Читать книгу Kafra y el derecho - Julio Picatoste Bobillo - Страница 14
4. UN FUNCIONARIO ALTAMENTE VALORADO
ОглавлениеLo dicho hasta ahora, no significa que aquella lucha interna, aquella incompatibilidad entre el deber inexorable y una ardiente vocación hicieran de Kafka un empleado descuidado o indolente; antes al contrario, como ya se ha dicho, era muy estimado por la calidad de su trabajo y buen trato. Uno de los funcionarios del Instituto, viejo compañero de Kafka, le cuenta a Max Brod que “se había ganado el afecto general, que no tenía ningún enemigo. Su sentido del deber era ejemplar, su trabajo era altamente valorado”95. Murray rememora el testimonio de un compañero de oficina, Alois Gütling, que hablaba del tacto con el que Kafka trataba a la gente y de la admiración que le dispensaban sus colegas por su talento jurídico96.
Por más que Franz Kafka fuera diligente cumplidor de sus tareas profesionales en el Instituto de Seguros y gozara por ello de estima y consideración, no puede disimular su poca afición al mundo judicial, su hastío y rechazo cuando tenía que comparecer ante los tribunales para defender los intereses del Instituto. Son expresivas algunas de las cartas que escribe a Felice. Véase, por ejemplo, la que le dirige en febrero de 2013 (aparece fechada del 5 al 6): “Estuve en el tribunal hasta las 2 sin interrupción (no se alcanzó decisión alguna, la causa tuvo que ser aplazada una vez más, pero yo me dejaré moler a palos antes que volver allá) …”. El 20 de abril siguiente, vuelve a escribirle en estos términos: “Me he quedado en la cama demasiado tiempo, con la cabeza llena de los más enojosos pensamientos y con una invencible repugnancia hacia los preparativos, que sin embargo son indispensables, para mi actuación ante el tribunal de Aussig el martes”. El mismo día 20 escribe otra carta: “Aquí me tienes, domingo por la noche, a punto de irme a acostar y todavía no he preparado realmente nada para el tribunal de Aussig, pese a que mañana apenas tendré tiempo y pese a que, si quiero ir allá con solo una pequeña esperanza de éxito, o por lo menos con alguna seguridad de no quedar en ridículo, tendría que ordenar en mi cerebro mil cosas, para una causa tan complicada como la que se ha de ver. Pero no puedo, no puedo. Si solamente se tratara de estudiar los dossieres, pero previamente a esa labor, para que no se note mi repulsión, hay rocas que he de desalojar primero. No puedo”97.
Su vocación era decididamente literaria. Leemos en su diario la anotación hecha el 28 de marzo de 1911: “mi felicidad, mis aptitudes y cualquier posibilidad de ser útil en algún aspecto residen desde siempre en lo literario. Y es en este campo donde, por lo demás, he vivido situaciones (no muchas) que, en mi opinión, están muy cerca de los estados visionarios (…) y en ellos, me siento transportado no solo a los límites de mí mismo, sino a los límites de lo humano como tal”98.
La literatura era, pues, su vida, su “lucha por la supervivencia”99. Podíamos decir que Kafka era constitutivamente literatura; esta era, como él mismo decía, la manifestación más productiva de su personalidad100. Por eso confiesa en su diario: “todo lo que no es literatura me aburre y lo odio”101.