Читать книгу El fuego y el combustible - Juan José Álvarez Carro - Страница 21

Bilbao

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Diciembre de 1980

—¿Todos indios, Aingeru? ¿Por?

—Porque hablan con los caballos. Eso me gusta. Me gusta que casi no lleven ropa. Son libres.

Aingeru, llamado así por preferencia propia, pero Jabo por decisión paterna, no deja de jugar con los indios mientras habla, sentado a la mesa del bar Txindoki. Marta acerca un café a Santiago Oleiros, cliente no grato del lugar.

—Pero escúchame una cosa, Aingeru: en las películas los indios se pelean mucho con los vaqueros.

—Sí. Se pelean porque los quieren dominar. Lo vi en una película que se llama Un hombre llamado caballo. Mi amatxo me llevó a verla.

Jabo Azpilcueta mira de soslayo desde la mesa donde se sienta a leer el periódico después de comer.

—¿Y este? Veo que has escogido a uno que no es indio —razona el sargento Oleiros.

—Sí. He escogido un caballo. Esos sí que son libres, Santiago.

—Claro que son libres. Ya ves. Pero yo digo el vaquero.

—Ese no es un vaquero.

—¿Ah, no?

—Ese es un sheriff. Mírale la estrella ahí. A ese lo he escogido porque no es libre. Tiene que hacer siempre el bien.

El fuego y el combustible

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