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martes 7 de abril

casos confirmados: 393

muertes: 15

Rosa, que me conoce, me provoca. Mira, mira, esta noche hay otra superluna. Ya he perdido la cuenta de los años en los que cada vez que hay una luna llena, los noticieros del mundo, con gran algarabía, anuncian la última oportunidad histórica de ver la superluna azul, o plateada o roja o sanguínea, que es como roja pero más líquida, o rosa, que es como roja, pero más floral... la madre que los parió. Y todos como borreguitos con cámara a hacer la foto para al día siguiente compartirla en la red social de turno y la selección de turno en el noticiero que la anuncia como diciendo: ¿Ven? Testigos históricos y de excepción. Es como en la información del tiempo en España, hablan de que va a llover en Polonia y en Letonia habrá viento, pero de eso ya otro día, que tengo que racionar las ideas también.

Hoy ha ido Rosa a la compra, que es martes. Me ha pedido que le hiciera una lista y solo me ha traído las cebollas y las aceitunas, el resto ni caso, ni la cerveza, ni el cable para el iPhone, que el que tengo ya peligra, ni el mat para el pilates, que con ese que usas te vas a hacer daño en la espalda, ni la botella de prosecco, para terminar esa otra de Aperol que me mira desde la cocina. Nada. Y luego dicen que somos los hombres los que no sabemos ir al mercado.

Un Aperol spritz necesito tras leer las noticias de Loreto, dos tras hablar con algunos amigos. No sé si tendré suficiente en la botella si le sumo los estados de Facebook de todos mis conocidos del río. En Iquitos hay dos hospitales, el Regional y el de Iquitos. Ayer o antes de ayer se supo que dos médicos y un trabajador de mantenimiento habían sido contagiados por el coronavirus. Como consecuencia, la Emergencia del Regional ha sido cerrada durante cuatro días para su desinfección. Leer las declaraciones del doctor Renzo López al diario La Región hace que salgan llagas. Al cierre de la Emergencia se suma la denuncia de los chanchullos con las pruebas y los laboratorios: «Estos laboratorios ahora pululan por los hospitales de manera escandalosa, lo que se debe averiguar. Se convierte en un pretexto eso de que no hay reactivos, que no hay equipos, todo para, al final, enviar a los familiares de los pacientes a sacar análisis en laboratorios particulares. Todo esto estaría ocurriendo con la complicidad de algunos malos colegas», habló.

La corrupción es un virus que recorre pasillos, caminos, trochas, ríos y quebradas. La corrupción impregna la epidermis de los hombres que habitan los despachos, las ciudades o las comunidades. No hay distinción, mestizos o indígenas son sensibles a los cantos de sirena del dinero fácil. El dinero ha impuesto su lenguaje. La plata solo habla un idioma, el de la plata. No necesito acudir a la hemeroteca para poner ejemplos. No daré detalles, creedme si queréis y si no botad estas palabras al tacho, a nadie le va a importar. En 2016 hubo, si no recuerdo mal, catorce derrames en el entorno del Marañón. No voy a buscar mis notas para aportar credibilidad con fechas y lugares. De uno de ellos que recorrí supe, tiempo después, quién lo cortó, supe quién le pago, supe quién instigó al perpetrador. Todo eso supe y también supe que, igual que yo, todo el mundo lo sabía. Cuando digo todo el mundo, digo Policía, abogados de los pueblos indígenas, representantes de la empresa afectada, líderes de las federaciones... y no pasó nada. Oí después que todos los casos del 2016 fueron archivados porque la Fiscalía declaró que no tenía medios para investigar. Fui a visitar aquel mismo año otro punto donde el ducto expulsaba crudo y me cruceé con el fiscal. Venía acompañado de la representante de la empresa, dejadme ser vago, los que sabéis de qué hablo sabéis poner nombres, y los que no, no los necesitáis, los hechos en sí son suficientes. El fiscal me dijo que ya había levantado acta conforme a lo que la señora representante de la empresa petrolera estatal le había explicado. Al año siguiente César Villanueva presidió en el Congreso una comisión para investigar los derrames y con nombres, apellidos y RUC denunció que extrabajadores de la misma petrolera estatal habían constituido empresas que ganaron contratos millonarios para hacer labores de limpieza y remediación para las que no estaban homologadas. César Villanueva está ahora en la cárcel, tras haber sido Primer Ministro, por actos de corrupción de cuando era gobernador de San Martín y se dejó alcanzar por el largo aliento de Odebrecht. Esperaba la lancha otro día para salir de la comunidad y el familiar de un vecino contratista me explica cómo hay apus que cobran a las empresas hasta cuarenta mil soles por permitirles trabajar en sus comunidades. Lo peor es que cobran mil soles a sus vecinos por ponerles en la lista para obtener un trabajo con ellas.

Sigo leyendo la prensa. Richard Rubio, de AIDESEP, la asociación de los pueblos indígenas de la Amazonía, declara: «Muchas organizaciones con sus propios medios han tenido que cerrar sus carreteras. En el caso de Loreto, las lanchas, pongueros y deslizadores siguen transitando, y siguen yendo a las fronteras, llevando pasajeros, es decir, no hay un control. De ahí nomás nos da una idea del por qué del alto índice de infectados en Loreto». Escribo a las comunidades por donde paso y me confirman que no están dejando desembarcar a nadie, pero ven pasar embarcaciones, algunas con alcalde y todo, no se sabe si huyendo de la pandemia o haciendo visitas protocolares.

El Peruano titula en letras grandes «El gobierno está preparado para enfrentar la parte más difícil de la pandemia». ¿Lo está Loreto? ¿Lo está el país?

Las fotos del día son de archivo, de parte de lo que hablo, que no es sino una mínima parte. Ya le dedicaré otra crónica o alguna más. Una cuarentena entera no sería suficiente para intentar explicarlo y que se entendiera. Si yo soy el primero en darme cuenta de que no entiendo nada.

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