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Especialidades y categorías de coaching

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En principio, podemos dividir esta disciplina en dos grandes categorías: coaching personal o de vida, y coaching en organizaciones. Dentro del coaching personal, los coaches pueden llamarse de distintas maneras que responden a sus habilidades o público objetivo, entre otros:

• Coach personal.

• Coach de carrera.

• Coach profesional.

• Coach de relaciones.

Es muy importante diferenciar el coaching personal del ce. Si están ganando experiencia en el dominio de las organizaciones y provienen del coaching de vida, estén atentos a no “descarrilarse”. En el proceso de aprendizaje de ce, puede suceder que ante una situación incómoda con un cliente, cuando estén hablando de un tema del negocio donde el ejecutivo puede hacer o no una diferencia, si ustedes no están seguros van a recuperar lo que sí saben y derivar la situación al coaching personal: “¿Con tu papá te pasa lo mismo que con tu jefe?”. El desafío de ustedes va a ser no entrar a esa zona de confort, porque el coaching ejecutivo no es coaching personal.

Si bien es posible que para las personas que logran resultados en el negocio, el ce también tenga un impacto en su vida personal –porque trabajamos y observamos patrones de conducta, emocionalidad, estados de ánimo, formas de ser, confianza dentro del contexto organizacional en el que se desenvuelve–, nuestro foco es lo que le pasa en la organización y en su relación con todos los stakeholders o actores clave (personas que se relacionan y son impactadas por las acciones y decisiones de la empresa: colaboradores y su entorno y familia, comunidades, accionistas, inversores, clientes, proveedores). Las organizaciones nos pagan para que lo que trabajemos con esta persona tenga un impacto en la organización, que sea visible para todos los involucrados.

Si un ejecutivo está atravesando una situación particular, no podemos desestimarla y decir “volvamos a tus indicadores porque no vendiste nada”. Pero sí podemos tomar de su situación temas que se parezcan a la situación laboral, o patrones de conducta que tengan un traslado a otros dominios de la vida y usarlos de manera integral. No queremos que la gente deje sus problemas personales afuera de la organización, sino que coacheamos desde una visión de plenitud, donde las personas acuden al lugar de trabajo con todo lo que son y todo lo que les ocurre.

Experiencia

Un director de ventas de una gran empresa de pinturas se estaba divorciando y no tenía “cabeza” para pensar en los negocios.

—No tengo cabeza para trabajar.

—Bueno, muy bien, cuéntame cuáles son los patrones que observas en tu conducta y en tu forma de relacionarte de los que puedes hacerte responsable y que te llevaron a que te divorcies.

—Bueno… No le dedicaba tiempo, llegaba muy tarde a mi casa, no tenía espacio para mi vida personal, no escuché más…

—Yo no voy a hablar del divorcio, pero sí quiero que observemos los modelos de conducta y las formas de relacionarte, que en tu vida personal tuvieron estos resultados, porque también los puedes tener en tu vida organizacional. ¿Cómo se relaciona lo que te pasó con el mundo organizacional? ¿Escuchas a tus reportes? ¿Les dedicas tiempo? ¿Estás dispuesto a cambiar puntos de vista?

El arte está en lo que ustedes traigan y puedan observar de lo personal. Cuando no tenemos experiencia nos enganchamos con las historias, pero se trata de ir más allá para ver cuáles son los núcleos donde se originan los resultados de la vida personal y del trabajo. Si el cliente insiste en traer temas personales, nosotros tenemos que saber marcar cuáles son los límites del ce. No ignoramos su vida personal, pero estamos para trabajar en cómo poder desarrollar habilidades, competencias, sensibilidades que muevan la aguja del mundo organizacional.

Los coaches somos responsables por las promesas que hacemos y por lo que nos van a pagar: volvamos siempre a eso y que el cliente haga el traslado. Si el cliente trae una emocionalidad, esa emocionalidad la llevamos al trabajo.

Experiencia

En una sesión con la directora general de una institución de salud, ella comentó que le dieron un pésimo diagnóstico médico.

—No puedo ni hablar.

—Entiendo el shock en el que estás ahora mismo –mientras se lo digo, le espejeo su corporalidad; se podía percibir en el tono de su voz el nudo en la garganta, la tristeza que le había causado ese tema–. ¿Qué sientes al respecto?

—Me siento enojada y frustrada. Pero a la vez con ganas de ocuparme de salir pronto de esto.

—¿Tienes alguna idea de cómo hacerlo?

—Sí, hasta sé con quién tengo que ir, lo que me preocupa es mi equipo de trabajo y el proyecto.

—Imagínate cómo impactaría esto en tu equipo de trabajo, si con esta emoción y todo, igual demuestras que tu compromiso no se mueve, ¿en quién te convertirías? ¿Qué ejemplo le darías a tu equipo de trabajo? ¿Qué oportunidad es esta situación para ti? No digo que no estés triste y que te pongas un traje de amianto como si no te pasara nada, digo que reconozcas y uses tu emoción, y aun así sigas con tu compromiso, porque en tu vida personal tienes una hija, tienes un marido, tienes tu familia y vas a tener que convivir con ellos también desde esta emoción. ¿Qué opinas al respecto?

En el ce trabajamos en un contexto organizacional para los resultados del negocio y focalizamos en cómo el cliente puede ser un motor para alcanzarlos.

Dentro del coaching en organizaciones podemos encontrar las siguientes categorías o especialidades:

• Coach ejecutivo.

• Coach de negocios.

• Consultor.

• Coach profesional.

• Coach corporativo.

• Coach organizacional.

• Coach de bienestar o felicidad.

• Gerente, director, etc.

• Coach en marketing, ventas, finanzas, etc.

Es importante destacar que a mayor especificidad en el área de experiencia, más fácil es para el cliente comprender y captar en qué se especializa el coach y cómo lo puede acompañar.

Nosotras entendemos que no es necesario que el coach sea experto o tenga conocimiento sobre la actividad que realiza su cliente. Un coach con una excelente habilidad para escuchar puede detectar con facilidad las incoherencias manifestadas por el cliente, entre lo que dice querer obtener y lo que hace o piensa. El “no saber demasiado” le permite al coach hacer preguntas desde la curiosidad, que lo orienten y orienten al cliente hacia los resultados, así como también permiten clarificar los objetivos y las áreas de aprendizaje que explorarán a lo largo del proceso. En la mayoría de los casos no somos expertos en el área de especialidad de nuestro cliente, más bien somos un socio para nuestros clientes en la interpretación del mundo y las formas de expandirlo, y para ello nos apoyamos en el lenguaje entendido como una expresión del ser. El lenguaje oculta e ilumina, y lo utilizamos para hacer una diferencia en el espacio de posibilidades. En ocasiones dominamos la especialidad de nuestro cliente y podemos aportar conocimiento (y serían más bien intervenciones de mentoring o consultoría). Sea cual fuere el background del coach, el propósito del CE es el mismo: asistir al cliente para que logre los resultados que se propone.

Estrategias de coaching ejecutivo

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