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viernes 3 de abril

casos confirmados: 181

muertes: 6

Mi amigo François me llamó preocupado. Ayer trató de ir al supermercado Metro de Balta y el Ejército no le permitió avanzar. Ya no me queda cerveza. No te preocupes, pásate mañana que te alcanzo un sixpack. Me gui monamí, trevián, mersí... Pero, ¿qué he dicho? Un sixpack, estoy loco, ya me empieza a afectar el encierro. Tanto altruismo y no sé dónde voy a ir a parar. ¿Y si aplican la ley seca? Lo hacen siempre antes de las elecciones. Que mira que esto se pone serio, que ya hasta veo a diario a Vizcarra en su aló presidente particular. ¡Un sixpack!

Mañana le digo a Rosa que traiga más cerveza, que es sábado y le toca a ella. Y tónicas, que no se olvide de las tónicas.

Yo he estado esta mañana en Makro, pero eran compras de encargo. Como soy el que vive más cerca del de Surco, he ido a comprar útiles de aseo para los españoles privados de la libertad y que purgan condena en Lima. Los presos, vamos, que llamándoles de otra manera ni se van a acortar sus penas ni van a tener más espacio en el sistema penitenciario peruano, cuya población triplica la capacidad de los centros de reclusión. Hace unos días mencioné a los presos y hoy voy a hablar de ellos. Reos, entalegados, reclusos, encanados, guardados. Hay algo más de noventa mil para una capacidad que no creo que llegue a las cuarenta mil plazas. La paila sigue siendo para cuarenta mil: arroz con huesos, básicamente. No la he probado, aunque Simón me insistiera. Siempre he preferido los espaguetis con salchicha de Jesús. Son nombres inventados, la privacidad aquí sí es importante. Si voy a visitarles es porque +34 es una ONG española que trata de cuidar que los españoles cumplan su pena carcelaria con los mismos derechos y condiciones que tendrían en España. Sabemos que es algo imposible, pero el mero hecho de recibir una visita, escuchar una voz si no amiga, al menos no reprochadora, que les pregunte cómo están, ya es toda una labor. Hace ya algún tiempo que formo parte de +34 y hago lo que puedo. En esta ocasión me ha tocado la compra y el reparto, un poco más complicado de lo normal, pero nada que no se pueda hacer con un salvoconducto del consulado español, gracias mil, y el apoyo de Francisco con la movilidad y su ayuda como un voluntario más.

Pero lo de menos es lo nuestro, que vivimos todos muy bien acá afuera. En Perú hay una alta tasa de criminalidad, mucha de ella relacionada con la droga. También hay terrorismo, sicariato, secuestros, mucha corrupción y delitos de naturaleza sexual, muchos de ellos en el ámbito de la propia familia. Pero para conseguir plaza en cualquiera de los penales del país es suficiente con dejar de pagar la pensión alimenticia a los hijos. No hay límite de edad para seguir dentro y los beneficios penitenciarios para acortar la pena son difíciles de conseguir y de hacer que se cumplan, aunque se los obtenga. Todo esto hace que la población de reclusos sea tan abundante. La seguridad al interior de las prisiones está, en la mayor parte, en manos de los propios reclusos. Cada pabellón tiene su delegado que impone ley y orden con la asistencia de los encargados de la disciplina. Los técnicos del INPE −Instituto Nacional Penitenciario del Perú− vigilan el perímetro y las puertas, se hacen cargo del orden en entradas y de todos los accesos entre módulos y pabellones, pero apenas si entran en ellos para ejercer su vigilancia, a menos que haya algún desorden. Cada pabellón tiene sus patios de comida, con sus correspondientes negocios −que pagan el respectivo cupo, al igual que cada actividad que se desarrolle en el mismo, y no voy a describir las actividades que hay, pero os podéis imaginar que son todas las requeridas para que ningún inquilino forzado se quede sin ver cubiertas sus necesidades. Todo en el presidio se paga. Si fuera de ellos se emulara la perfección del sistema de compensaciones por actividades económicas y servicios comunales, como se hace al interior de los penales, Perú sería una potencia. El hacinamiento hace que hasta un escalón sirva como lugar para dormir. En cada colchoneta duermen dos, pies con cabeza, una botella para no levantarse al baño. Más caro es el alquiler de la plaza dentro de la celda que en el pasillo; los de los escalones igual no pagan, pero no se libran de pagar el correspondiente cupo por la limpieza y la luz, y cualquier cosa que se necesite.

Los españoles están ya, la mayoría, en Ancón II, penal también conocido como Piedras Gordas. Están más o menos bien, mejor que en Sarita, donde suelen caer en primer lugar, porque es la cárcel del Callao, donde está el aeropuerto, y donde les suelen coger con su «error» a cuestas. Porque todos lo admiten, yo cometí un error, pero sigo siendo una persona, no nos pueden tratar como animales. Ya quedan muchos menos de los más de trescientos que llegó a haber cuando la crisis económica atacó España. Aquellos fueron tiempos bravos para ellos y para los voluntarios de +34. No me canso de elogiar su labor. No me canso de decir cuánto he aprendido y aprendo con ellos. Hoy no etiqueto, no toca, ya saben que me refiero a ellos. Son muchos; ellos y los ellos que importan, que son los que están dentro. Sé que los primeros, los que están en Ancón, ya han recibido sus packs de aseo personal y han sonreído. Esas sonrisas compensan cualquier esfuerzo. Están preocupados, asustados, no es para menos, tienen televisión en el pabellón. Desde diferentes instituciones se ha solicitado al gobierno que indulte a los adultos mayores y enfermos en grado de vulnerabilidad. Lo hacen con insistencia CEAS (Comisión Episcopal de Acción Social), las asociaciones de abogados, las de familiares de presos... pero el gobierno dice que es innecesario, porque no hay ningún caso. Pero no está entrando nadie, más que el personal del INPE y de la dirección de los centros. Doctores tiene la Iglesia.


La Cocha de los Libros hace entrega de una donación a los privados de libertad del penal Castro Castro, Lima.


Taller de cerámica en el penal Castro Castro.

Creo que me he alargado y no he contado ni una ínfima parte de lo que habría que contar. El tema lo requería. Las fotos que voy a compartir son del Castro Castro, del día que entregué una donación de libros que La Cocha de los Libros pudo conseguir gracias a la generosidad enorme de otro buen amigo, cuya imprenta, gracias a la labor de su padre y la suya propia, marcó la diferencia durante más de tres décadas. También del Señor de los Milagros, que el año pasado procesionó por los doce pabellones del mismo penal por primera vez, buena medida, enhorabuena director.

No me olvido de lo que se me va quedando en el tintero, ayer por ejemplo se me pasó hablar de la intriga que pude resolver por fin respecto a unos camiones cisternas de la Municipalidad de Miraflores que veía con sus tubos en el mar. Que no era el mar, que es una poza de agua dulce donde corre agua fresca que viene sabe dios de dónde, por los chorros que brotan de los acantilados, que por eso Chorrillos se llama Chorrillos, que la tierra en Perú a poca agua que le pongas reverdece, no como en Chile, me cuentan los operarios que manejan los camiones. Como los hombres, pienso yo, que a poco que se les regara con dignidad, esperanza, oportunidades... reverdecerían como la tierra, la mayoría por lo menos. Otros hay que no tiene remedio, tanto dentro como fuera.

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