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10. Concepción pindárica del mundo
ОглавлениеEl cortejo fundamental de valores, constitutivo unitario de la poética, es al mismo tiempo fundamento y sentido de la vida para Píndaro. Estos valores se hacen realidad concreta en unas fuerzas germinales que el poeta designa como aretaí , conductoras de la existencia humana y razón de su tarea como poeta 33 Píndaro piensa y vive en la convicción inconmovible, que da un cierto tono trágico a su personalidad, de que tal mundo de valores es dado al hombre de un modo innato. La phyá , la naturaleza heredada, es base de todos los valores y aun raíz de la verdadera sabiduría que tiene el poeta. Estos valores, con su tríada fundamental, la nobleza, la belleza y el bien, no se aprenden, se heredan. Naturalmente subyace aquí una concepción aristocrática de la vida, que por sí misma no constituye un argumento para deducir la nobleza de sangre de Píndaro 34 La del poeta estriba en su sophía , en la sabiduría también innata, que revela el valor del mundo y permite al mismo poeta asumir la responsabilidad de ser el intérprete de tales valores. Ni siquiera el entrenamiento ni la enseñanza pueden suplir lo que no está como crisálida en la naturaleza. El empeño del hombre débil, sin energías intrínsecas, es tan vano como la mera erudición. La enseñanza y disciplina sólo pueden hacer de uno lo que ya se es en la propia esencia presente.
De acuerdo con esta ideología fundamental, la misión del poeta está en ofrecer una ética consecuente con el respeto a los dioses, purificados de adherencias indignas de lo divino, con el amor a los padres e hijos, con la hospitalidad. Esta ética exige disciplina, esfuerzo, osadía a veces, sinceridad, constancia, sentido para lo justo, para la verdad y reconocimiento del límite. Desde esta ética el poeta puede hablar con autoridad a los mismos grandes de la tierra y orientarlos hacia lo divino y humano que él descubre desde su propia sabiduría innata (Pít . I 87 ss.). En la acción noble del hombre se manifiesta, por otra parte, el gobierno soberano de Zeus que se hace presente en el mundo a través de potencias o realidades de valor intemporal como Cháris, Peithṓ, Hēsychía, Týchē, Éris, Átē , las fuerzas divinas del Encanto, la Persuasión, la Paz, la Fortuna, el Debate, la Ceguera, que dirigen y ordenan el destino de los hombres. Punto culminante de este pensamiento es su apelación a Theía en el proemio a la Ístmica V.
Explicación existencial del poeta en sí mismo y en su misión sólo se halla en Píndaro desde el mismo horizonte metafísico en que él contempló el sentido de la vida. Verdadero poeta sólo es quien recibió el don por naturaleza. Los que aprenden su arte son cuervos que van graznando frente al ave de Zeus, al águila (Ol . II 96; Nem . III 80, V 21 35 ). De esta conciencia, y de su obligación enaltecedora de la nobleza y dignidad de dioses y hombres, nace el tono enfático y gran parte del estilo sublime de Píndaro. Ni siquiera el vencedor en el estadio puede gloriarse de la personal victoria, si no es en el reconocimiento de su energía innata, suministrada por los dioses, despertada y conducida por el entrenador y, en definitiva, salvada en el canto del poeta para tiempos futuros. El deporte no es más que una ocasión brillante en que se revela la presencia de lo divino en el mundo. Esto es lo que importa y ocupa al poeta, que no fue un mero glorificador de la agonística 36 .