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1. POEMAS SATÍRICO-MORALES

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Como ya se ha indicado, son poemas contra la jerarquía eclesiástica y el alto clero, a quienes estos clérigos menores hacían responsables de los males de la Iglesia. En ellos ven los goliardos esa imagen del poder, de la estabilidad, de la rigidez y de la jerarquía que su visión independiente del mundo rechaza30. Aquí hemos encontrado pocas referencias de carácter femenino, probablemente porque, al ser poemas de queja a la curia, las instituciones y la clerecía, no había muchas mujeres a las que hacer mención.

Aun así, a lo largo de estas composiciones, hemos hallado alusiones negativas, referidas, incluso, a personajes bíblicos femeninos dignos de alabanza. Imágenes como las de Marta y María aparecen en el poema CB 6, un lamento por la decadencia del mundo. De Marta se dice en la Biblia que recibió a Jesús en su casa y se dedicó a servir en lugar de escuchar al Maestro, mientras su hermana María sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía31. En este poema, sin embargo, Marta, detesta la acción y a María le molesta la contemplación. Es el tópico del mundo al revés: se invierten las buenas acciones de estas mujeres para refrendar la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo mismo ocurre en este poema con Lía y Raquel32, ambas esposas de Jacob. Lía, la de los ojos legañosos, le dio cuatro hijos, aunque en el poema se haga referencia a su vientre infértil. Raquel era muy hermosa y, sin embargo, aquí los ojos legañosos tiene. Esta resultó ser estéril, aunque luego concibió un hijo en su ancianidad, según CB 39, por la enormidad de su culpa.

Aunque son pocas las referencias femeninas de estos poemas, debemos mencionar también aquellas que resultaría obvio que aparecieran y que, sin embargo, se omiten. El ejemplo más destacado es el de Eva. Es curioso ver cómo en CB 21 y en CB 50 se dice que fue Adán quien lo envolvió todo en pecado por haber escogido lo prohibido y no seguir el mandato de Dios. Adán nos entregó a la muerte con un mordisco envenenado, una visión del castigo del mundo, en estos casos por culpa del primer hombre y no de la primera mujer, que no suele ser la habitual33.

Otro aspecto a destacar de estos poemas es la alusión a la prostitución34, en este caso, con referencias tanto bíblicas como clásicas. Empezamos con las primeras, siendo Dalila la que más aparece, concretamente en los poemas CB 23 y CB 31. Dalila, amada de Sansón35, es vista como personificación de la mujer traicionera en el primer poema, en el que se hace una exhortación moral a los predicadores a no hacerse partícipes del vicio y predicar con el ejemplo, a no dejarse llevar por las Dalilas. En el segundo, en el que se conmina a renunciar a los pecados de la carne, aparece como sinónimo de prostituta en la estrofa n.° 3 y como personificación de la tentación de la que el autor huye para no mancillar su alma, en la estrofa n.° 8. También se hace referencia a Rahab36, la cortesana, en el poema CB 39, de quien se dice que la nave del mundo hundió y la discordia dispersó. Esta mujer es una meretriz de Jericó, que salvó a los espías de Josué y contribuyó a la caída de la ciudad. Finalmente, en CB 29 se alude a la historia de José y la esposa de Putifar37, con la que se negó a yacer, a pesar de que ella le acosara con vehemencia. José huyó dejando su manto y esta, con él como prueba, le acusó de querer forzarla, por lo que fue encarcelado. De esta forma, el autor aconseja al protagonista que huya y evite el vicio si una egipcia le agarra o le acosa. Las referencias clásicas a la prostitución recaen en la figura de Tais, famosa prostituta ateniense, que aparece en el poema CB 47a como ejemplo de los vicios del clero.

Muchas son las referencias a diosas o mujeres de la Antigüedad grecorromana, siendo las más numerosas, las dedicadas a Venus. En CB 29, un poema que sirve como admonición contra el desenfreno sexual y la lujuria, se hace alusión a los juegos de Venus, en los que el protagonista se abrasa hasta el agotamiento, se revuelca y pierde el tiempo en vano. Tira por tierra su cuerpo, su alma y su hacienda, para encontrar en el placer de la carne remedio al tedio. Asimismo, aparece en la estrofa n.° 3 del CB 31 como metáfora del acto amatorio del que el protagonista dice que no ha aprendido a retirarse. Según MONTERO CARTELLE, alude al episodio bíblico en el que Onán, obligado a dar descendencia a su hermano Judá, entraba en su mujer, pero derramaba la semilla en tierra38. También vemos a la diosa en la estrofa n.° 7, en la que el protagonista se niega a sentir los extravíos de Venus, es decir, el camino del pecado y la lujuria.

Pero no solo hay menciones a la diosa del amor, también encontramos a Juno, quien, junto a Dido, aparece en el CB 3, como ejemplo de mujeres que han sido engañadas, en este caso por Júpiter y Eneas. Asimismo, se menciona a reinas y nobles, como Hécuba, la esposa de Príamo, rey de Troya, a la que en el poema CB 16 se culpa de la caída de la ciudad; o Lucrecia, cuya castidad a torpe lascivia se entrega, según el poema CB 6. Y monstruos, como Escila y Caribdis, ninfas castigadas por Circe y Zeus respectivamente, que aparecen en CB 41, una sátira contra la curia romana, en la que esta se asemeja con una nave en un tempestuoso mar lleno de referencias a personajes marinos femeninos. Escila tenía la parte inferior de su cuerpo rodeada por seis perros que devoraban todo lo que se ponía a su alcance, mientras que Caribdis se tragaba todo lo que flotaba para regurgitarlo después39. También en este poema se hace referencia a las sirenas, seres mitad mujer, mitad ave, que con su canto atraían a los navegantes a zonas rocosas para devorarlos. Según el poeta: forma humana presenta en el exterior, pero late en el interior de su corazón, un demonio malvado. Aquí son utilizadas como metáfora, pero siempre con cierto carácter peyorativo; carácter que también se le da a la personificación de ciertas virtudes: en CB 3, la honradez yace muerta, la generosidad se ha vuelto cicatera, la tacañería de mano larga, la falsedad dice lo verdadero, la verdad dice patrañas, yace torpemente la lealtad; en CB 4, se ofrece y se prostituye la gracia, la libertad del derecho sirve como esclava, se enfría el fuego de la caridad, de todos se aleja la lealtad; y en CB 8, la Iglesia, denominada en este caso la esposa del Cristo, se hace venal y su nobleza a disposición general.

En medio de todo esto se eleva, en los poemas CB 14, 16, 17 y 18, la variable Fortuna, la gobernadora de nuestras vidas, que crece y decrece como la Luna, según se entona en una de las canciones más conocidas de los Carmina Burana, gracias a la interpretación de Carl Orff. La imagen que los poetas ofrecen de esta diosa concuerda con la que ya dieron los clásicos: una divinidad ciega que hace girar su rueda y que puede alzar al humilde y abatir al soberbio40. Diosa inestable, inconstante, caprichosa y veleidosa41, que casi siempre va acompañada de la Ocasión, a la que hay que agarrar por los pocos pelos de su frente, pues la pintan calva.

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