Читать книгу Los cuerpos partidos - Álex Chico - Страница 9

II

Оглавление

Nunca le pregunté nada a mi abuela y, ahora que lo intento, sé que es demasiado tarde. Pude hacerlo mientras vivía en su piso de la avenida de Madrid, o cuando pasábamos el verano en Cúllar Vega. Quizás fuera demasiado pronto para cuestionar mi pasado, o me invadiera un exceso de pudor, no lo sé. Al fin y al cabo, yo no era más que un niño. Pensaba que cualquier pregunta que pudiera formular siempre iba a estar bajo sospecha, como si me estuviera inmiscuyendo en un asunto que no era el mío. Pero sí que lo era, solo que por aquel entonces aún no lo sabía.

Desconozco qué hubiera ocurrido si me hubiese formulado las mismas cuestiones que me planteo ahora. Imagino que aquel pueblo de los veranos sería diferente. Si no del todo, sí al menos mucho más confuso de lo que recuerdo en este momento. Si hubiera preguntado qué ocurrió tiempo atrás, habría accedido a una realidad voluble, huidiza. Pero yo era un niño y no tenía pasado. Y como yo no lo tenía, todo lo que estaba a mi alrededor también carecía de memoria.

Los cuerpos partidos

Подняться наверх