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4. LA ASESORÍA JURÍDICA COMO “BUSINESS PARTNER” EFECTIVO

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La función de la Asesoría Jurídica exige gran dedicación de recursos y tiempo, que normalmente escasean. Por ello, y dado el énfasis creciente en la necesidad de que los equipos sean más y más eficientes, la Asesoría Jurídica debe diseñar mecanismos que le permitan priorizar aquello que es realmente importante (incluida la identificación de posibles “dogs not barking”, riesgos que no están identificados pero que en cualquier momento pueden estallar con el consiguiente impacto en la estrategia y el futuro a largo de la empresa).

Para ello es inexcusable que todas las Asesorías Jurídicas inviertan sus esfuerzos en asegurarse una adecuada priorización de los asuntos, de forma que se aseguren que participan en aquellos asuntos en los que realmente se les necesita dado el valor añadido que aportan a los objetivos del negocio. Con esta finalidad, la Asesoría Jurídica no debe escatimar recursos cuando se trata de automatizar sus procesos y ofrecer al negocio la necesaria autonomía para que sean responsables de sus propios procesos dotándoles de las herramientas tecnológicas y la formación necesarios para que puedan gestionar sus decisiones en un entorno seguro y con un nivel de riesgo razonable. Ejemplo de esta automatización son los procesos de negociación de contratos con proveedores y clientes, que en ciertas organizaciones están delegados prácticamente al 100% en los equipos de negocio, quienes cuentan con modelos de contratos, cláusulas alternativas y un listado de preguntas y respuestas frecuentes así como formación continuada y pautas y “textos modelo” que les irán guiando en sus negociaciones. Del mismo modo, estos equipos de negocio serán los responsables de gestionar la aprobación interna, firma y archivo de estos contratos, mediante procesos y herramientas totalmente automatizados.

Además, la Asesoría Jurídica deberá estar legitimada, con el apoyo del Consejero Delegado, para negarse a asumir ciertas tareas cuando existan otros equipos mejor posicionados por especialización y recursos para llevarlas a cabo así como para eliminar o simplificar tareas redundantes o de menor valor añadido, cuando el riesgo de dejarlas de hacer es menor o sus consecuencias fácilmente reversibles. Frecuentemente esto se instrumentaliza mediante la asignación de un valor económico a las tareas o asuntos, de manera que la Asesoría Jurídica solo interviene a partir de que se supere un cierto umbral. Igualmente, es frecuente clasificar a los proveedores según ciertos niveles en función de su peso y relevancia estratégica para la compañía, de manera que la Asesoría Jurídica sólo participará proactivamente en aquellas negociaciones con los proveedores que se hallen en los primeros niveles de la clasificación.

Estos no son sino ejemplos concretos de la multitud de fórmulas al alcance de la Asesoría Jurídica para asegurarse de que está presente en aquellos asuntos que requieren su plena atención sin descuidar por ello la restante actividad de la compañía, que descansará idealmente en procesos automatizados y de “auto-servicio”.

El gobierno de la función legal en las organizaciones

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