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La ignorancia

Es el mayor obstáculo a la evolución, y lo peor es que la mayoría de las veces las gente ignorante no sabe que lo es y por ello no se plantea aprender otros métodos de actuar, no se plantea cambiar porque piensa que el fallo está siempre en los demás, no se plantea mirarse al espejo por fuera y por dentro, porque es más fácil mirar y observar a los demás que cambiarse uno mismo.

Cuando vivimos en la ignorancia, nuestro ego está al control de nuestra vida. Cuanto mayor sea la ignorancia, menos evolucionada mentalmente estará la persona, más miedo tendrá y más a la defensiva estará, porque desconfía de la gente, tiene miedo a que le quiten el puesto, a que sean mejores que ella, miedo a no estar a la altura, etcétera; y más envidia sentirá ante los éxitos de las otras personas porque es incapaz de ver el esfuerzo que hay detrás de ese éxito, solo verá que esa persona ha llegado a una meta y ella no.

A mayor ignorancia, mayor sufrimiento; más miedo y menos control de nuestra vida tenemos.

Vivimos con las normas de convivencia impuestas, sin cuestionarlas; pasamos por la vida sin pena ni gloria. Bueno, pasamos con mucha pena… La vida pasa por nosotros con sus normas, en vez de elegir cómo queremos vivir.

A mayor ignorancia, más se juzga a los demás, más se les critica, más ciegos estamos porque más desconocemos; vivimos mirando solamente nuestro ombligo y juzgando a los demás según el camino que hemos recorrido nosotros.

Desde que empecé a viajar, entendí que somos millones de personas, con millones de ideas, millones de estilos de vida y millones de formas de ser feliz o infeliz. Eso me hizo ver la grandiosidad del ser humano, la variedad de culturas, normas y comportamientos, y me permitió ver el alcance de entender las distintas formas de ser, porque desde el estado atmosférico hasta nuestra mínima experiencia personal conforman nuestro carácter.

¿Cómo nos permitimos juzgar con tanta ligereza?, ¿cuántos datos nos faltan de cada persona que conocemos?, ¿cómo podemos juzgar tan rápido y fácil a la gente por el sitio de nacimiento, su ropa, su pelo o su forma de expresarse?

Se puede ser muy ignorante durante mucho tiempo a pesar de leer y estudiar mucho, porque no hablo de ignorancia intelectual, hablo de ignorancia mental (de estar dominados por el ego).

¿Cómo se cura la ignorancia?

Se cura practicando la honestidad, la humildad, la compasión (que nada tiene que ver con sentir pena), dejando a un lado el protagonismo, la rabia, la ira, la desaprobación, el egoísmo (el yo, yo, yo), el vivir amargado y amargar a los demás; superando la inseguridad (al sentirnos inferiores criticamos a los demás buscando defectos en esas personas), dejando de vivir en la comparación, en la mentalidad ególatra (sentir que somos el centro de atención, necesitamos la admiración, la adulación); dejando de mirarnos el ombligo y levantando la cabeza para mirar a las otras personas con los ojos del corazón, del amor, no de la envidia; sin competencia, sin necesidad de tener control sobre todo y sobre todos; soltando, dejando ser a los demás, abandonando el narcisismo, dejando entrar la empatía y a la asertividad.

Cuando se cura, aprendemos a vivir, ponemos luz en la sombra de la ignorancia, asumimos todo lo que nos queda por aprender, dejamos de juzgar porque entendemos que hay distintas experiencias incluso en el mismo camino.

La expresión «Qué sabe nadie» ayuda mucho para no juzgar. ¿Qué sabe nadie el nivel de estudios que tiene?, ¿qué sabe nadie la infancia que ha tenido?, ¿qué sabe nadie como han sido sus padres?, ¿qué sabe nadie en qué cultura ha crecido?, ¿qué sabe nadie lo que acaba de pasarle hace un minuto?… ¡Qué sabe nadie!

Cuando controlas tu ego y dejas salir tu esencia, la envidia pasa a ser admiración, el miedo no domina tu vida, la confianza gana a la defensa, aumenta la comprensión, la sonrisa sincera aflora con facilidad, aparece el halago en vez de la crítica (porque pones el foco en lo positivo), no te comparas, aceptas que cada cual tiene distintas capacidades, la gente te parece más bonita, sientes la necesidad de aprender, de seguir mirando dentro de ti para poner luz en cada oscuro rincón porque tú vas a ser tu mayor y mejor objetivo; porque cuando te mejoras, el mundo mejora pues lo miras a través de un cristal limpio de orgullo, un cristal transparente de aceptación y bondad, donde cometer errores es normal, donde no todos están en el mismo nivel evolutivo, sin sentirte mejor por ello, sino simplemente aceptando que la vida es así, como es, como nos llega, con sus días luminosos y sus noches oscuras.

Recuerda que cuando algo te perturba y sientes la necesidad de reaccionar, es porque algo en tu interior no está resuelto. Siempre se puede pedir ayuda para que nos orienten en cómo resolverlo si no podemos solucionarlo solos o no vemos qué es lo que está mal en nosotros. Recuerda que no podemos cambiar a todo el mundo que nos incomode, pero siempre podemos cambiarnos a nosotros. De hecho, nosotros debemos estar en continua evolución y aprendizaje, porque la vida nos pondrá distintos retos.

Todos podemos aprender de todos; no lo olvides. Todos podemos ser maestros y alumnos de alguien en algún momento de nuestra vida.

En el cambio está la evolución, el triunfo, la comprensión. Nadie cambiará nuestra vida, el cambio está en nosotros, como dijo Gandhi: «Sé tú el cambio que quieres ver el en mundo». O como dijo Darwin: «Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más inteligentes, sino las que se adaptan mejor al cambio».

Me acabo de acordar de una serie de libros en que la adaptación a cada escenario de vida fue su salvación: Cienfuegos, de Alberto Vázquez-Figueroa, que narra la historia de un cabrero de la isla La Gomera que se embarca por error en una de las naves de Cristóbal Colón, y su capacidad de adaptación fue la clave de su supervivencia.

Sonrevivir

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