riesgo climático se presente de manera aislada, sin que esté al menos indirectamente relacionado con otros, tal y como se representa en la Ilustración 6.

Ilustración 6. Canales de impacto y riesgo de contagios en la materialización de los riesgos físicos y de transición


Fuente: Elaboración propia en atención The Green Swan (2020).

La multitud de riesgos físicos y de transición puede ocasionar un fuerte impacto en la estabilidad financiera, por ejemplo, a través de un impacto en las carteras soberanas y en los préstamos tanto a particulares como a pymes y grandes empresas, afectando a la postre en todos los sectores de la economía, por efecto contagio de unos sectores a otros. Esta situación, genera un ambiente proclive a que la aparición de un riesgo determinado ocasione una suerte de efecto de círculo vicioso sobre el resto de los riesgos financieros tradicionalmente analizados:

• Riesgo de crédito: en la medida en que la capacidad de repago de las deudas por parte de los prestatarios se ve minorada por las pérdidas ocasionadas por el evento de riesgo, tanto la probabilidad de impago (PD) como la severidad en la cuantía (LGD) se verán incrementados. Asimismo, la potencial depreciación de los activos empleados como colateral, también puede suponer una creciente fuente de riesgo de crédito.

• Riesgo de mercado: Una transición abrupta hacia un modelo sostenible podría implicar una rápida devaluación de los activos de aquellas empresas dependientes del consumo de energías fósiles. La pérdida de la ventaja competitiva produciría una disminución tanto de la rentabilidad, como del apetito inversor.

• Riesgo de liquidez: La pérdida de valor en los activos (parte de los cuales pueden ser empleados para ser pignorados y obtener liquidez en Bancos Centrales) se podría agravar ante unas mayores dificultades de acceso a la financiación. La situación anterior, es susceptible de incentivar una liquidación precipitada de activos con gran descuento sobre su valor razonable (“asset fire sale”), para hacer frente a las necesidades de liquidez más inmediatas.

• Riesgo operacional: La multitud de supuestos climáticos susceptibles de generar daños en activos e infraestructuras (centro de procesamiento de datos, sede operativa, bajas médicas, etc.) pueden de interrumpir o dañar los distintos procesos operativos necesarios para el desarrollo del negocio.

• Riesgo de seguros: para el sector del seguro y reaseguro, el incremento de los siniestros puede suponer un incremento de los desembolsos por reclamaciones más allá de lo esperado.

A pesar de lo anterior, no es difícil imaginar situaciones en las que los riesgos climáticos puedan acabar produciendo un efecto contagio sobre toda la taxonomía de riesgos, incluidos aquellos considerados como riesgos no financieros10, siendo múltiples los ejemplos que ilustrarían la posible relación entre unos y otros, y cómo estos pueden acabar retroalimentándose, creando espirales negativas. Por ejemplo, el riesgo de transición hacia una economía sostenible llevaría implícito un riesgo regulatorio por la incertidumbre existente en los posibles cambios normativos de carácter drástico, como una fuerte restricción de aquellas actividades intensivas en consumo de energías fósiles o un elevado impuesto al carbono sin un periodo de adaptación necesario. La propia discriminación entre activos “verdes” y “marrones”, es susceptible de generar una pérdida de reputación e imagen de marca, con posibles problemas traducidos en un mayor coste en la financiación o en la dificultad de generar nuevo negocio, impactando de manera relevante en los resultados de la entidad (riesgo de negocio).

En resumen, tanto los riesgos físicos como los de transición están sujetos a múltiples fuerzas (naturales, tecnológicas, sociales, regulatorios y culturales, entre otras) que interactúan entre sí, presentando un elevado componente de incertidumbre y agravado por sus principales características en cuanto a la severidad de sus efectos que son: la irreversibilidad, la no linealidad y las distribuciones de cola gorda.

La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles

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