Читать книгу La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles - José María López Jiménez - Страница 82

1.4. REDISTRIBUCIÓN DEL PROBLEMA CLIMÁTICO 1.4.1. Cuestiones éticas del problema climático y necesidad de cooperación internacional

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Si hasta aquí hemos afirmado que la evolución de las dinámicas climáticas se caracteriza por ser un proceso complejo con un alto componente de incertidumbre, es relevante destacar que, a la vista de los hechos, el impacto climático parece castigar con mayor contundencia a los mercados emergentes y las economías en desarrollo (MEED). En esta línea, el Informe de Síntesis de 2014 del IPCC sostiene con claridad que “muchos riesgos son particularmente problemáticos para los países menos adelantados y las comunidades vulnerables, dada su limitada capacidad para afrontarlos. Las personas marginadas en los ámbitos social, económico, cultural, político, institucional u otro son especialmente vulnerables al cambio climático (IPCC, 2014).

A pesar de que las consecuencias del cambio climático son perceptibles a nivel global, las perturbaciones derivadas del mismo presentan una fuerte variación de una región a otra, con una mayor intensidad en aquellas consideradas tradicionalmente “del sur”. Es importante destacar al respecto que el cambio climático debe ser entendido como un problema más amplio que el estrictamente relacionado con los fenómenos ambientales. Lo anterior principalmente se debe a que el impacto del cambio climático es proclive a generar un efecto de bola de nieve agravado por los distintos factores socioeconómicos de la región en la que se manifiesta. Por tanto, algunos factores como la super-población mundial o la falta de medios a la hora de implementar las medidas de mitigación son susceptibles de agravar las vulnerabilidades preexistentes de las MEED y reducir en mayor medida su capacidad de reacción.

Más allá del aspecto estrictamente económico, la estabilidad climática se entiende como un bien común (Villeroy de Galhau, 2019), que con carácter adicional a su tutela jurídica debe ser protegido por cuestiones fundamentalmente éticas. Dicha protección se presenta como especialmente compleja; por un lado, por el carácter irrecuperable una vez producido el daño; por otro, debido a la mayor dificultad de mitigación de este con el transcurso del tiempo que puede acabar condenando a las generaciones futuras sin capacidad de defensa alguna. Dicho argumento, cobró una enorme trascendencia mediática a partir del discurso de Greta Thunberg en la Cumbre de Acción del Clima de Naciones Unidas en 2015 que, a medio camino entre la ira y la tristeza proclamó ante el mundo frases tan categóricas como demoledoras: “Ustedes dicen que aman a sus hijos, pero les están robando su futuro ante sus propios ojos”, “Nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a entender su traición.” Así, el discurso de la niña de 15 años, proclamaba sin concesiones la impotencia sufrida para toda una generación ante la emergencia climática, habida cuenta del fracaso de los líderes mundiales en impulsar con determinación las medidas necesarias para alcanzar los compromisos del Acuerdo de París. De sus palabras, se inició espontáneamente una revuelta juvenil a nivel global en la que millones de personas invitaban a pasar a la acción por la protección del futuro de las próximas generaciones, exigiendo a los gobiernos de todo el mundo la puesta en práctica de medidas concretas ante las alarmas de la comunidad científica.

Por otra parte, y como veníamos observando, a menudo el desarrollo de las civilizaciones ha venido de la mano de modelos productivos fuertemente dependientes de tecnologías intensivas en energías impulsadas por el consumo de combustibles fósiles. Así, somos herederos de un modelo económico cuyo pilar fundamental es el petróleo, altamente codiciado para el comercio internacional y con enorme potencial para el efecto arrastre sobre el resto de las industrias. Podría considerarse poco equitativo en términos de justicia social, negarles ese “derecho al desarrollo” a los MEED, más aún cuando han invertido sus excedentes en tecnologías para alcanzar dicho modelo productivo, y así lograr el deseado crecimiento económico a semejanza de sus vecinos del norte.

La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles

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