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III

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Memorias del hombre Dostoievski. Su sola enumeración es casi imposible. La atención que ha suscitado y aún suscita ofrece obras de valor dispar y de interés disperso. Todas, incluso las más insignificantes, encierran algo que resaltar. ¿Cómo no recordar la mínima distancia que separa la felicidad de la tragedia en el funcionario de Un corazón débil? ¿Cómo borrar la memoria del sueño imposible de Bobok, la avaricia del señor Projarchin, la insidiosa paranoia de Goliadkin, o la huella leve de la pequeña Nelly? Su número y diversidad confirman lo que venimos diciendo en este prólogo: Dostoievski es inabarcable como totalidad y al tiempo incontable en el detalle.

Si atendemos a las obras que de él se ocupan y que merecen la calificación de mayores y sin la pretensión de ser exhaustivos, hay que citar el monumental trabajo de Joseph Frank, Dostoievski, en cinco tomos, que pretende ser descriptivo y huir de excesivas valoraciones. Posee el indudable valor de lo enciclopédico y adolece, quizás, de ciertas carencias en la vertiente emocional tan presente en Tres maestros, de Stefan Zweig, la obra más interpretativa que se haya escrito sobre este autor.

El texto Vida y obra de Dostoievski de Konstantin Mochulski posee trazos más vigorosos que la obra de Frank, de carácter más académico. El arte de Dostoievski es expresivo, dirá, opuesto al estilo de Tolstói, Gonchárov o el del mismo Turguéniev. Tema que también aborda George Steiner en Tolstói o Dostoievski, donde enfrenta a dos colosos de la literatura.

«Dostoievski y el parricidio», el apunte de Freud, posee el fundamental valor de ser una confrontación directa entre las teorías psicoanalíticas y el universo interior de Dostoievski. De no haber tenido en aquella época otras inquietudes, Freud habría podido producir una obra más rica que la que al final vio la luz. No obstante, sirve indirectamente como vara de medir el nivel de comprensión de los distintos autores que lo mencionan a la hora de valorar la dinámica profunda del mundo de Dostoievski. En este sentido, Frank se muestra remiso mientras que Mochulski y Steiner son más proclives a penetrar en las hipótesis freudianas. La epilepsia, la hístero-epilepsia, tema sobre el que incidirá Sutterman en Dostoievsky y Flaubert, está presente en la obra dostoievskiana sobre todo en los personajes de Mishkin y Smerdiákov; las descripciones de éste resultan más deslumbrantes aún bajo los ojos de un médico.

Pierre Pascal el autor de Dostoievski l´homme et l´ouvre; católico y bolchevique al tiempo, asistió en 1917 a una «explosión de libertad»: la marcha hacia el socialismo, que se le antoja la entraña misma del cristianismo evangélico. El 30 de agosto de 1918 participó en la creación del grupo comunista francés. El texto de Pascal representa un encuentro entre ideologías y creencias dispares con la contradictoria personalidad de Dostoievski y su tiempo como un personaje clave para entenderlas.

En el campo de lo religioso, tan importante en su vida y obra, los trabajos muy numerosos y discordantes, siempre están sesgados por la militancia ideológica de sus autores. Desde la obra de N. Berdiáiev: Dostoievski. An Interpretation, que exclama: «Son tan grandes los merecimientos de Dostoievski, que el haberlo creado es una suficiente justificación para la existencia de los rusos en el mundo». Más ponderado resulta L. Pareyson en su libro Dostoievski: filosofía, novela y experiencia religiosa. A su juicio, el pensamiento de Dostoievski merece ser calificado de filosofía de la libertad.

De especial interés resulta el libro de Jaques Catteau, Dostoievski and the process of literary creation; su objetivo fundamental es analizar en detalle la gestación de sus novelaspara escudriñar el meollo de su creación. Pero, al mismo tiempo expone una visión de conjunto sobre las tendencias generales de los estudios sobre el autor y su obra que clasifica en tres grupos. En el primero, el novelista es sobrepasado por el filósofo, el profeta y el vidente: el Bien y el Mal, Dios y Cristo, el socialismo y la revolución, la libertad y la predestinación, etc. A este grupo pertenecen Merezhovski, Berdiáiev y Camus, entre otros. La segunda tendencia abandona el terreno de lo literario para concentrarse en sus paradojas existenciales y en su carácter: epiléptico, en el inválido, en el hombre traumatizado que enfrentó su propia ejecución, el jugador, el periodista, el renegado político, el apóstol del amor que oscila entre lo sacro y lo profano, y el padre devoto.

La tercera corriente busca analizar en profundidad sus obras literarias a las que hay que añadir la correspondencia, notas y borradores de sus novelas: en especial las de Crimen y castigo, El idiota, Demonios y Los hermanos Karamázov.

Catteau supone que la abundancia de los estudios sobre Dostoievski se debe a la originalidad y riqueza del autor, que se presta a las más diversas lecturas y reflexiones. Además, aborda temas que poseen rasgos intemporales vigentes para la mayoría de los lectores de sucesivas generaciones.

Nosotros hemos dedicado, junto a estas inevitables consideraciones, una atención preferente a la situación sociopolítica rusa del siglo XIX, ya que en Occidente tenemos una visión superficial y prejuiciosa de la historia de este periodo, sin cuyo conocimiento Dostoievski resulta un ser exótico, cuando no incomprensible. ¿Qué peso posee el nihilismo ruso en las revoluciones del siglo XIX? ¿Qué decisivos matices ofrece su religión? ¿Cuál es el peso que debemos otorgar el siervo en todo este proceso? En suma, intentamos situar al escritor en el contexto de su tiempo.

Si comparamos, como a menudo sucede, a Shakespeare con Dostoievski, en el caso del primero analizamos sus obras, la estructura que poseen, el mensaje que deslizan. Nada en referencia a su autor. Se dirá, y con razón, que su existencia resulta un misterio. Con Dostoievski las cosas acontecen muy de otro modo: El jugador se mezcla de manera inextricable con su vida; tras Smerdiákov se oculta el deseo de matar al padre, Mishkin encarna sus anhelos religiosos, Stavroguin el vértigo ante una amenazante nada, etc. ¿Será acaso Shakespeare un Hamlet, un Otelo, un Macbeth, un Falstaff o una inextricable mezcla de todos ellos? No lo sabemos. No sucede lo mismo con nuestro hombre.

Su amor por Pólina Suslova se traduce en varios personajes femeninos de sus novelas: la Aglaya de El idiota, Liza de Demonios y Katia de Los hermanos Karamázov.

Leon Chéstov (1937) caracteriza a Dostoievski, junto a Nietzsche y Kierkegaard, como un «talento cruel».

Este autor divide en dos períodos su actividad literaria: el primero comienza con Pobres gentes y termina con Memorias de la casa muerta; el segundo arranca con Memorias del subsuelo y finaliza con el Discurso sobre Pushkin.

Suya es esta luminosa reflexión:

Lo que Kant nos da no es la crítica, sino la apología de la razón pura. Si se ha escrito alguna vez la crítica de la razón pura hay que buscarla en Dostoievski.

G. Lukács (1949) dirá que fue el primero en describir las deformaciones mentales que deparan las necesidades sociales de la vida en una ciudad moderna. Su genio consiste, precisamente, en su capacidad de reconocer y representar la dinámica de una futura evolución social, moral y psicológica desde los gérmenes de algo que estaba apenas comenzando.

Memorias del subsuelo es el testimonio de una de las crisis más atroces que el alma humana es capaz de soportar y de sufrir.

Mihaíl Bajtín (1979), en su obra Problemas de la poética de Dostoievski, se ocupa de la estructura dialógica de sus novelas, donde expone y enfrenta distintas cosmovisiones representadas por medio de sus personajes. Traigamos como ejemplo el diálogo Shátov-Stavroguin de Demonios o el encuentro final entre Iván y Aliosha en Los hermanos Karamázov.

Besançon (1968) entiende así el fundamento de sus cuatro obras principales: Crimen y castigo es psicológica, El idiota es mística, Demonios política y Los hermanos Karamázov ideológica.

Innumerables son los trabajos destinados a estudiar un aspecto concreto de la vida o de la obra de nuestro autor. Destacaremos el de Leónid Grossman sobre «Dostoievski y el judaísmo», donde se analiza su pretendido antisemitismo con toda profundidad. El judío Grossman huye de la fácil caracterización de Dostoievski y se abisma en la compleja estructura de sus creencias religiosas.

Berdiáiev afirmó que era el más grande y en cierto modo el único filósofo ruso.

Su mundo se disuelve en sus ideas políticas, un caos que le rodea y en el que penetra sin miedo en su protesta contra la falsedad y los efectos deletéreos de la naciente sociedad burguesa.

La resistencia que Dostoievski opone a la categorización subraya su papel fundamental en la articulación del giro histórico desde el universo euclídeo a otro que se acomoda no solo a la teoría general de la relatividad, sino también a los dilemas de la mecánica cuántica. Haciendo de él un difícil aliado de cualquier ortodoxia ya fuese ideológica o religiosa.

(Robert Bird, Fyodor Dostoevsky, 2012)

Quizás fuese esto lo que hizo exclamar a Einstein que no había aprendido tanto de nadie como de él.

Dostoievski es un escritor de importancia capital. Supo, durante la crisis de su país y de la totalidad de la raza humana, plantear cuestiones de manera punzante e imaginativa. Creó seres cuyo destino y vida interior, cuyos conflictos y relaciones con otros personajes, cuya atracción hacia los seres humanos y a sus ideas, dieron luz a los problemas de mayor calado de su época, antes y de manera más profunda que otros lo hicieran. Esta anticipación al desarrollo moral y espiritual del mundo civilizado aseguran el poderoso y perdurable efecto de sus trabajos, que se han convertido, con el paso del tiempo en algo cada vez más actual y duradero.

(G. Lukács, Dostoievski, 1949)

Dostoievski se acerca.

1.Dostoiévski, an interpretation, N. Berdiáyev, 1934. Semantron press, 2009, p. 14

2.Dostoïevski: roman et philosophie (pp. 21-22). Presses Universitaires de France 2013 (Edición de Kindle).

Dostoievski en las mazmorras del espíritu

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