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SANTA FE, HOSPITAL DE NIÑOS: LO INSTITUCIONAL

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Llegamos así a la historia regional, a Santa Fe. En sus orígenes5 fue un territorio habitado por grupos de nativos (tribus tobas, guaraníes, mocovíes, pilagás, guaycurúes, querandíes, abipones, timbúes, quiloazas, mocoretás y corondas). El primer asentamiento europeo data del año 1527. Cincuenta años después, Juan de Garay fundó la ciudad de Santa Fe, el 15 de noviembre de 1573 en las barrancas del río de los Quiloazas, actual San Javier. Debido a las reiteradas inundaciones, se emplazó la ciudad en su lugar actual. Bautizada por Juan de Garay, se llama así6 por decisión de los reyes de España, en honor a la Virgen Francesa de Sainte Foy.

El 7 de diciembre de 1947 se funda el Hospital de Niños, equipado con la más alta tecnología. Fue definido como un moderno hospital, “que no tiene similar en el país”. Tenía capacidad para ciento cuarenta pacientes y su diseño fue premiado en un congreso internacional de Arquitectura en Lima.7 Funcionó como Hospital de Niños durante cincuenta y dos años, desde su fundación, hasta agosto de 1999, cuando fue trasladado al suroeste de la ciudad. El primer nombre del Hospital de Niños fue “María Eva Duarte de Perón”; luego pasó a llamarse “Dr. Ricardo Gutiérrez” y actualmente “Dr. Orlando Alassia”, quién creó la Fundación del Hospital de Niños.

A lo largo de estos años, Santa Fe fue cambiando; tanto la ciudad capital como la provincia albergan una gran heterogeneidad en sus territorios y portan las características de los grupos nativos y también de las inmigraciones europeas. En este contexto histórico, este hospital se ubica como una institución hegemónica con una fuerte referencia política hacia los niños. Cuestiones que aún influyen, en este contexto social, ya que se siente la alta referencia de la institución en la región y su incidencia en los circuitos sociosanitarios. No es nuestro objetivo escribir acerca de la historia del Hospital de Niños y de Santa Fe, pero esta mirada y lectura singulares de la historia aportan elementos vitales para el trabajo. Ningún lugar puede entenderse desde lo macro o desde un contexto amplio. Cada sitio (como cada paciente, historia o situación) posee un devenir singular y particular que amerita ser puesto en valor y analizado.

En el Hospital de Niños, los discursos de la ciencia y del mercado están presentes en la Medicina general y también en la Pediatría. En las prácticas hospitalarias impera ese discurso médico hegemónico y dominante que desplaza el lugar del sujeto. Poco a poco, otros discursos van ganando lugar en el campo de la Salud y en los ateneos hospitalarios, pero aún persisten la fragmentación de las prácticas, la patologización y la medicalización como parte de este clima epocal, contrapuestas a la apuesta clínica de la subjetividad y a la normativa de los derechos humanos que existe en las leyes nacionales (como, por ejemplo, la Ley Nacional Nº 26061 y la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26657).

Estos son temas aún pendientes para el trabajo hospitalario, que requieren un sostén decidido por parte de los trabajadores.

Las múltiples realidades de los niños, niñas y adolescentes (NNyA) se inscriben en las coordenadas mencionadas anteriormente, produciéndose las categorías conceptuales infancias en estado de excepción, infancias desbandadas, sin mitos y sin leyendas, y emancipadas, efecto del desamparo y la ausencia de la ley, al decir de Minnicelli (2017). Lo colectivo y lo singular se imbrican en el “todo vale”, donde se juega el devenir de la vida, y genera efectos de desvalimiento. Esta realidad propone una clínica que implica y reclama especificidad: la clínica del desvalimiento con infancias y adolescencias, tema que será objeto de análisis de otro capítulo.

¿Qué hace un psicoanalista en un hospital?

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