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3. Píndaro en Sicilia

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La fama de Píndaro como cantor de triunfos agonísticos está ya casi afianzada antes de Platea. Además de su victoria poética en Atenas con un ditirambo, el 496 (Pap. Oxy . 2438), y del Peán para Delfos (fr. 52f) al cual hace él mismo referencia en Nemea VII, junto con otros primeros himnos destinados al culto de los dioses, el nombre de Píndaro ha llegado ya a Sicilia con la Pítica VI compuesta para el triunfo délfico de Jenócrates, hermano de Terón de Agrigento, y la Pítica XII para el flautista Midas (año 490), de la misma ciudad y acompañante de un hijo de Jenócrates, Trasibulo, que llevó a Delfos el carro de su padre. Con este joven, a quien Píndaro dedicó una canción de brindis (fr. 124a-b), se inicia una sincera y cordial amistad que influirá en la aceptación universal de su poesía y le permitirá viajar a Sicilia.

La isla constituye por entonces el Estado mayor y más fuerte del mundo griego. Asegurada la existencia política del territorio frente a la amenaza de cartagineses y etruscos, Hierón termina por cimentar el poder y la estabilidad de la unión entre Gela y Siracusa, empezada por Gelón el 478. La paz y el esplendor de la vida económica permiten la construcción de palacios, templos, fortificaciones, calles y teatros, y las artes y el gusto por los bienes de la cultura atraen y convocan a poetas y artistas. Así llega Píndaro a Sicilia el 476 para entrar en contacto personal con Hierón de Siracusa y Terón de Agrigento, a quienes puede presentar muestras de su obra literaria (Pít . X, VI, XII; Ol . XIV; Pít . VII; Nem . II, VII, V; Ístm . VI, VIII, V) para celebrar victorias deportivas. En este mismo año compone la Olímpica I para cantar la victoria de Ferenico, el caballo de Hierón. También este mismo año triunfa la cuadriga de Terón en Olimpia y es Píndaro el encargado de interpretar el gozo con la Olímpica III, cantada en Agrigento en un acto de culto; mientras, compone la Olímpica II, destinada a celebrar ese acontecimiento en un círculo íntimo y que da testimonio de unas primeras relaciones cordiales con los tiranos. En esta última oda no es ya el deporte el tono dominante, sino una exhortación para consolar el espíritu atribulado del señor de Agrigento. Del mismo año 476 es la Nemea I en honor de la cuadriga del cuñado y general de Hierón, Cromio, asícomo la breve oda para la victoria de Hagesidamo de Locros (Sur de Italia), la Olímpica XI, con un posterior remozamiento del hecho en la Olímpica X, probablemente del año 474.

La estancia de Píndaro en Sicilia fue breve. Dos razones principales podrían aducirse. En primer lugar, su camino se cruzó allí con el de los poetas Simónides y Baquílides. El carácter y los ideales de los poetas jonios eran opuestos a los de Píndaro. Simónides fue el cantor de las Termópilas y del triunfo contra los persas. Es fácil suponer intrigas y mutuas rencillas. Por otra parte, el despotismo de las cortes sicilianas debió de resultar asfixiante para Píndaro. Tonos de polémica contra Simónides y Baquílides quieren percibir la mayoría de los intérpretes en los versos 86 ss. de la Olímpica II, un ataque contra esos sabios por esfuerzo que van graznando, como cuervos, contra el ave de Zeus, el águila, y a quienes anima el afán de lucro en el servicio de las Musas, como se oye más tarde en Ístmica II 6 y Pítica II 74, con una admonición contra calumniadores y aduladores.

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