Читать книгу El libro de las religiones monoteístas - Patrick Riviere - Страница 10

Es el quinto y último libro del Pentateuco que constituye la Torá. Se inicia con el discurso que Moisés dirigió a Israel, más allá del Jordán, en el país de Moab. Resumiendo todas las pruebas, las dudas y las revueltas a las que tuvieron que enfrentarse los hebreos durante su éxodo y la interminable travesía por el desierto, Moisés les entregó el siguiente mensaje: «Circuncidad, pues, vuestros corazones y no endurezcáis vuestra cerviz, porque Yahvé, vuestro Dios y el Dios de los dioses, Señor de los señores, el Dios grande, fuerte y terrible, que no es aceptador de personas ni se corrompe con regalos, hace justicia al huérfano y la viuda, ama al extranjero y le alimenta y le viste. Amad también vosotros al extranjero, porque extranjeros fuisteis en tierra de Egipto» (Deuteronomio 10, 16-19).

A continuación sigue el Código deuteronómico, relativo a las leyes, las costumbres y las observancias religiosas, como los sacrificios, el sacerdocio levítico y la «ley del talión», que exige reciprocidad en el castigo a los culpables: «Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie» (Deuteronomio 19, 21).

El Deuteronomio acaba con la misión de Josué, que pasa el Jordán conduciendo a los hebreos hasta la tierra de Canaán, y la muerte de Moisés, en el monte Nebo, en la actual Transjordania: «Subió Moisés desde los llanos de Moaba al monte Nebo, a la cima del Fasga, que está frente a Jericó; y Yahvé le mostró toda la tierra, desde Galaad hasta Dan; todo Neftalí, la tierra de Efraím y de Manasés, toda la tierra de Judá, hasta el mar Occidental; el Negueb y todo el campo de Jericó, la ciudad de las palmas, hasta Segor; y le dijo Yahvé: Ahí tienes la tierra que juré que entregaría a Abraham, Isaac y Jacob, diciéndoles “A tu descendencia se la daré”; te la hago ver con tus ojos, pero no entrarás en ella» (Deuteronomio 34, 1-4).

Así se realizaba la promesa de Yahvé hecha a los Patriarcas.