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6. EL ESTILO

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Característica de la escritura de Franz Kafka es su sobriedad, la ausencia de ornamentos, como si su propósito fuera no distraer la atención del lector hacia otra cosa que no sea lo que está contando, a sabiendas de que la historia que relata requiere de una especial concentración, sin que destello alguno del lenguaje desvíe al lector de la tensión del relato.

Hemos hablado de Praga como entorno existencial del escritor checo. Pues bien, hay autores que opinan que esa envolvente atmósfera urbana de ciudad tan singular conformó de manera decisiva la temática y estilo de su prosa108.Y si hay quienes atribuyen a la atmósfera de la ciudad del Moldava una influencia en el estilo del escritor checo, Ripellino, a propósito de El proceso, nos sugiere una perspectiva inversa según la cual es su escritura “sobria y precisa, la escritura monódica, vítrea, desnuda de oropeles: la seca y objetiva argumentación talmúdica”, la que evoca en el lector la percepción e imagen de una Praga “aún más arcana y onírica”109.

Si en algo coinciden los analistas de la obra kafkiana es en la sobriedad de su estilo, calificado incluso de frío y objetivo, si bien de estas notas extraen caracterizaciones diversas. Así, para Ernesto Sábato, lo que es “fría objetividad expresiva”, revelaría, curiosamente, “un subjetivismo tan extremo como el de los sueños” y aún apunta a otro singular contraste: “describe su mundo irracional y tenebroso con un lenguaje coherente y nítido”110. Otros autores destacan de ese estilo magro y objetivo “la intensidad conceptual que subyace a lo manifiesto”111.

Especialmente interesante es el comentario de Hannah Arendt: “Su prosa no parece revestir ninguna peculiaridad; no tiene, por sí misma, ningún rasgo seductor ni embriagador; al contrario, está al servicio de la pura comunicación, y su única característica es que si se analiza atentamente, se verá siempre que lo que comunica no se podría decir de manera más sencilla, más clara, más breve. En esta prosa, la facultad de amaneramiento está llevada casi al extremo de la ausencia de estilo, y la falta de enamoramiento por las palabras como tales alcanza un límite rayano en la pura frialdad. Kafka no tiene palabras favoritas, ni construcciones sintácticas predilectas. El resultado es un nuevo tipo de perfección que parece equidistante de todos los estilos existentes en el pasado”112.

No falta quien destaca el contagio de lo jurídico en el estilo de Kafka. Si Carmen Gauger habla de un “lenguaje burocrático”113, para Luis Izquierdo “el estilo jurídico –aparte de su admiración por Stendhal– rezuma impasible, terminante y ambiguo a lo largo de su obra”114.

Para concluir, podemos decir con Sánchez Meca que es evidente que el éxito y celebridad de Kafka no se deben a su técnica narrativa, a su estilo literario, toda vez que, como acabamos de ver, su escritura carece “de todo tipo de adornos metafóricos, de figuras poéticas y de cualquier clase de manierismo lingüístico. Emplea simplemente un lenguaje claro y neutral, como el que usamos normalmente en la vida cotidiana”. No es, pues, su lenguaje el que capta y cautiva al lector, sino “los temas y los contenidos”115 y ellos son, al cabo, los que explican el éxito post mortem de Kafka.

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