Читать книгу Memoria del pleno sobre tres crisis encadenadas: sanitaria, económica y social - Rafael Gómez Ferrer Morant - Страница 8
II Una reflexión de carácter general sobre la situación en la que nos encontramos
ОглавлениеLa situación descrita es muy grave y por ello sugiere ya algunas consideraciones de carácter general, como son las siguientes:
– en cuanto a la crisis económico–social, hay una diferencia sustancial con la crisis del mismo carácter de 2007–2008. En efecto, la experiencia de esta anterior crisis ha permitido tener presentes desde el primer momento las medidas que se adoptaron en la anterior –en cuanto fueron eficaces– y también las que no se adoptaron y que ahora han podido adoptarse por la mayor sensibilidad social, en gran parte de la Unión Europea, que se ha traducido en un apoyo económico relevante.
– en cuanto a la pandemia sanitaria del COVID–19, no había experiencia alguna, por lo que el aprendizaje para actuar contra la misma, la consecución de mejoras en su tratamiento, la investigación científica para conseguir una vacuna –ya descubierta–, su autorización, dispensación y valoración de efectos, requieren un margen de tiempo que nos coloca en una situación de grave incertidumbre.
– en la actualidad estamos padeciendo una segunda oleada de COVID– 19 y preocupa la aparición de una tercera, por lo que todos debemos preguntarnos qué actitudes personales y colectivas son necesarias no solo para superar la situación actual, sino también para hacer frente a la intensificación que puede producirse.
Vamos a adentrarnos en este punto antes de pasar a reflexionar sobre los problemas concretos desde una perspectiva jurídica que es el objeto propio de esta Memoria.
a.– En primer lugar, resulta evidente a estas alturas que no resulta posible establecer un orden temporal tajante en la superación de cada crisis. No se puede acabar de forma rápida y con medidas extremas con la crisis sanitaria, como la realidad ha demostrado; el virus sigue existiendo y tiene una capacidad contagiosa extraordinaria, que se manifiesta de nuevo cuando se relajan las medidas.
b. – Resulta también claro que no se pueden mantener de forma indefinida las medidas extremas para contener la crisis sanitaria, porque no podemos mantener la crisis económica y social con carácter indefinido.
c. – En consecuencia, resulta patente que hemos de intentar, de forma simultánea, controlar el COVID–19 con medidas adecuadas para extinguir la pandemia y superar las crisis económica y social; crisis que no se superarán de forma acabada mientras no se extinga la pandemia.
Dado el encadenamiento entre las tres crisis, las medidas que se adopten han de partir de una perspectiva de conjunto, de tal forma que las medidas para controlar el COVID–19 causen la menor incidencia negativa posible en la crisis económica y social, y a la inversa, que las medidas para superar la crisis económica y social no sean incompatibles con el control adecuado del COVID–19. Esto requiere un Plan cuidadosamente elaborado por científicos sanitarios que sean capaces de ponderar las consecuencias económicas y sociales con la colaboración de otros expertos. No es fácil esta ponderación pero la experiencia vivida es de trascendental importancia porque permite elaborar y aprobar un Plan que comprenda las medidas adecuadas. Y es en esta elaboración y aprobación donde ha de intervenir con carácter decisivo la prudencia política que se caracteriza por la capacidad de contemplar una cuestión desde distintas perspectivas para adoptar las soluciones más adecuadas para el interés general.
d. – Conseguir este objetivo requiere también una educación cívica de todas las personas que conduzca a proceder de acuerdo con el Plan para controlar el COVID–19 y mantener de forma simultánea la actividad económica. Esta es la educación que, sin perjuicio de la que se reciba en la familia y en los centros de enseñanza, estamos adquiriendo siempre a lo largo de nuestra vida, aprendiendo de los errores y de los aciertos. La educación y la consiguiente mentalización será el motor adecuado para actuar con eficacia y no solo el miedo al contagio o a las sanciones, porque la actitud responsable han de observarla por sí mismas todas las personas.
e. – Esta educación ha de partir, en las circunstancias en que vivimos, del deber de todos de colaborar en la consecución del interés general. El sacrificio que exigen las medidas de control del COVID–19 puede parecer innecesario a ciertas edades, desde una perspectiva personal, pero además de una necesaria reflexión sobre la solidaridad, es necesario tener en cuenta, dado el encadenamiento de las crisis, que si no se observa una actitud responsable para controlar la crisis sanitaria, se está contribuyendo a que prosiga la crisis económica y social; por poner un ejemplo, si se considera que España es un país que no ofrece seguridad en materia sanitaria, ello se traduce, entre otros aspectos, en la crisis del turismo, que ya hemos vivido este verano, con graves consecuencias de orden económico y social.
En definitiva, todos estamos implicados en la solución de las crisis. La solución depende de todos y cada uno de nosotros. Estamos acostumbrados a hablar de derechos desde la Constitución de 1978. Pero ha llegado el momento de hablar de deberes. No tenemos más que seguir el ejemplo que nos han ofrecido las personas que han actuado con ejemplaridad en circunstancias bien difíciles, de las cuales hay que referirse ahora por su carácter emblemático, a todo el personal sanitario. Solo por agradecimiento a estas personas, si no hubiera otras razones como las expuestas, deberíamos asumir y cumplir con ilusión nuestro deber de contribuir en la medida de las posibilidades de cada uno a superar la situación en que nos encontramos.
Y no solo de las personas a nivel individual. También es necesario el esfuerzo de toda la sociedad a través de las organizaciones de relevancia constitucional como son los partidos políticos, los sindicatos y organizaciones empresariales, los Colegios Profesionales; y también es importante el esfuerzo de los medios de comunicación, las instituciones, fundaciones y asociaciones y en el seno de cada empresa –como un conjunto– sea grande o pequeña.
Y no solo de toda la sociedad. El soporte de la gestión para superar esta situación se encuentra en la organización establecida por la Constitución, en los tres poderes del Estado, en el ámbito de su competencia, y también en las Comunidades Autónomas y la Comunidad Foral Navarra en el ámbito de las suyas, y en los entes locales. El Estado compuesto establecido en la Constitución plantea también cuestiones importantes en cuanto a la toma de decisiones y gestión de las mismas, a lo que debe añadirse la confrontación entre los partidos y la consiguiente crispación política que estamos padeciendo.
Cada poder ha de cumplir con su función constitucional, como tendremos ocasión de exponer más adelante, y es en este cumplimiento donde debe brillar la prudencia política que consiste en la capacidad de observar las cuestiones planteadas desde las distintas perspectivas que presentan y de adoptar las soluciones más adecuadas al interés general.
Y en este camino no se puede renunciar a salir al paso de una gran cantidad de problemas que será necesario afrontar porque no podemos perder la visión de conjunto; así, el medio ambiente cuya proyección en la sanidad a través de la contaminación y otros aspectos, es innegable; la revolución digital; la protección de la infancia y de la juventud; la violencia contra las mujeres; y muchos otros que no se pueden dejar de considerar al igual que tampoco se puede dejar de considerar a los enfermos en quienes no concurra la presencia del COVID–19.
Pero ¡cuidado! Por lo mismo que existen cuestiones importantes que es necesario afrontar y que han de ocupar al máximo nuestra capacidad, no podemos dedicar nuestra atención y esfuerzos a cuestiones que pueden suponer un divertimento para olvidarnos o distraernos del esfuerzo a que estamos obligados.