Читать книгу Estudios Interdisciplinares de género - Marta Del Pozo Pérez - Страница 55
III. RESULTADOS
ОглавлениеSe encuentran coincidencias en los relatos de los 16 hombres. Se comprobó que desde que, el hombre pertenece a un grupo social, de barrio o de una institución educativa, el conjunto de amigos es prioritario. Se mantiene a través de las etapas del hombre, la niñez, la juventud y la adultez. El grupo de amigos es con los cuáles el hombre aprende temas de sexualidad y comparte experiencias. Es en estos grupos consolidados que los grupos de pares compartes actividades y se van reafirmando como machos46. Como se mencionó los grupos de amigos son influyentes en la construcción de las concepciones sobre virilidad y falo, esto se ve relacionado con el rasgo cultural latino de la jorga o de las redes sociales masculinas que se forman como lugares de encuentro, como el colegio, la universidad o el barrio. Este vínculo social es muy íntimo y es un factor para la construcción de concepciones cooperativas, lo cual es parte de la sociología de la amistad. Otro resultado observado es que los hombres de los cuatro países consideran a las mujeres como parejas sexuales de experimentación, con quienes van aprendiendo a ser buenos amantes. Todo lo referente a virilidad rendimiento, virilidad anatómica lo aprendieron con amigos y pornografía. Los bolivia-nos y mexicanos tuvieron una influencia de los hombres mayores de la casa, al menos en enseñanzas basadas en masculinidad hegemónica y machismo. Mientras que Ecuador y Perú al ser más conservadores, no hablaban de sexualidad en su casa. El aprendizaje por auto aprendizaje es poco, solo tres de los participantes lo hicieron. Otras prácticas que tienen los hombres son, la masturbación y el bautizo del miembro masculino, aunque son acciones individuales, son aprendidas socialmente. Los nombres que mencionaron fueron “compañero, pirinola, bebé, negrito, payaso” como los más repetitivos y se refieren a apelativos. A partir de la pornografía, la masturbación y los nombres de los penes, aparece el humor en las conversaciones. Las bromas y burlas se vuelven parte de la retórica popular, en la cual se usa el albur o doble sentido en los cuatro países de estudio. Estos discursos evidencian las creencias y mitos que han construido los hombres sobre su sexualidad y virilidad, enfatizando los cuatro tipos de virilidad propuestos en esta investigación, anatómica, como rendimiento, social y erótica. La siguiente práctica social del hombre es con la pareja sexual. La primera experiencia sexual de los hombres entrevistados fue con mujeres mayores o con prostitutas, siendo con prostitutas la más común, práctica que también la tenían sus ancestros. Los cuatro países de estudio, México, Ecuador, Bolivia y Perú tienen altos índices de consumo de pornografía. México lideró en el top 10 según el informe de Pornhub47, Bolivia y Perú lideraron también en años anteriores. Ecuador registró que la búsqueda más recurrente en Google era la pornografía48, mientras que Perú registra la cifra más alta de consumo de porno en el trabajo49. Hay otros estudios que analizan las configuraciones negativas en el aprendizaje sobre el acto sexual en la pornografía Hurtado de Mendoza50, Vacas, Mariñas, Iglesias, Barceló, y Cascón51, Streeter52, Rabelly Bastidas53 y Revelo Morejón54. En la concepción de virilidad, los hombres están de acuerdo que su concepto ha evolucionado, es decir, hasta los 30 años pensaban que la virilidad era el acto sexual coital en sí, en el que predominaban dos micro virilidades –virilidad como rendimiento y la virilidad anató-mica– Demostradas en el número de eyaculaciones, calidad y tiempo de erección, número de parejas sexuales, eran los parámetros de medición y la forma en cómo se consolidaban públicamente como viriles. Pero, a partir de los 30 años, este concepto añadió otros factores que son parte de la virilidad erótica, afectividad en el acto sexual, complicidad, confianza, comunicación, siendo descartar la calidad y tiempo de erección, pero agrega estos factores del arte amatorio.
Una investigación realizada en México con hombres de más de 50 años encontró que los hombres de 70 años vivían una sexualidad, más libre y más erótica55, sin embargo, eso lo viven porque su funcionalidad sexual ya no es la misma que en la juventud, es decir han incorporado al erotismo, la virilidad-erótica en compensación de su falta de virilidad-como rendimiento.
Otro factor similar fue que se sienten más viriles cuando reciben un reconocimiento verbal de sus parejas (mujeres), luego del acto sexual. La agnición de su virilidad como rendimiento, se ve reafirmada en la virilidad social a través de los cumplidos de la pareja. Esto hace que su ego (de hombre-viril) crezca. Relacionan orgullo y felicidad como las emociones en el momento de recibir un agradecimiento o exaltación femenina luego de un acto sexual. Esto hace que su auto evaluación de virilidad como rendimiento sea positiva ya que sienten que cumplieron con los estándares impuestos por ellos mismos. Además, creen que el hecho de que la mujer finja orgasmos es con el fin de satisfacer al hombre, para que no se sienta mal por su virilidad como rendimiento. Los hombres en la entrevista mencionaron que experimentar con la pareja es una forma de conocer a la mujer, el juego, la creatividad y la confianza están relacionadas. Esto mostraría un cambio en el énfasis en lo coital, que era parte de la masculinidad hegemónica y a su vez del machismo56.
También, se pudo observar que el concepto maduro de la virilidad ya contempla la afectividad, complicidad, confianza y comunicación, sin descartar a la virilidad rendimiento. Además, el concepto de buen amante, que los participantes lo atribuyen a un rasgo cultural, que les impone el ser buenos amantes, al ser latinos, también evolucionó de la juventud a la madurez. Incluyendo a la virilidad erótica y a la pareja como protagonista a partir de los 35 años.
Los participantes estuvieron de acuerdo que, un buen amante satisface a su pareja (mujer) escuchándola, manteniendo sesiones de besos largos y sobre todo con la comunicación, esto también fue mencionado por Palma57 en el rol erótico del hombre. Estas respuestas están más cercanas a los roles de la nueva masculinidad, donde el hombre toma en cuenta más a su pareja en la intimidad, incorporando el hetero erotismo o la virilidad- erótica58 y dejando a un lado el egoísmo que era señalado en el hombre machista59.
Aunque el hombre asume la responsabilidad de satisfacer y complacer, es decir, del placer de la pareja, aún mantiene la percepción de que la forma de complacer de la mujer al hombre es dejarse penetrar y permitir que él eyacule60. Algunos hombres mencionaron que la mujer que es buena amante deja que el hombre experimente, es decir, que esté abierta al placer.
Por lo tanto, la potencia sexual o la virilidad rendimiento ya no solo es un pene erecto, virilidad física, o durar más, creencia de la juventud de los hombres entrevistados, sino que también es tener una capacidad y conocimiento para satisfacer a la pareja, sabiendo que el vínculo emocional es importante. Este vínculo depende mucho de la química, según los hombres. Además, que, dependiendo de la química en el acto sexual, el hombre podría considerar llevar la relación sexual a una relación de pareja.
Muchos de los hombres entrevistados pasaron por muchos fracasos sentimentales (divorcios, rupturas) para llegar a estas conclusiones y conceptos. Algunos reproches de sus parejas fueron parte del aprendizaje, ya que afectaba su virilidad-social y les retaba a mejorar. Sus parejas usaron frases ofensivas con sus parejas varones, “no tengo placer, no siento nada, me duele, no tengo orgasmos, no sirves para nada, lo tienes muy chiquito”. Por ello, los entrevistados manifestaron que un buen amante solo puede llegar a ser un hombre con la edad, como promedio entre 30-35 años. Además, los hombres comentaron que en la virilidad-erótica, la ternura y el romance es importante, ya que los hombres aún creen que la mujer es más sentimental y necesita la ternura para estar satisfecha sexualmente. Así la virilidad-erótica es aplicada por los hombres, porque consideran que las mujeres necesitan esto y les satisface. No porque los hombres necesiten de la virilidad-erótica. Aquí se vuelve a mencionar el estereotipo de la mujer como más sensible y emocional, parte del rol femenino impuesto por la masculinidad hegemónica61. También el estereotipo de que el latino (hombre y mujer) es más cariñoso, una cualidad también del latinmen.
Adquirir este conocimiento –virilidad-erótica– justifica una de las prácticas mencionadas en el objetivo uno y que es una característica de la masculinidad hegemónica y del machista, que el hombre tenga varias parejas sexuales y sea infiel, ya que el hombre cree que necesita practicar y no siempre encuentra mujeres que quieran hacerlo, ya que tienen creencias religiosas o son moralistas y/o conservadoras, por lo que los hombres a su criterio deben buscar constantemente mujeres dispuestas. Esto se refuerza con la creencia que tienen los hombres entrevistados de que la infidelidad es parte de la naturaleza del hombre latino, una creencia nuclear que se discutirá más adelante. Además, los hombres reconocen que hay dos tipos de infidelidad. Un desliz es una infidelidad casual, la relación con una mujer –la amante– es una infidelidad permanente. Este comportamiento que parte de una creencia reafirma lo mencionado por Cadena62, que tener amantes para el hombre puede convertirse en algo cotidiano dentro del sistema heteronormativo y reafirma la virilidad-social del hombre. Además, las amantes, son parte también de la jactancia en el discurso del hombre en sus grupos sociales.
En esta investigación aparecen nuevas concepciones de la nueva masculinidad que no son positivas, y se contraponen a los estereotipos machistas. La presión del hombre por complacer y satisfacer a la mujer se refleja en una imposición personal. Sin embargo, el “cumplir” es una palabra que mencionaron todos los hombres. El rol de hombre viril va construyendo micro virilidades que en el que los hombres se encuentran enconcertados. Los hombres se autocalifican como “normales o anormales” porque no llegan al nivel de duración, rendimiento que se exige socialmente.