Читать книгу Lagunas y gitanos - Luciana Pallero - Страница 18
La verdad de Susana
ОглавлениеTengo treinta y nueve, estudié peluquería pero soy cuidadora de un señor mayor. Es un señor educado, tiene olor a pis, paga en negro, cuando puede te manosea y le teme a la muerte. A la mañana lo visto, lo hago caminar por el comedor, cambio las sábanas, luego comemos, mira televisión y a la hora de la merienda me manda a comprarme dos sándwiches de miga.
La panadera tendrá unos años más que yo. Usa delantal a cuadros sobre una panza rolliza por embarazos y el pelo pajoso por la tintura en una colita alta. Se llama Susy y siempre tiene algo para decir:
—¿Y el viejo cómo anda?
—Jodiendo —yo le cuento. Descargo.
—¡Vos no le hagas caso, nena!
Susy siempre me dice lo mismo:
—¡Andate de ahí!
—Sí, Susy. Cuando pueda me voy a ir —como si fuera tan fácil, pienso.
—¿Y la mujer no lo cuida al viejo asqueroso?
—¡Qué lo va a cuidar! Viene una vez cada tanto. Vive en otro lado.
—Todas putas.
—No lo soporta.
—¿Y no lo lava, no lo baña, nada?
—¡Noooo! La señora no le perdona que no se casó con ella. No lo atiende.
—¿Y la guita?
—Para los hijos.
—Ahí tenés. Todas putas.
—Todas no. Al viejo lo lavo yo. Y por dos mangos con cincuenta —digo y nos reímos.
—La que no es pobre es puta. Donde mires, todas putas. ¿Cómo se sale de pobre si no? ¿Trabajando? ¿Eh? —Susy me da el paquete de papel—. ¿Eh?
Miro los ojos de Susy que me interrogan abajo de sus mechas secas de pelo decolorado. No supe qué responder.
Después, le pagué veintinueve pesos y me fui.