Читать книгу La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles - José María López Jiménez - Страница 79

1.2. CAMBIO CLIMÁTICO, UNA AMENAZA SIN PRECEDENTES 1.2.1. Cambio climático y calentamiento global, ¿mismo problema?

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Como se ocupa de enfatizar el documental An Inconvenient Truth, protagonizado por Al Gore (que se introduce a sí mismo con su célebre “Hola, soy Al Gore. Antes era el próximo presidente de Estados Unidos”), las evidencias científicas sobre el cambio climático son múltiples, existiendo un amplio consenso científicos sobre la alta correlación entre la actividad humana y el incremento generalizado de las temperaturas.

Más recientemente, una buena compilación del trabajo científico que pone evidencia la anterior situación se trasladó al Informe de Síntesis de 2014 por parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que concluye categóricamente que: “la influencia humana en el sistema climático es clara y va en aumento, y sus impactos se observan en todos los continentes. Si no se le pone freno, el cambio climático hará que aumente la probabilidad de impactos graves, generalizados e irreversibles en las personas y los ecosistemas. Sin embargo, existen opciones para la adaptación al cambio climático, y con actividades de mitigación rigurosas se puede conseguir que los impactos del cambio climático permanezcan en un nivel controlable, creando un futuro más claro y sostenible”. (IPCC, 2014)

¿Suponen el climático y el calentamiento global el mismo problema? Si bien a menudo son empleados indistintamente, antes de profundizar sobre el análisis del impacto medioambiental conviene diferenciar, por un lado, entre cambio climático y calentamiento global, por otro, entre tiempo meteorológico y clima. Empezando por estos últimos, el término tiempo en sentido meteorológico se refiere a las condiciones atmosféricas que ocurren localmente en períodos cortos, desde minutos hasta horas o días (ejemplos típicos son la lluvia, la nieve, las nubes, los vientos, las inundaciones o las tormentas eléctricas). Por otro lado, el empleo de la palabra clima se refiere al promedio regional o mundial a largo plazo de los patrones de temperatura, humedad y precipitaciones a lo largo de las estaciones, años o décadas. Siguiendo dicha lógica, mediante la expresión “cambio climático” nos referimos a la modificación sustantiva a largo plazo de los patrones climáticos promedio que han llegado a delimitar los climas locales, regionales y globales de la Tierra (Shaftel, 2020). Estos cambios tienen una extensa gama de efectos observados que son a su vez sinónimos del término. En conclusión, el término “cambio climático” no sólo abarca el aumento de las temperaturas medias que conocemos coloquialmente como “calentamiento global”. También contempla otros impactos medioambientales significativos, tales como el aumento del nivel del mar o la destrucción de los ecosistemas y vida silvestre.

De esta forma, el concepto del cambio climático se emplea de una manera más amplia, para referirse a la multitud de fenómenos producidos a partir de las desviaciones climáticas que podrían producirse y, más concretamente, al calentamiento o enfriamiento global (considerando que es probable que en determinadas áreas se registren descensos en las temperaturas más similares a los procesos de glaciación) como manifestaciones concretas de dicho cambio. La comunidad científica, asocia los cambios observados en el clima de la Tierra desde principios del siglo XX principalmente a las actividades humanas, en particular por la quema de combustibles fósiles. Así, se ha incrementado notablemente la emisión de gases de causantes del efecto invernadero, denominados así porque permiten la entrada de la luz solar, pero retienen el calor en la atmósfera, elevando la temperatura media de la superficie terrestre y marina.

Por otra parte, no se puede obviar que los procesos naturales también pueden contribuir por sí mismos al cambio climático, por la propia variabilidad de los fenómenos característicos del Planeta Tierra como el cambio en las pautas oceánicas cíclicas (ej.: El Niño, La Niña y la Oscilación Decenal del Pacífico) y los fenómenos externos como la actividad volcánica, los cambios en la producción de energía del Sol, las variaciones en la órbita de la Tierra. De hecho, no es la primera vez que registramos cambios bruscos en el clima a lo largo de la historia, siendo la mayoría de estos cambios atribuibles a variaciones muy pequeñas de la órbita, determinando la cantidad energía solar que recibe nuestro planeta. En los últimos 650.000 años, se han dado siete ciclos de avances y retrocesos glaciales, con el abrupto final de la última era de hielo hace alrededor de 7.000 años, lo que marcó el comienzo de la era climática moderna y de la civilización humana.

No obstante, no existen precedentes en cuanto al nivel y velocidad en el incremento de la temperatura global que estamos experimentando en los dos últimos siglos. Puede parecer insignificante, pero tan sólo una diferencia de 6 °C nos separa entre la temperatura media actual y la experimentada durante la última Edad de Hielo (Tierney et al, 2020). En aproximadamente 5.000 años la Tierra fue progresivamente calentándose en alrededor de 6 °C, con la diferencia de que el cambio climático moderno amenaza con producir la misma cantidad de calentamiento en menos de un siglo. Uno de los mayores retos, como se analizará en profundidad más adelante, es el del horizonte temporal y el escaso tiempo de actuación que tenemos, ya que una vez se inician estos procesos de transformación planetarios, existen pocos mecanismos de freno.

La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles

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