Читать книгу El libro de las religiones monoteístas - Patrick Riviere - Страница 5

Primera parte
LA REVELACIÓN Y EL MENSAJE DE LAS TRES RELIGIONES DEL LIBRO
EL JUDAÍSMO
MOISÉS Y LA TORÁ (LEY)

Оглавление

Fue trascurriendo el tiempo hasta el siglo XIII antes de nuestra era en que un bebé hebreo fue salvado milagrosamente de las aguas del Nilo por la hija del faraón. Su nombre se debe a este hecho, ya que fue llamado Moshé (de mâshâ, «sacar… del río»), Moisés. La princesa lo crió y lo trató como a su propio hijo. Cuando alcanzó la edad adulta, Moisés se revolvió contra la condición a la que estaban sometidos sus hermanos los hebreos. Escapando de la furia del faraón, se refugió en el desierto del Sinaí.

En el pozo de Madián, mantenido por su futuro suegro, Jetró, pensó seriamente en la liberación de su pueblo.

Luego, en el monte Horeb, Dios decidió manifestarse bajo la apariencia de un matorral ardiendo que no se consumía. Después de revelarle su nombre divino, «Soy El que es» (‘ehyèh ‘ àser ‘ ehyèh), Yahvé (YHWH) renovó con Moisés la promesa hecha a Abraham, en estos términos: «Ve y reúne a los ancianos de Israel, y les dirás: “El Señor Dios de vuestros padres se me apareció, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, y me dijo: Yo he venido a visitaros a propósito y he visto todas las cosas que os han acontecido en Egipto. Y tengo decretado el sacaros de la opresión que en él padecéis y trasladaros al país del cananeo, y del heteo, y del amorreo, y del fereceo, y del heveo, y del jebuseo, a una tierra que mana leche y miel”. Y escucharán tu voz, e irás tú con los ancianos de Israel hasta el rey de Egipto, y le dirás: “El Señor Dios de los hebreos nos ha llamado; permítenos peregrinar tres días por el desierto para ofrecer sacrificio al Señor Dios”. Yo ya sé que el rey de Egipto no querrá dejaros ir, sino forzado por una mano poderosa. Por esto extenderé yo mi brazo y heriré a los pueblos de Egipto con toda suerte de prodigios que haré en medio de ellos, después de lo cual os dejará partir» (Éxodo 3, 16-20).

Dios habló de nuevo a Moisés con el propósito de convencerle de su misión para con los hebreos. Le dijo: «Yo soy Yahvé (YHWH). Me manifesté a Abraham, a Isaac y a Jacob con el nombre de El Shaddaï, pero no me di a conocer a ellos con mi nombre de Yahvé (YHWH). Hice pacto con ellos de darles la tierra de Canaán, tierra de su peregrinación, donde estuvieron como extranjeros. Yo he oído los gemidos de los hijos de Israel por la opresión que sufren por parte de los egipcios, y he tenido presente mi pacto. Por tanto, di a los hijos de Israel: Yo soy Yahvé, y os sacaré de debajo del yugo de los egipcios, os liberaré de la esclavitud, y os rescataré levantando mi brazo y descargando terribles golpes. Yo os adoptaré por pueblo mío, y seré vuestro Dios. Y conoceréis que yo soy Yahvé, vuestro Dios, que os habrá sacado del yugo de los egipcios. Y luego os introduciré en la tierra que tengo jurado dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, porque a vosotros os daré la posesión de ella, yo que soy Yahvé» (Éxodo 6, 2-8).

De esta manera la misión de Moisés quedó establecida. Por tanto, se dirigió a Egipto, seguido de Aarón, y las predicciones de Yahvé se cumplieron. Ante la negativa del faraón, los egipcios vieron caer sobre ellos las famosas plagas, en forma de calamidades diversas, como el agua tornada en sangre, el granizo, la mortandad del ganado, nubes de langostas, una lluvia de ranas, la muerte de los primogénitos, etc.

Luego, los hebreos unificados tuvieron que huir de Egipto, con los ejércitos del faraón pisándoles los talones. Guiados por su dios Yahvé, en forma de una columna de fuego por la noche y de una columna de nube durante el día, se libraron de sus perseguidores al atravesar el mar Rojo, seco, a pie. Los egipcios, por su parte, se adentraron en el mismo, pero fueron engullidos por las aguas.

Los hebreos erraron luego durante mucho tiempo por el desierto, alimentados y mantenidos por un maná providencial que Yahvé les ofreció en abundancia. Cuando les faltaba el agua, esta brotaba milagrosamente del suelo por los golpes asestados por el bastón pastoral de Moisés.

De este modo, los hebreos llegaron finalmente a Madián y alcanzaron la falda del macizo montañoso del Sinaí.

Moisés subió a la montaña y encontró a Dios, que renovó la promesa de la Alianza hecha a Abraham: «Ahora bien, si escucháis mi voz y observáis mi pacto, seréis para mí entre todos los pueblos la porción escogida, ya que mía es toda la tierra. Y seréis vosotros para mí un reino sacerdotal y una nación santa» (Éxodo 19, 5-6).

Al día siguiente, el pueblo permaneció en el valle y Moisés subió de nuevo al Sinaí, desde donde Yahvé se dirigió a él con truenos, antes de entregarle su Ley en forma de «diez mandamientos», o prescripciones (el decálogo):

«Yo soy Yahvé, tu Dios, que te ha sacado de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud.

«No tendrás otros dioses delante de mí. [Exaltación del “monoteísmo”].

«No harás para ti imagen de escultura ni figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni de las que hay en las aguas debajo de la tierra. [Prohibición de la idolatría].

«No te postrarás ante ellas, no las servirás, pues yo, Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me aborrecen.

«Y que uso de misericordia hasta la milésima generación con los que me aman y guardan mis mandamientos.

«No tomarás en vano el nombre de Yahvé (YHWH), tu Dios, porque no dejará Yahvé sin castigo al que tomare en vano su nombre. [Prohibición del perjurio y de la ligereza de invocar el nombre divino].

«Acuérdate del día del sábado [día festivo, inhábil] para santificarlo.

«Trabajarás durante seis días y harás todas tus obras.

«Pero el séptimo día es un sabbat, consagrado a Yahvé, tu Dios. No harás obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tus animales, ni el extranjero que resida en tu casa.

«Porque en seis días hizo Yahvé los cielos y la tierra, y el mar y cuanto en ellos se contiene, y el séptimo día descansó; por eso Yahvé bendijo el día del sabbat y lo consagró.

«Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largos años en la tierra que Yahvé, tu Dios, te da.

«No matarás.

«No cometerás adulterio.

«No robarás.

«No levantarás falso testimonio contra tu prójimo.

«No desearás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su buey, ni su asno: nada de cuanto le pertenece».

(Éxodo 20, 2-17)

La Alianza divina quedaba así sellada con el retorno de la Shekhina o presencia de Dios en la tierra: «En el principio, la Shekhina estaba en efecto sobre la tierra. Cuando Adán pecó, se elevó hasta el firmamento próximo. Cuando Caín pecó, ascendió hasta un segundo firmamento. Cuando llegó el turno de la generación de Enoch [que cayó en la idolatría], ascendió al tercero. Cuando la generación del Diluvio pecó, se elevó hasta el cuarto. Cuando llegó la generación de la dispersión entre los pueblos [la que había intentado levantar la torre de Babel], se elevó hasta el quinto firmamento. Cuando pecaron los hombres de Sodoma, subió al sexto. La maldad de los egipcios en tiempos de Abraham hizo que la Shekhina se retirara al séptimo cielo, el más alejado.

«Los justos produjeron un efecto opuesto al anterior: Abraham llevó la Shekhina al sexto firmamento; Isaac, al quinto; Jacob hizo que descendiera al cuarto; Levi, al tercero; Kehath, al segundo, y Amram, al primer firmamento. Moisés la devolvió de los cielos a la tierra» (Génesis Rabbah 19, 7).

Los diez mandamientos grabados con el dedo de Yahvé en las tablas de piedra esculpidas por Moisés, la Ley divina, habían sido levantados por el pueblo hebreo. A continuación siguieron las prescripciones relativas al culto propiamente dicho: el tabernáculo y su mobiliario, el arca de la alianza, la mesa de los panes de oblación, el candelabro de siete brazos, las telas, el velo del santuario, etc. (Éxodo 25 y 28).

En el decálogo se hace alusión a los «seis días de la Creación», lo que nos lleva a considerar el Génesis, uno de los cinco libros que constituyen el Pentateuco en la Biblia, esto es, la Torá (Ley) hebraica escrita.

El libro de las religiones monoteístas

Подняться наверх