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Primera parte
LA REVELACIÓN Y EL MENSAJE DE LAS TRES RELIGIONES DEL LIBRO
EL JUDAÍSMO
TEXTOS JUDAICOS (EXTRACTOS)
Libro de Isaías
Оглавление• Sobre el «monoteísmo absoluto»
Así habla el Señor, rey de Israel, y su Redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero, y el último, y fuera de mí no hay otro dios.
¿Quién como yo? Que se adelante, que hable, que lo diga y se compare conmigo.
¿Quién anuncia el futuro desde el principio? Que anuncie lo que ha de suceder.
No temáis ni os conturbéis: Yo he sido el que desde el principio te lo hice saber a ti, y te lo predije: vosotros sois mis testigos.
¿Hay por ventura otro dios fuera de mí, u otro hacedor de las cosas a quien yo no conozca?
(Isaías 44, 6-8)
• Sátira contra la idolatría
Todos son forjadores de ídolos; no son nada, y sus obras favoritas son inútiles. Sus siervos no ven nada ni comprenden nada. Por ello quedarán cubiertos de vergüenza.
¿Quién forja a un dios y funde una estatua para nada?
He aquí que los devotos de la estatua quedarán cubiertos de vergüenza, y sus artesanos se avergonzarán también. Que se junten y aparezcan todos: quedarán cubiertos de espanto y vergüenza.
Un herrero trabaja sus brasas y forja su obra con martillo. Trabaja con brazos vigorosos. Está hambriento y agotado. No bebe agua y se cansa.
El escultor de la madera toma medidas, dibuja la imagen con tiza, trabaja el cincel y sigue el dibujo con el compás. Hace la estatua con proporciones humanas, conforme al rostro de un hombre, para que habite en un templo. La madera procede del cedro, o bien ha sido tomada del ciprés o del roble, y se la ha adjudicado de entre los árboles del bosque, o bien ha plantado un cedro que la lluvia ha hecho crecer. Para la gente, son buenos para ofrecer fuego.
El hombre la toma para calentarse. Tambiénenciende fuego para cocer su pan. Pero él fabrica con ella a un dios ante el que postrarse, lo convierte en un ídolo ante el cual inclinarse. Ha quemado el fuego la mitad; sobre sus brasas asa carne, y se sacia comiéndola. Luego se calienta, y dice: Ah, me caliento y miro la lumbre.
Con el resto se hace un dios, un ídolo ante el cual se inclina y se postra, y a quien adora diciendo: ¡Sálvame, porque eres mi dios!
No saben y no entienden. Sus ojos están cerrados a cualquier visión, y sus corazones, a cualquier razón.
No reflexionan, no tienen conocimiento ni inteligencia para decir: He quemado la mitad al fuego; sobre sus brasas he cocido el pan, he asado la carne que me he comido, y con el resto haré algo abominable. ¡Me inclinaré ante un trozo de madera!
El amante de cenizas, con el corazón engañado, se extravía. No salvará su alma ni dirá nunca: ¿No es una mentira, lo que tengo en mi mano?
(Isaías 44, 9-20)
• Oráculo de salvación
Yo soy Yahvé, no tengo igual;
Yo creo la luz y las tinieblas,
Yo doy gozo y creo desdicha,
soy yo, Yahvé, quien hace todo esto.
¡Gotead, cielos, la victoria como un rocío!
¡Y que las nubes hagan llover!
Que la tierra se abra
para producir el fruto de la salvación.
Que haga también germinar la justicia,
que yo, Yahvé, voy a crear.
(Isaías 45, 7-8)
• Yahvé es el Dios universal
¡Reuníos, venid, acercaos todos juntos,
supervivientes de los pueblos!
No saben nada, todos los que transportan
ídolos de madera,
ni los que ruegan a un dios
incapaz de salvar.
Proclamad, exponed vuestras pruebas,
mantened un consejo juntos:
¿quién había anunciado esto antes
y lo había revelado desde ese momento?
¿No soy yo, Yahvé?
No hay más dios que Yo, Dios justo y Salvador,
y ningún otro fuera de Mí.
¡Volveos hacia mí para ser salvados,
confines todos de la tierra,
porque soy el Dios sin igual!
Lo juro por mí mismo;
lo que sale de mi boca es la verdad,
una palabra irrevocable:
ante mí se dobla toda rodilla,
y por mí jura toda lengua,
diciendo: ¡Sólo en Yahvé
tengo victoria y fuerza!
A Él vendrán, cubiertos de ignominia,
todos los levantados contra Él.
Por Yahvé será victoriosa y gloriosa
toda la raza de Israel.
(Isaías 45, 20-25)
• La clamorosa resurrección de Jerusalén
¡Levántate y resplandece, pues ha llegado tu luz,
y la gloria de Yahvé alborea sobre ti,
mientras las tinieblas se extienden sobre la tierra,
y la oscuridad, sobre el pueblo!
Por encima de ti se yergue Yahvé,
y su gloria aparece sobre ti.
Los pueblos caminan hacia tu luz
y los reyes hacia tu naciente claridad.
Alza tus ojos y mira:
todos se reúnen y acuden a ti.
Llegan de lejos tus hijos,
y tus hijas son traídas en brazos.
Ante esta vista, estarás radiante,
tu corazón se henchirá de emoción,
porque hacia ti llegarán las riquezas del mar,
las riquezas de los pueblos en ti se juntarán.
Multitudes de camellos te cubrirán,
dromedarios de Madián y de Efa.
Todos vendrán de Saba,
trayendo oro e incienso,
y cantando alabanzas a Yahvé.
Todos los rebaños de Cedar en ti se reunirán;
los carneros de Nabayot estarán a tu servicio.
Subirán para ser aceptados en mi altar,
para embellecer el Templo con mi Esplendor.
¿Quiénes son aquellos que vuelan como nubes,
como palomas a su palomar?
Sí, se reúnen para mí las naves,
con los navíos de Tarsis en cabeza,
para traer de lejos a tus hijos,
con su plata y su oro,
a causa del nombre de Yahvé, tu Dios,
a causa del Santo de Israel, que te ha embellecido.
Los hijos del extranjero reconstruirán tus murallas
y sus reyes serán tus siervos,
pues si en mi ira te herí,
en mi clemencia he tenido piedad de ti.
Y tus puertas estarán siempre abiertas,
no se cerrarán ni de día ni de noche,
para traerte los bienes de los pueblos,
y para que sus jefes los traigan.
Porque la nación y el reino que no te sirvan perecerán,
y los pueblos serán exterminados.
La gloria del Líbano vendrá hasta ti,
con el ciprés, el plátano y el boj,
para embellecer el lugar de mi Santuario,
para glorificar el lugar en el que me encuentro.
Hacia ti vendrán, humillados, los hijos de tus opresores;
a tus pies se postrarán todos los que te despreciaron.
Te llamarán ciudad de Yahvé,
Sión del Santo de Israel.
De abandonada que eras,
odiada y sin viandantes,
te haré eterno prodigio,
motivo de gozo para todos los siglos.
Mamarás la leche de los pueblos,
las riquezas de los reyes.
Y sabrás que yo, Yahvé, soy tu Salvador,
tu Redentor, el Fuerte de Jacob.
En vez de cobre traeré a ti oro;
en vez de hierro, traeré plata;
en vez de madera, bronce;
y en vez de piedra, hierro.
Te daré por magistrado la Paz,
y por soberano, la Justicia.
No se hablará más de violencia en tu tierra,
ni de saqueos ni de ruinas en tu territorio.
Tus muros serán llamados salud,
y tus puertas, alabanza.
No tendrás más el sol por luz, de día,
ni te iluminará ya la claridad de la luz,
sino que Yahvé será tu luz eterna,
y tu Dios será tu esplendor.
Tu sol no se pondrá nunca más,
ni menguará tu luna,
porque Yahvé será tu eterna luz,
y los días de luto acabarán.
Tu pueblo será un pueblo de justos,
que poseerán la tierra para siempre,
renuevos de las plantaciones de Yahvé.
Serás la obra de mis manos, hecha para ser bella.
El más pequeño en ti será un millar,
y el más insignificante, una poderosa nación.
Yo, Yahvé, he hablado;
a su tiempo actuaré.
(Isaías 60, 1-22)