Читать книгу El hospital del alma - Lourdes Cacho Escudero - Страница 21
ОглавлениеLevadura
Las maletas de mi tía Isabel traían el aroma del pan a la calle. Por el Carmen, como si no hubiesen pasado los años, la fiesta de los marineros llegaba a la casa de mis abuelos desde Bilbao y ocupaba la alcoba de los invitados. Era la panadera más guapa que jamás nadie había visto, la mayor de una familia de seis hermanos, la que escribió una historia de amor con harina y levadura. El mes de julio hacía higuera en sus ojos y la sombra de su mirada recuperaba el verde de una infancia en brazos de una madre. Cuando llegaba, su despacho de pan se trasladaba hasta una tarde sin siesta donde ella saboreaba las horas, hasta una piscina donde cinco hermanas hilvanaban secretos, hasta una bodega donde el único hermano respiraba en familia la vida regalada y me guiñaba un ojo en la memoria de un nueve de julio. La noche entre escabeche y baile de parrilla se adentraba en los platos y yo miraba el rojo de un tomate que en ellos era vida y el pan de cada día unos huevos cubiertos de fritada. El vino resbalaba por la obediente garganta que guardaba el peso de los años en baúl de silencio y las blancas mejillas de la luna simulaban la miga del pan tierno que vencía a mi sueño. Amasaba en sus brazos canciones de otro tiempo y cuando quedó viuda volvió a mis diecisiete para vivir un siglo. La corteza de la vejez le endulzó la sangre y le robó una pierna y la ciencia del amor al ver a mi madre asear sus penas, llenar de lavanda sus mañanas, hidratar su piel y tallar su equilibrio llenó de una inocencia necesaria mi perspectiva del invierno. Antes de morir me regaló su alianza comprada con el sudor del pan y horneada en el sacrificio. La llevo en mi anular cual currusco que quita el hambre o harina con que amasar el corazón, cual levadura que aumenta el espesor de mis latidos…