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2. POEMAS DE AMOR

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La parte más amplia y quizás la más interesante de la colección de los Carmina Burana es la dedicada a los poemas de contenido amoroso. Las alusiones a la mujer en estos son tan numerosas que necesitaríamos más espacio para referenciarlas todas42.

Acabamos de ver en los poemas satírico-morales que casi todas las imágenes femeninas que aparecen en ellos poseen un carácter bastante peyorativo; sin embargo, en la mayoría de los poemas de amor, todo lo referente a la mujer es positivo, incluso la prostitución, vista como uno de los favores de Venus, eso sí, para los hombres. Venus, junto con la personificación de la primavera, es la gran protagonista y aparece en casi todos los poemas (CB 161-162, 165-168, 171, 175), unas veces en su papel de diosa del amor y otras como alusión al acto amoroso; y en ocasiones, acompañada por su hijo Cupido43, o bajo otros nombres, como Dione o Citerea. En cuanto a la primavera, también se encuentra en muchos de los poemas, pues es la estación en la que toda la vitalidad de la naturaleza se manifiesta y, por consiguiente, el momento propicio para gozar de los placeres de la vida en general y del amor en particular44.

Numerosos poemas invitan a gozar de la alegría de la vida y de los placeres del amor, siempre desde la óptica del disfrute masculino. Los destinatarios de la invitación son principalmente jóvenes, que buscan doncellas con las que consumar su amor carnal, mujeres vistas como simples objetos con los que desfogar sus pasiones. Algunos ejemplos son el CB 60a, donde el poeta pide besos a su amada, poseerla en el lecho y gozar de su cuerpo, aunque ella no quiere ceder a sus deseos; o CB 65, en el que el poeta quiere gozar en el lecho de los placeres de Venus, desflorar y traspasar la puerta del virginal portal de su amada. En CB 75 no hay referencia a las relaciones sexuales, pero se comenta que las mozas bailan con bailes lascivos, lo que nos recuerda a las danzas de las bacantes45. En el poema CB 83, la joven aparece desnuda y él le acaricia todo el cuerpo: el vientre, la vulva, las piernas, los senos, etc. Es uno de los poemas más sensuales de todo el cancionero. Por último, en el poema 167, el poeta dice que tenía un amor espiritual por una moza, pero ahora que le crecieron los senos, quiere que unan sus cuerpos. Sin duda, son todos claros ejemplos de una frenética actividad sexual, lejos de los márgenes impuestos por la Iglesia.

A veces el amante recurre a la violencia física para someter a la mujer y conseguir sus fines amatorios. En el poema CB 70, el autor quiere gozar de la unión con su novia; ella no quiere, pero, finalmente se rinde y ambos se entregan en lasciva pasión y sabrosos gozos. En CB 72, pasa algo parecido, ella no quiere abrir la virginal puerta y él la toma por la fuerza, mientras ella se resiste, aunque al final dice que les ha gustado. En CB 84, la novia del poeta tiembla ante las caricias de este; él toca su sexo, ataca con su máquina de asalto y la desflora. En el poema CB 158, un hombre toma por la fuerza a una joven, la tumba en tierra mientras ella se defiende, pero sus intentos son en vano. Para él fue placer y gozo, pero para ella muy penoso. Por último, el CB 185 narra la relación sexual entre una muchacha virginal y un hombre, que la cogió y la penetró con su lanza en ristre. Todo tipo de objetos punzantes se convierten en metáfora del sexo masculino, así como los objetos perforados lo son del femenino. Sin duda, esta visión de la mujer subyugada y violada no es muy positiva, aunque refleja cómo era la sociedad en aquella época.

Asimismo, no faltan las relaciones venales. En el caso de CB 76, en el templo de Venus, es decir, en un burdel, en el que el poeta asegura que estuvo diez horas en el lecho, gozando de los placeres de Venus. Confunde a una meretriz con la propia diosa y sale desplumado del prostíbulo. Aquí se hace referencia a las sirenas que atraían con su canto a quienes las escuchaban; en este caso, las sirenas son las prostitutas. No obstante, hay hombres que no se dejan llevar por su melodiosa voz, es el caso de CB 88, donde el poeta, que es virgen, cuenta que aborrece a las meretrices y que prefiere vivir sin pecar.

Tampoco faltan los lamentos, como el de CB 60, en el que el poeta engañado habla del adulterio de su novia, que busca relaciones lascivas y aventuras. Es tanto su dolor que hasta la llama prostituta. En el poema CB 126, una mujer se lamenta de un embarazo no deseado criticado por la gente. En CB 120, se habla sobre la infidelidad de la mujer amada; y en CB 121, el poeta alaba a la nueva amada por su castidad y, sin embargo, su amigo ya se ha acostado con ella.

Pero no siempre la unión carnal es el objetivo. Varios poemas responden a los criterios de lo que se denomina amor cortés46. En estos, la mujer amada aparece idealizada y es difícil de alcanzar para el enamorado, que se siente servidor y esclavo fiel de ella (CB 111, 163 y 166). Algunas veces ella resulta inaccesible por una separación, bien por estar en un lugar distinto, bien por ser de condición social superior o estar posiblemente ya casada (CB 111, 166, 167, 169). La relación resulta tortuosa y dolorosa y lo único que da fuerzas al amante es la esperanza de acabar gozando de sus favores (CB 163, 171). También son muy frecuentes las descripciones de la belleza física y espiritual de la mujer y casi siempre responden a los estereotipos tradicionales de la época47.

Finalmente, entre tanta exaltación del amor, encontramos una serie de poemas sobre asuntos mitológicos y amores entre protagonistas legendarios (CB 97-102), de entre los que destaca la trágica historia de Dido y Eneas48.

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