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¿Quién soy yo?

¡Vaya pregunta! Todavía estoy descubriéndome, cada día soy alguien nuevo, cada día me transformo y son muchas las características que me definen.

Tengo días en que mi comportamiento es más comprensivo, dulce, encantador, sereno; sé lo que quiero y dónde quiero estar o ir, tengo rasgos de personalidad cariñosa, alegre; pero, a veces, tengo ratos donde no sé qué quiero, me vuelvo taciturna…

¿Quiénes somos realmente? Solo puedo decir que me llamo María Jesús y que tengo un gran interés por aprender todo lo que la vida me quiera enseñar. Soy una eterna aprendiz de vida, nutriéndome cada día, con calma pero sin pausa (slow life).

Mi ciudad de nacimiento es Madrid, donde he vivido y lo hago actualmente.

Mis parentescos son hija, hermana, pareja y madre, además de amiga, enfermera, docente y comunicadora; ámbitos que me han aportado mucho y me han consolidado como persona, ya que me han situado en la realidad y me han ayudado a crecer en todos los ámbitos de mi vida.

El estar en contacto con el sufrimiento y la muerte desde temprana edad (diecinueve años) hace que te sitúes en un plano distinto al resto de tus amigos y de la vida en general.

Desde pequeña me encantaba actuar y cantar. Aprendí a tocar la guitarra y a tocar en el coro de la iglesia de mi barrio. Después, con la rondalla de mi pueblo, íbamos a residencias a cantar y tocar villancicos, entre otras cosas. Durante dos veranos actué y bailé en festivales locales de mi pueblo, que preparábamos en verano con todo aquel que quisiese participar. Cada cual hacía lo que sabía y/o quería, nos enseñábamos entre nosotros, nos hacíamos los trajes, el decorado, etcétera. Estas experiencias fueron muy enriquecedoras, así como los años en los que pertenecí a un grupo scout (de los once a los catorce años); me ayudaron a conocer a magníficas personas (que aún conservo entre mis amistades) y a conocerme mejor. En aquella época estaba llena de inseguridades y complejos (como suele ocurrirnos a la mayoría).

Durante los años 2006 y 2008 participé en varias series de televisión. Comencé actuando como enfermera en un anuncio de un parto en un sofá porque conocí a un director de cine en un aviso con la UVI móvil, hablamos de mi faceta de actriz (aficionada), quedamos en Madrid para ver el rodaje de la película que estaba grabando en ese momento, le hablé de ser actriz cuando me jubilase porque soy tímida y con esa edad no haces papeles de desnudo ni tienes que darte muchos besos íntimos, je, je; después coincidimos en una pequeñísima licorería de la Sierra Norte de Madrid mientras yo tomaba un café con mi familia, y tres días más tarde me llamó para realizar ese anuncio.

Con el tiempo conseguí intervenir en series de TV como Cuéntame, una miniserie sobre Franco (también como enfermera que lo atendía en sus últimos momentos), hice dos apariciones con diálogo en la serie UCO (Unidad Central Operativa) igualmente como enfermera que atendía un disparo en el hombro; y, en la segunda temporada, atendiendo un parto en una comisaría. Después estuve como consejera en la serie… En fin, me encasillaron desde el primer momento… Ja, ja.

También he cubierto los premios Goya como enfermera durante varios años, donde conocí a muchos actores y actrices de renombre como Antonio Banderas, con quien me hice mi primera autofoto, llamada selfie actualmente.

Realicé traslados nacionales e internacionales de pacientes, es decir, repatriaciones, durante las cuales también conocí ciudades y pacientes con sus historias, todas ellas interesantes.

He trabajado como enfermera en el quirófano de las corridas, donde me llevaba a mi padre porque le gustan los toros.

Ni mi nombre, ni mis parentescos, ni mis profesiones, me definen como persona. Por eso no me presento como «soy», porque lo que me define es mi forma de vivir y de relacionarme.

Los miembros del personal sanitario somos diferentes, no porque seamos mejor que ninguna otra persona. No, nada de eso. Entre el personal sanitario hay de todo tipo de caracteres. Cuando digo que somos diferentes es porque trabajamos con personas enfermas y sus familias, y eso hace que nuestra realidad sea distinta a la del resto; valoramos otros aspectos, observamos y vemos cosas que al resto de las personas les pasan desapercibidas.

Desde que llegué a esta profesión y vi que la vida era finita, descubrí que cada día es una nueva oportunidad de vivir; cada día nos muestra su cara para que disfrutemos de ella sin cuestionarnos si es la correcta o no. Se trata simplemente de vivir cada instante de forma consciente.

Desde la niñez (sobre todo a las niñas) nos educan para cuidar a quienes están cerca. Esto es una gran presión, creencia, e incluso carga para muchas mujeres en distintas culturas. En mi caso, si además le sumamos la vocación de enfermera, la carga se multiplica por mil, hasta el punto de poner por delante de ti al resto de las personas, incluso a las desconocidas, con el consiguiente desgaste emocional que implica estar para todos en cualquier momento del día, cualquier día del año.

Sonrevivir

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