Читать книгу Residuos del insomnio - Juanjo Fernández - Страница 15

Оглавление

7

miércoles 25 de marzo

casos confirmados: 64

muertes: 2

Hoy me he preocupado. Luci me ha dicho que qué guapo. Ella se dedica al rubro de moda y sabe de estas cosas. Pero si voy con la cara toda tapada con la mascarilla y la braga encima. Vende mascarillas de algodón para niñas a un sol. «Pero tienes los ojos bonitos», me ha dicho. Cómo, si llevo las lentes empañadas que no veo nada por causa de la máscara. La señora Luci es un encanto y me explica que algo tiene que hacer para llevar comida a sus dos hijas. Pero lo que le preocupa es que con ellas viven también los abuelos de 91 y 77 años. Buena gente, Luci, le prometo volver a visitarla sin máscara, para que me diga guapo otra vez.

Luci está en La Parada. La Parada es un mercado callejero que está frente al emporio textil de Gamarra, la gran fábrica mundial de ropa bamba. Un mercadillo bien popular, que hace temblar cuando se lo menciona. Ocupa calles y calles transversales a la avenida Aviación, donde se venden, sobre todo, alimentos. La gente transita con máscaras, aunque algunos sin ellas. Le pregunto a Luci si ve que se toman en serio las medidas y me dice que más o menos. Es lo que veo. Para qué insistir. Junto a la reja de acceso hay una venta de mascarillas, a dos soles, más baratas. «No me hagas fotos, no me jodas». Esto de ir todos embozados mola.

Pero me salto el principio de la mañana. Un vuelo ha podido salir para España con compatriotas. Bien por ellos. De esas cosas se ocupan los noticieros serios. Yo llegue tarde, lo hicieron demasiado bien, antes de las siete ya estaban todos dentro de su correspondiente autobús. Veo a algunos conocidos del Consulado, están realmente satisfechos. Bien por ellos. Y ahora a por el siguiente vuelo. Prometo llegar antes.


Luci vende máscaras para niñas en su puesto de La Parada. La Victoria.

Pedaleo y veo trabajar a los equipos de limpieza de San Borja en la Javier Prado. Un poco más allá las primeras personas esperan que abra el Banco de la Nación. Imagino que algunos esperarán cobrar la ayuda del Estado de 380 soles. Es una buena medida de la que se beneficiarán en torno a tres millones de familias. Una vez más pienso que el gobierno lo está haciendo bien. Sé que el país responderá, pero me da miedo que el virus encuentre dónde esconderse, en un país en el que lo fácil es dejar los escombros en el tejado y que la gente se las vaya arreglando. Setenta y dos por ciento de economía informal, mimbres, ayer hablé de mimbres, son los que son. La Victoria es un buen distrito donde conocer los mimbres de los que está hecho este país y Gamarra en especial. En el damero comprendido entre las avenidas México y 28 de Julio, y Aviación y Parinacochas, cinco minutos caminando de punta a punta, bueno vale, diez si vas cargado, hay, en cifras de 2017, casi cuarenta mil establecimientos, más de ochenta mil trabajadores y se movieron más de ocho mil millones de soles de negocio. Eso es lo que dice el INEI. La fiscalía y la nueva administración municipal también incluyen la existencia de una trama de delincuentes que desde el serenazgo cobraban cupo a negocios y ambulantes, una tontería de sisa sol a sol, que recaudaba 25 millones de soles al año. El país amaneció el 3 de agosto de 2018, año de elecciones distritales y regionales, con la infomación de que la Policía había detenido al alcalde de La Victoria, Elías Cuba, su hijo, su teniente alcalde y otros funcionarios vinculados a la municipalidad, como miembros de una presunta organización criminal bautizada como Los Intocables Ediles. No sigo, ya hasta me he perdido y no sé por qué cuento todo esto.


En su casa de La Victoria, Ana María cuida de gatos y perros de la calle.

Pero estoy en La Victoria y estoy de suerte. He pinchado. La rueda delantera hace un chopchop que no me gusta nada, veo un grupo de indigentes que beben en la calle del mismo vaso, pienso acercarme pero ya me da no sé qué. En frente veo un grupo de gatos que hacen lo mismo y decido fotografiarlos a ellos. Resulta que están ahí porque Ana María cuida de ellos. Los recoge de la calle y los mima, a perros y gatos, y estos están bien ordenados, atentos a cada movimiento suyo. Me dice que no tiene pienso para darles de comer. Me enseña dos cachorros que ha recogido hoy mismo, que salen del desalojo de los puestos de la Cachina, otro mercado cuyo nombre también hace temblar. Vete a ver por esa calle y pon mi dirección, a ver si alguien me puede traer comida para los pequeños. «Claro que sí. 177-A de la avenida Aviación», replico. «Sí, sí, muchos vienen y hacen fotos y luego nada», se queja. «Te creo. 177-A de la avenida Aviación».

Pero estaba con la rueda que hacía chopchop. Se lo digo a Ana María. La rueda hace chopchop. Ahí está el señor Severiano, él hace. Y voy. Que la rueda hace chopchop. Normal, mira qué clavo ¿Y qué hacemos? La cámara, ¿me la arreglas? Claro. Y hablamos mientras Luis se lleva la rueda, ¿Y cómo están en España? Mal ¿Y cómo lo ves acá? Mejor. Qué voy a decir. ¿Y cuantos años llevas acá? Acá 35, antes estábamos dentro. Y me enseña Luis la cámara, un agujero grande y otro chico. Con el chico es suficiente para botarla. ¿Tendrás otra nueva? ¿Del 26? No, pero espera. Y va y vuelve. Y se mete y sale con la rueda. ¿Cuánto es? Siete soles. Quiero llorar. ¿Y cuánto tiempo llevas acá? Ocho meses desde que salí de Venezuela.

Y hasta aquí os cuento hoy. Mañana sigo el relato. Os contaré la entrada a la Cachina, mi charla con Gilbert, otro venezolano que lleva en Lima dos años y trabaja como fiscalizador en la Municipalidad de Lima. También mi entrada en el Damero y mi encuentro con Máximo Agüero −el Ungido− y con Gabriel −el Príncipe Yhawel, también llamado el Patriota−. Y, también, con las obras de Olinda Silvano, Wilma Maynas y Silvia Ricopa, de la Comunidad Shipiba de Cantagallo, y las de Entes, Óxido, Lesivo y Pésimo, bajo los raíles del Metro.

Pero eso mañana.

Residuos del insomnio

Подняться наверх