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Nuestro EGO: ese señor que vive en el ático

Todas las caras del ego traen placer a corto plazo

y sufrimiento a largo plazo.

Anxo Pérez

A la señorita Rottenmeier que habita en mi cerebro la transformé en Heidi en Honolulú (dominando a mi EGO).

Vivir el presente y dejar el pasado, que pasado está, y el futuro dependerá de lo que yo haga en mi presente que es en donde puedo actuar y vivir, así que, para tener un bonito futuro, tengo que vivir un bonito presente.

No somos antipáticos, no somos llorones, no somos conflictivos, no somos… A veces nos enfadamos como todo el mundo, lloramos cuando estamos tristes (porque llorar es beneficioso como desahogo, dejamos de ahogarnos al liberar sustancias que nos van a relajar después, liberamos el estrés; al llorar deshacemos el «nudo» en la garganta y las lágrimas son las palabras que a veces no podemos decir), estamos alegres, discutimos en ocasiones, cometemos errores... como todo ser humano. La diferencia es que cuando diriges tu vida y te pones al mando, la mayoría de esas actitudes cada vez ocurren con menos frecuencia porque Heidi está tomando el control sobre la señorita Rottenmeier.

No somos… Estamos. Esta es la frase adecuada: «Estoy…».

Hace unos días comentaba con mis hijos (de veinte y diecisiete años) lo cabezones que podemos ser los adultos, y cómo hemos sido en el pasado por nuestra vehemencia, falta de respeto por opiniones distintas a las nuestras, por intentar convencer a los demás de que estaban equivocados (y nosotros estábamos en lo cierto), por nuestra insistencia y cambio de humor por no conseguirlo, por la transformación de un ambiente relajado en uno tenso tras mostrar nuestra opinión. Independientemente de tener la razón (o no), las formas nos perdían y no merecía la pena esa tensión…

Mis hijos me dijeron que tampoco era para tanto y que no pasaba nada, que todos nos equivocamos en algún momento, que ellos agradecen la educación en respeto y tolerancia que les he dado, y ¿sabéis qué más me dijeron? Que ellos se sentían muy bien hablando conmigo y que les parecía muy razonable y respetuosa… ¿Veis como Heidi está tomando el control?

Cambiarnos es incómodo e incluso doloroso, pero sin duda es necesario

Al ego (nuestra mente descontrolada) se le combate con HONESTIDAD y HUMILDAD.

La humildad es mirarnos a nosotros en vez de mirar el comportamiento de los demás. Esto es muy difícil, pero aun así debemos hacerlo cada día y, en ocasiones, varias veces al día. Cada vez que juzgamos a alguien estamos en el ego.

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