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MONONOKE HIME

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Dibujada en menos de un mes, esta serie de acuarelas acompañadas de textos cuenta la historia de un samurái que entrega a su tercera hija a un enorme lince de la montaña –un mononoke– a cambio de salvar su propia vida. Aunque la versión original de 1980 y la reedición de 1993 son prácticamente idénticas, Miyazaki introdujo una serie de cambios para hacer la historia más comprensible: eliminó tres acuarelas, añadió trece nuevos dibujos, alteró el orden de algunos bocetos y cambió el objeto en el que los protagonistas surcan los cielos después de conseguir el espejo mágico –en el original una bola de cristal y en el segundo una campana de bronce–. No obstante, las líneas generales quedaron intactas puesto que estos cambios se introdujeron únicamente para rellenar las lagunas y pulir las imperfecciones narrativas del original.

El relato comenzaba con un guerrero volviendo derrotado del campo de batalla que se pierde en el bosque. En su divagar ve una luz dentro de un gigantesco árbol y decide entrar. Allí descubre un acogedor hogar y un caldero con comida. Hambriento, el samurái comienza a saciar su apetito pero, en ese momento, llega el dueño de la morada: un felino gigante de la montaña que le amenaza con devorarle vivo. El guerrero le pide clemencia y le ofrece a cambio de su vida la mano de una de sus tres hijas. Mononoke le lleva volando de vuelta a su castillo y le deposita en el tejado. Cuando el señor feudal relata su desventura a su mujer, ésta le responde airada que no solo ha perdido la batalla sino que también ha prometido deshacerse de una de sus hijas mientras que el enemigo se aproxima para atacar la fortificación. Dicho esto, la dueña de la casa parte lejos junto a sus dos hijas mayores dejando solos al samurái y a su tercera hija, la única que debido a la bondad de su corazón decide quedarse junto a su padre.


Mononoke Hime. Studio Ghibli. 1993.

El samurái experimenta un gran desasosiego, las tropas enemigas se acercan y él se siente inerme. En ese momento, el techo de la sala en la que se encuentra se rompe en mil pedazos y cae en la estancia un onigawara3. La estatua le ofrece al guerrero un trato: si le cede su cuerpo le hará infinitamente más fuerte. Sin ser consciente de que se trataba de un espíritu maligno y desoyendo los ruegos de su hija, el samurái acepta el trato y deja que el ente diabólico invada su cuerpo. Desde ese momento adquiere gran apetito y aniquila a sus enemigos sin esfuerzo: la armadura demoniaca que portaba le había poseído por completo. Sabedor de que su hija es la única que conoce su secreto, el señor planea deshacerse de la princesa. La promesa y la próxima visita de Mononoke en la noche de luna llena resolverían su problema para siempre.

Mononoke lleva a la joven a su guarida, dispuesto a festejar sus esponsales. Sin embargo la muchacha rechaza contraer matrimonio: no puede casarse hasta liberar a su padre del demonio que le posee. A pesar de las amenazas de Mononoke, ella se niega a claudicar en su petición y le promete ser su mujer si accede a ayudarla. La pareja inicia así un peregrinaje hasta el recóndito corazón del bosque, escalando escarpadas montañas, combatiendo el clima adverso y atravesando cascadas impenetrables en busca de una vetusta tortuga que, según la leyenda, era increíblemente sabia. Cuando la encuentran, el galápago le ofrece a la muchacha un antiguo espejo de bronce, oculto en las profundidades del lago, que permitirá destruir al espíritu diabólico siempre y cuando quede alguna pizca de humanidad en el corazón de su padre. Antes de despedirse, la tortuga le dice a la princesa que, cuando se enfrente al espíritu, el factor decisivo será la fuerza de voluntad de la joven.

Al llegar al antiguo castillo, éste se había convertido en una monstruosa fortificación gracias al inmenso poder de la fuerza diabólica. Se podía oír por doquier el clamor de la batalla y el fuego que salía de las forjas de metal parecía quemar la propia tierra. La princesa intenta ayudar a los desvalidos aldeanos mientras el ejército de su padre le da caza. Mononoke protege a su prometida lo mejor que puede pero, tras ser acorralado en un acantilado, resulta malherido a consecuencia de los disparos y de la caída. El vínculo entre la pareja es más fuerte que nunca pero la joven no ceja en su empeño de salvar a su padre mientras que Mononoke se siente cansado y solo quiere volver a casa. Al amparo de una cueva, mientras pasan la noche ocultos de los guardias de su padre, la muchacha echa un vistazo al espejo entregado por la sabia tortuga y le es revelado el pasado de su compañero: un joven pendenciero y arrogante que había terminado convertido en un mononoke como castigo por sus fechorías.

La princesa no quiere traicionar la promesa que le ha hecho a su compañero pero debe salvar a su padre. Deja al lince de montaña durmiendo en la cueva y se dirige al palacio decidida a confrontar al espíritu maligno. Mientras, Mononoke despierta solo y corre desesperado al castillo fortificado sin importarle los disparos y ataques de los soldados que encuentra a su paso. La tercera hija llega finalmente a los aposentos del demonio y apunta con el espejo hacia su padre. El horripilante espíritu se separa del cuerpo de su residente y la chica abraza a su padre. Sin embargo la entidad maligna se introduce en una armadura y, como había absorbido la sangre del samurái, empieza a crear un cuerpo propio. Ataca a padre e hija con intensas llamaradas pero en ese momento llega Mononoke y se interpone en su camino. Al darse cuenta de que no puede vencerle con fuego, la armadura maldita sale huyendo con un Mononoke en llamas pisándole los talones. Se enzarzan en un violento combate y, finalmente, el demonio se esfuma con un bramido de pavor mientras que Mononoke, con su poder agotado, se desploma. La tercera infanta, testigo del combate, se acerca a él y prorrumpe en lágrimas al ver que su prometido se ha sacrificado para salvarla. Su sorpresa es indescriptible cuando oye a Mononoke pedirle que no llore, ya que el líder de los mononoke de la montaña no puede morir y dejar sola a su esposa.

Con su último aliento, el samurái muere en brazos de su hija, no como demonio sino como humano. Por su parte, los aldeanos que habían sido oprimidos por la tiranía del demonio hacen pedazos la fortificación mientras Mononoke y su mujer vuelven a las montañas4.

Biblioteca Studio Ghibli: La princesa Mononoke

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