Читать книгу Poemas - Paulino de Nola - Страница 10

4. Las cartas

Оглавление

El uso del verso no implica que haya que ubicar estos poemas 66 en un género distinto al de las cartas en prosa, sino que responden al modelo genérico de la carta-intercambio entre dos amigos 67 . Los Poemas 10 y 11 son respuestas a Ausonio, mientras que el 24 está dirigido a Citerio, un influyente personaje aquitano. Ausonio escribió a su discípulo Paulino una serie de ocho 68 cartas que constituyen una relación epistolar agridulce, llena de ternura al principio y teñida de dolor al final. Las cuatro primeras cartas 69 de Ausonio están plagadas de palabras amables, de afecto sincero, al punto de que, para su amigo Ausonio, Paulino es «más dulce que la miel» 70 . Pero en las otras cuatro cartas 71 , el maestro da rienda suelta a los reproches hacia su antiguo discípulo, porque no es capaz de comprender la entrega total de éste a la nueva creencia. No le parece mal que haya abrazado la fe cristiana, lo que le extraña a Ausonio, poco acostumbrado a esa profundidad de la creencia que se manifiesta en Paulino de una manera tan firme, es que su amigo llega a poner por detrás de su nueva fe incluso una amistad tan profunda y tan antigua como la que hay entre ellos, cercana al afecto de padre e hijo 72 . Las dos cartas de Paulino han sido merecidamente elogiadas desde el punto de vista literario 73 , por su polimetría y por la manera tan delicada y sencilla a la vez con que responde a los duros reproches contenidos en las cartas ausonianas, sobrecargadas de retórica.

La primera carta de Paulino, el largo Poema 10 , fue escrita en Hispania, posiblemente en el verano del 393, y es la respuesta a las cartas 24, 25 y 26 de Ausonio, que Paulino recibió al mismo tiempo. Tras el consabido tópico por la alegría de la carta del amigo, Paulino se aplica a responder a todos los reproches que le hace Ausonio. La poesía es un arte vano, dice, si no está dedicada a cantar a Dios, tal como lo siente él ahora, inspirado por un deus maior 74 . Si verdaderamente desea su bien, Ausonio debería alegrarse de la vida que Paulino ha elegido libremente 75 . En cuanto a la larga separación, Paulino justifica su aislamiento por «ver estrellas más altas» 76 . No es por culpa de su esposa por lo que está lejos, ni tampoco vive entre salvajes, sino en la rica Hispania, de ciudades tan hermosas como Zaragoza, Barcelona o Tarragona 77 . Finalmente, vuelve a la defensa de su fe, no le importa pasar por necio si a juicio del Rey Eterno su opinión es sabia 78 . Y concluye con la referencia al Juicio para el que se prepara en la brevedad de esta vida, de modo que por eso se ha desprendido de propiedades junto con su carga de goce y tribulación, para que no lo sorprenda su llegada sumido en vanas preocupaciones 79 .

Otra carta 80 es la respuesta a la 23 de Ausonio, pues al Discutimus iugum de 23, 1, responde Paulino con discussisse iugum (11, 30), de modo que, aunque Ausonio escribió la suya antes que las otras, Paulino recibió esa carta 23 después de las tres citadas arriba 81 , a las que respondía en el Poema 10 . Esta segunda carta en verso de Paulino es ya muchísimo más breve, y, tanto este detalle como el tono general de la misiva, producen la sensación de que estamos ante una despedida, o al menos Paulino tiene la intención de romper el círculo vicioso de reproches-explicaciones en que habían entrado los dos amigos. Esta impresión de despedida es especialmente notoria en la segunda parte de la carta (versos 49 a 68 y último). Paulino va desgranando en ella uno tras otro todos los tópicos de la amistad constante, llevándola, definitivamente, hasta más allá de la muerte, incluso en este momento en que Ausonio se muestra inflexible en su posición de no admitir la conversión de su amigo.

La última epístola en verso es el Poema 24 . Compuesto en el año 400 (por su parecido con la carta 23, datada en esa fecha 82 ) empieza con una intitulatio más expresiva o al menos más completa que las dirigidas a Ausonio. En efecto, además de citar a Citerio 83 , el destinatario, Paulino le añade el calificativo de ‘hermano en Cristo’ que, evidentemente, no podía dedicarle a Ausonio. Este largo poema en yambos de cerca de mil versos comprende dos partes. Hasta el v. 440 narra las peripecias del viaje de Martiniano, el mensajero de Citerio, desde Narbona a Nola. Y desde el 440 al final (v. 941) la carta se convierte en un tratado de la educación para el sacerdocio, dirigido al hijo de Citerio, confiado a Sulpicio Severo. Es una epístola demasiado larga para la paciencia del lector moderno. Sólo la salva la rica descripción de los detalles del viaje, en primer lugar, y el tacto con que exhorta Paulino al acaudalado Citerio 84 , en segundo.

Poemas

Подняться наверх