Читать книгу Poemas - Sidonio Apolinar - Страница 22
5. LA PERSONALIDAD
ОглавлениеSin embargo, para la recta comprensión de la persona y la obra sidonianas debemos dar aún un paso más y analizar el sentido de su trayectoria humana. A nuestro autor se le ha considerado en primer lugar como un miembro de la nobleza galo-romana, curtido en todo tipo de escaramuzas y avatares políticos, orgulloso de su origen y su cultura y empeñado en mantener y fomentar un ideal de aristocracia docta. En segundo plano se han estudiado y discutido sus cualidades literarias y apenas se ha considerado digna de atención su calidad de creyente, más exactamente de obispo y santo de la Iglesia católica. Ese enfoque es legitimo pero necesariamente se mantiene en la superficie, porque equivale, por poner un ejemplo banal, a pretender describir a alguien a partir del análisis de su guardarropa.
Aunque se admita que la producción literaria de Sidonio presenta un cuadro sumamente interesante de la sociedad en la que vivió y contiene inteligentes y bien logradas descripciones; aunque se esté de acuerdo en que procedía de una familia cristiana de la tercera generación y él mismo fue creyente de toda la vida y no sólo de nombre; aunque sea evidente que el recurso a la mitología en sus poemas es una cuestión de tradición y estilo que no permite ninguna conclusión respecto a su personal Weltanschauung, se llega a la conclusión de que no quería saber nada de disquisiciones dogmáticas, no tenía ningún interés pastoral y para él, como para otros contemporáneos, la Iglesia fue el único refugio a disposición para salvar su vida y defenderse de la barbarie circundante.
Todo esto puede ser verdad y hay que tenerlo en cuenta, pero el elemento decisivo es el testimonio de su vida cristiana, que es incontestable. Su fe está presente en todas las etapas y en ella se encierra la clave para interpretar correctamente su producción literaria. Por eso, no basta con decir que sus modelos son Estacio y Claudiano para la poesía, Plinio el joven y Símaco para la correspondencia. Eso puede ser verdad para determinadas o incluso para muchas de sus expresiones, pero lo que realmente inspira y define su quehacer es la Sagrada Escritura, tanto el Antiguo como, sobre todo, el Nuevo Testamento.
Esto vale para toda su obra tanto en prosa como en verso. El poema 16 es cristiano al ciento por ciento. Pero además, aquí y allá vemos su poesía salpicada de detalles que nos lo revelan como un hombre de fe. Aunque los poemas, por los temas (epitalamios) o el género literario (panegíricos) sean la parte de su producción más distante a cualquier expresión de sentimiento religioso, encontramos en ellos alusiones a la vida cristiana 83 o comentarios en los que defiende y hasta encomia sus creencias frente a los mitos paganos 84 .
Si pasamos a los nueve libros de sus epístolas vemos que están sembrados de expresiones que no son simples fórmulas de cortesía y mucho menos exclamaciones retóricas, sino manifestaciones de creencias profundas.
Por ejemplo, sub ope Christi (9 veces), deus bone (6), praesule deo (3), post opem Christi (2), deus magne (2), praeuio Christo (2), sub ope… dei (1), deo praeuio (1), Christo propitiante (1), Christo teste (1), Christo fauente (1), propitio deo Christo (1).
Estas expresiones y otros muchos elementos nos muestran una actitud de adoración – Christi cultus : VI 2, 1 –, de petición confiada – Christi dextera opitulante : VII 18, 3 –, o de alabanza a Dios, que adopta diferentes matices de oración – Deum precamur : III 2, 4; Precibus meis : III 5, 3 – o acción de gracias: Agimus gratias uberes Christo : III 6, 3, o Gratias agere Deo : IV 24, 7. Estamos pues ante un mundo que sólo tiene puntos de contacto puramente formales con el clásico porque lo trasciende y simplemente lo ha cristianizado.
Sólo desde esta perspectiva es posible valorar la vida y la obra de Sidonio. Es verdad que es noble de cuna y una persona bien instruida, pero sobre todo es un cristiano convencido. Estas tres dimensiones de su personalidad explican su esfuerzo por salvar, hermanándolas, la cultura clásica y la nueva fe. Quizás fracasó en la primera parte de su objetivo, pero no cabe duda de que contribuyó a inspirar espíritu cristiano en la sociedad que estaba surgiendo a su alrededor y configuraría por muchos siglos la vida de los pueblos jóvenes, que acabarían con la larga historia del Imperio Romano 85 .
Sidonio gozó de sólida fama entre sus contemporáneos, tanto como poeta —basta pensar en su designación para pronunciar los tres panegíricos—, como en cuanto hombre de Iglesia.
Sus obras fueron admiradas aún en vida del autor —también después—e imitadas, sobre todo sus epístolas. Su influjo se nota ya en Ruricio de Limoges († después de 507) y en Avito de Vienne. Gregorio de Tours cuenta que Ferreolo de Uzès, que murió en 581, escribió algunos libros de cartas a la manera de Sidonio. También los poemas fueron leídos e imitados. En Ennodio se encuentran pasajes inspirados en los sidonianos.
Genadio 86 (3, 92) valora el testimonio de su vida con estas palabras: «Sidonio, obispo de la Arvernia, escribió opúsculos diversos, agradables y de sana doctrina. Fue hombre de formación profunda tanto en las cosas divinas como en las humanas y de agudo ingenio… testigo de la verdad con cristiana fortaleza, también en medio de la dura ferocidad de los bárbaros… es considerado padre y doctor insigne de la fe católica».
En el fondo de su alma fue toda su vida un cristiano creyente y, en la última etapa, un obispo que quiso entregarse por completo al servicio de su patria y a su tarea dentro de la Iglesia. En el último poema que incluye en la última de sus epístolas, un verdadero testamento político-literario, él mismo expresa ese ideal con un deseo muy expresivo: «que mi fama como poeta, no manche el rigor de vida digno de un clérigo» (IX 16, 3 vv. 55-56).
1 Baste el dato bien elocuente de que, de los diez emperadores que ocupan el trono occidental entre 455 y 476 d. C., la mitad proceden de provincias. Cf. D. HENNING , Periclitans res publica, Stuttgart, 1999, pág. 28.
2 K. F. STROHEKER , Der senatorische Adel…, pág. 59.
3 Ver 7, 233 ss.
4 Ver igualmente 7, 246.
5 Cf. 7, 214-229.
6 Cf. 7, 442. Este hecho ocurrió el 31 de mayo del 455. Unos días más tarde, del 2 al 16 de junio, los vándalos saquearon la ciudad.
7 La primera noticia de fuente romana que tenemos de ellos nos los presenta como una parte de los vándalos (PLINIO , Historia Natural IV 99).
8 Véase, por ejemplo, 7, 489-518. Aunque la datación de la carta es discutida, probablemente antes de 456 (entre 453 y 455) había escrito Sidonio la famosa Epístola I 2, que contiene una descripción positiva y minuciosa del aspecto físico del rey, la jornada y la corte de Teodorico II.
9 Es sin duda el enemigo del imperio más temido y más citado por Sidonio a lo largo de su obra poética. También aparece repetidas veces en el panegírico de Antemio: 2, 17, 354; y en el Poema 23, 255 ss.
10 Cf. 7, 377 ss.
11 Más el corto poema 13, dirigido a uno de ellos, Mayoriano.
12 Se ha discutido mucho esta cuestión, que no está resuelta. Es indudable que Sidonio se refiere a lo largo del poema a dos personajes diferentes, padre e hijo. Lo que no está claro es si el amigo del poeta y destinatario de la poesía es el padre o el hijo. En el primer supuesto, Sidonio incluye (vv. 96-177) un elogio al padre de su amigo. En el segundo, que es el que adopto en esta edición, a partir del v. 178 empezaría a hablar del hijo.
13 Como se ve el encargo de los dos epitalamios le llega a Sidonio a través de la familia de las mujeres, aunque en ambos casos, tanto Ruricio como Polemio, los dos esposos, son también miembros de la nobleza gala.
14 Al primero dirige Sidonio 3, 11; 4, 7; 5, 4; y al mismo y a su hermano Apolinar, 4, 4. Al segundo, 5, 7.
15 Valgan, por ejemplo, los siguientes pasajes: 1, 24; 2, 538; 4, 17; 6, 36; 8, 3; 9, 9 y 330-346; 14, 25; 16, 70 y 90; 22, § 3; 23, 4 y 8.
16 Cf. 20, 1.
17 El primero se llamaba Apolinar y aparece repetidas veces en el epistolario de Sidonio. Las hijas fueron Roscia y Severiana. GREGORIO DE TOURS en su Historia de los francos (III 2, 12) habla de una tercera, Alcima.
18 Esta afirmación hay que entenderla teniendo en cuenta que el sistema oficial de enseñanza con sus tres grados —maestro de juegos, gramático, orador— había desaparecido desde principios del s. v como consecuencia de las invasiones germanas y que por tanto la enseñanza funcionaba en plan privado.
19 No es posible aclarar la cuestión de si Sidonio recibió el bautismo de niño, práctica habitual en la época, o cuando era ya adulto. De ese hecho depende la interpretación de 16, 84. Ver nota 586 de la traducción.
20 Cf. 14, § 2.
21 Sidonio mismo reconoce que Mayoriano habría sido ya nombrado dos años antes emperador, a la muerte de Valentiniano III, si Petronio Máximo no se hubiera interpuesto en su camino (5, 305). Naturalmente el poeta no dice nada en ese pasaje de Avito, su proprio suegro, que también reinó entretanto.
22 Sólo si se admite que él personalmente no participó en ella puede entenderse lo que dice en el panegírico del nuevo emperador contra los burgundios, que aparecen no sólo como enemigos, ya sometidos, de Mayoriano (5, 476. 567), sino también como una espada que se había hundido en las entrañas de los lioneses (5, 573). Si por el contrario, Sidonio fue uno de los cabecillas, su actitud ante los burgundios ahora, tras la derrota, no es justificable.
23 Ver 5, 568-573.
24 Parece evidente que desempeñó alguna función oficial (Epístola I 11, 1) —quizás tribuno y notario— y hasta se ha especulado sobre la posibilidad de que acompañara al emperador en una expedición a Hispania, pero no se tienen datos precisos al respecto.
25 En estos seis años tienen lugar seguramente sus estancias en Riez (16, 78-88)), en Tolosa (Epístola I 2), en Burdeos y sus alrededores, incluida la casa de los Poncios (22) y en Narbona (22, § 1) en casa de los Consencios (23, 434-506). Todas estas visitas fueron ocasión e inspiraron una buena parte de su obra poética.
26 Esta tarea, que duró hasta entrado el 469, le hacía responsable de la administración de la ciudad de Roma, sus abastecimientos, sus construcciones, las asambleas del senado y de la plebe. Sobre esa actividad calla sistemáticamente en su correspondencia. Este silencio ha dado lugar a muchas elucubraciones. Algunos lo interpretan como signo de que su gestión no tuvo éxito, otros piensan que quizás consideraba que no era de interés para sus amigos galos. Posiblemente la razón haya que buscarla en la misma preceptiva del género epistolar, que mandaba evitar todo tipo de información privada, que pudiera resultar peligrosa, tanto para el remitente como para el destinatario, o superflua para el público en general.
27 Flavio Ricimer, patricio y «padrino de reyes» en el imperio occidental, desempeña en la segunda mitad del siglo v d. C. un papel análogo al de Aecio unos decenios antes. Hijo de un príncipe suevo y una princesa visigoda, nombrado en 456 maestre del ejército, habia derrocado al emperador Avito. Arriano y bárbaro no puede esperar llegar él mismo a emperador, pero lo es en la sombra.
28 Esto vale para la colección de poemas, en la que sólo aparecen los veinticuatro que había escrito con anterioridad. En cuanto a los que publica en cartas escritas con posterioridad, cabe pensar que los había compuesto ya antes, salvo aquellos que se ocupan de temas sagrados. Ver a este propósito. D. AMHERDT , Sidoine Apollinaire…, pág. 21, nota 41.
29 Compuso una colección de exhortaciones, pronunciadas antes de la misa (contestatiunculae ), que se han perdido.
30 Así, lo vemos sin tomar partido en la disputa entre dos de sus amigos, Fausto, obispo de Riez, a quien dirige el Poema 16, y Claudiano Mamerto, otro de sus íntimos, autor de la única epístola contenida en su epistolario (IV 2) de la que no es autor Sidonio, a propósito de la naturaleza del alma: De statu animae. Ver D. AMHERDT , op. cit., págs. 93 ss.
31 Entre otros muchos pasajes, se pueden citar, los que aparecen en Epístolas VII 6 y 13 y todas las que componen el libro VI.
32 Uno de los predecesores de Sidonio en la sede de Clermont, Namacio, había sido probablemente laico hasta su acceso al episcopado y sabemos a través de la Epístola VII 9 que Simplicio, el candidato propuesto por Sidonio para la sede de Bourges, era un laico de alto rango. A estos hay que sumar la larga lista de galos cultos que, huyendo de los avatares de las guerras, se refugiaron primeramente como monjes en la isla de Lerins, en la costa del sureste de Francia, para después asumir altos cargos eclesiásticos en aquella región, como Lupo de Troyes, Salviano de Marsella, Fausto de Riez, Cesáreo de Arles. Sobre este tema se puede consultar E. GRIFFE , La Gaule chrétienne à l’époque romaine, II, págs. 219-226.
33 Ver Epístola VIII 10, 3.
34 Los precedentes conocidos —como el Panegírico a Mesala que se encuentra en el Corpus Tibullianum y el poema (Silvas IV 1) que ESTACIO dedica al decimoséptimo consulado del emperador Domiciano— están muy lejos del panegírico épico, que aquí nos ocupa.
35 No obstante, se aprecian en su composición elementos que no faltarán en lo sucesivo: exordio con invocación a Júpiter (1-4); carrera de Trajano (4-23); actuaciones de gobierno (24-55); tercer consulado (56-80); vida privada (81-89); personal agradecimiento de Plinio a Júpiter (90-93) y al senado (94-95). Por otra parte, en los discursos laudatorios de Símaco se puede observar la aparición de fábulas mitológicas, que jugarán un papel importante en los panegíricos de Sidonio.
36 En 395 en honor de los hermanos Amicio Probino y Amicio Olibrio. Al año siguiente y en 398 al tercer y cuarto consulado de Honorio respectivamente. En los dos años sucesivos —399 y 400— los panegíricos a Manlio Teodoro y a Estílicon y por último, con ocasión de la 6.a magistratura de Honorio, en 404. Véanse los vols. 180 y 181 de la B.C.G.
37 E. GISLER elaboró para la edición de Monumenta Germaniae Historia (MGH) un elenco de Loci similes auctorum Sidoni anteriorum en el que registra 73 pasajes en los que Sidonio imita a Claudiano a lo largo de los siete primeros poemas.
38 Nos son conocidos dos Epitalamios de Claudiano: el que compuso con ocasión de la boda del emperador Honorio con María, la hija de Estilicón (Milán, 398), que sirve de modelo a Sidonio para los Poemas 10-11 y el escrito en honor de Paladio (tribuno y notario) y Celerina.
39 Son múltiples las declaraciones de principio en este sentido a lo largo de la correspondencia con sus amigos. Por ejemplo, Epístolas VIII 4, 3; 16, 2; IX 12, 1.
40 W. B. ANDERSON y A. LOYEN se inclinan a pensar que también los Poemas 22 y 23 estaban incluidos en la colección desde el principio: en 9, 318-319, el poeta no habla solamente de brevedad sino también de la naturaleza, rara por variada, de las composiciones que la integran: breuis et rara charta.
41 Los que aparecen en 14, § 2 y 15, 150-153, sobre el consulado de Magno, la ocupación de Lyon por los burgundios (12), la petición a Mayoriano para que libere a Lyon del gravoso impuesto (13).
42 Por el contrario, en los poemas incluidos en el libro noveno de sus epístolas, el poeta utiliza más variedad de metros, como asclepiadeos (IX 13, 2), anacreónticos (IX 13, 5), senarios yámbicos (IX 15) y la estrofa sáfica (IX 16).
43 E. BARET , Œuvres de Sidoine Apollinaire, Paris, 1879, pág. 106.
44 J. BELTRÁN SIERRA afirma que casi el 80% de los hexámetros sidonianos presentan esta cesura. Cf. Cuadernos de Filología Clásica (CFC) 15 (1998) 389.
45 Las dos cláusulas clásicas, dactilicas, 3+2 y 2+3 hacen el 89,25%. Estadísticas comparativas con poetas clásicos, sobre todo Virgilio, pueden verse en el mismo autor, Helmántica 47 (1996) 161-173.
46 Al comienzo del Poema 23 Sidonio mismo describe la composición de estos dos tipos de metros: vv. 22-24 (dísticos) y 25-27 (endecasílabos).
47 Una historia análoga se lee en la vida del rey David, cuando elimina a Urías, el esposo de Betsabé: 2 Samuel XI 14-15.
48 Conocía evidentemente la colección de las Cartas a Ático y alguna de sus epístolas tienen una clara afinidad con ellas, como, por ejemplo IV 12, en la que expresa, como había hecho CICERÓN (Cartas a Ático II 8), su disgusto por la pérdida de una carta del amigo a él dirigida.
49 Cf. PLINIO EL JOVEN , Cartas.
50 Excepcionalmente se nota un trato amistoso con sus corresponsales, como es el caso de su paisano y viejo amigo Calvisio Rufo, a quien dirige un buen número de cartas.
51 Por la misma época, segunda mitad del siglo I d. C., un poeta, ESTACIO , ha compuesto sus Silvas (vol. 202 de la B.C.G.), que él mismo parece haber concebido como epístolas, en un momento en el que las fronteras entre prosa y verso están ya a punto de difuminarse: deja entrever en su poesía el descuido del tono conversacional del discurso e incluso incluye dedicatorias en prosa como introducción a sus poemas. Es verdad que Plinio no cita para nada a Estacio, que es veinte años mayor que él, pero éste no es un motivo para pensar que no le haya conocido. Cualquiera que sea la causa de este silencio, lo cierto es que entre ellos hay una clara afinidad en el modo retórico de tratar los temas.
52 Esta correspondencia se ha publicado ya en la B.C.G. (vols. 281 y 310).
53 Ver B.C.G., núm. 255.
54 En ellos se refleja su lucha por la autonomía de la Iglesia en cuestiones de fe, según el principio de que «el Emperador está en la Iglesia y no sobre ella», y por el reconocimiento del credo del Concilio de Nicea como única religión del Estado. Desde esta perspectiva hay que entender su dura controversia contra la relatio de Símaco, de la que hablamos más abajo.
55 No ostante, a causa de un hueco que se produjo muy pronto, se han perdido el final del segundo, todo el tercero y el comienzo del libro cuarto; la colección comprende hoy setenta y siete cartas.
56 Vale et dilige nos quia nos te diligimus.
57 Absens corpore, praesens spiritu: I Corintios V 3.
58 En su escrito, hace aparecer el obispo a la vieja Roma para rebatir las quejas del senado orientadas al pasado y ataca a los paganos, no con citas de la Biblia, sino con reminiscencias de Virgilio, la figura central de las pretensiones de restauración. Sobre este tema, ver B.C.G., núm. 315, págs. 36-47.
59 En los poemas encontraremos pasajes semejantes en 2, 156-181; 15, 36-125; 23, 97-169, donde habla de personajes célebres; en 7, 29 ss., donde presenta una catálogo de dioses, héroes y ríos. Algo análogo cabe decir de todo el Poema 9 (16-317) o de 10, 12 ss.
60 Se ha llegado a sugerir la hipótesis de que Sidonio haya adoptado el modelo de Ambrosio para la edición de su correspondencia. Ver los trabajos de M. ZELZER , sobre todo la edición de San Ambrosio en el Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, 82, 2, págs. XVII-XXXV .
61 Nulla erit rhetorici pompa sermonis: Epístola 22, 2.
62 D. AMHERDT reconoce en el libro cuarto de la correspondencia sidoniana rastros de esa influencia: la epístola 4, 13, que contiene un retrato de Germánico, parece estar inspirada en JERÓNIMO , 17, en la que se describe a S. Pablo. Algo análogo ocurre con Ambrosio, Agustín y Paulino de Nola. Ver, D. AMHERDT , Sidoine Apollinaire…, págs. 26, 58, 325, etc.
63 Véase por ejemplo el elogio que hace de Claudiano Mamerto a quien propone como modelo de sabio precisamente por ese motivo (IV 3, 5-7). En la misma idea abunda el epitafio en verso compuesto en honor de ese mismo amigo (IV 11, 6).
64 IV 4 y 12; V 21.
65 Memor nostri esse dignare , domine papa .
66 Él mismo se confiesa discípulo suyo: IV 22, 2. No obstante, la longitud de sus composiciones es por término medio casi el doble de las de Plinio y cuatro veces las de Símaco.
67 Cf. Introducción 5.
68 Ver la introducción a la edición en la colección Les Belles Lettres, preparada por A. LOYEN , vol. I, pág. xxxv.
69 LOYEN describe esta azarosa historia en su edición de la obra sidoniana: vol. I, pág. XXXVI .
70 Para este apartado sigo fundamentalmente el orden de D. AMHERDT , la exposición más completa que conozco al respecto. Cf. D. AMHERDT , Sidoine Apollinaire…, págs. 47 ss.
71 Es elocuente el comentario de uno de sus corresponsales, Ruricio, (el del Poema 11), quien a la vez que se considera feliz de leer los escritos de Sidonio, se queja: «su lectura, al mismo tiempo que aviva mi viejo afecto hacia ti, deja a oscuras mi entendimiento por la dificultad de sus expresiones»: II 26, 3.
72 Ver N. DELHEY , Carmen 22…, págs. 20 ss. D. AMHERDT , Sidoine Apollinaire…, págs. 49 ss.
73 Nombres de ríos como el Rin o el Danubio aparecen sólo y en todos los panegíricos. Lo mismo cabe decir de la mayor parte de los pueblos germánicos.
74 Por poner un solo ejemplo, la descripción que hace de la calefacción en la casa de invierno del Burgo de Poncio Leoncio: 22, 188-191.
75 Valgan como muestras las decripciones que hace de la cosecha de espigas, a la vez guerreros, que surgen de la siembra que hace Jasón de los dientes de la serpiente (9, 69-75) o la del milagro de Jonás (16, 25-30).
76 E. NORDEN , Die antike Kunstprosa , 5.a ed., Darmstadt, 1958, pág. 638. Todavía más duro es su juicio en otros pasajes de sus obras, como en Die römische Literatur , 7.a ed., Stuttgart & Leipzig, 1998, pág. 164, donde reprocha a Sidonio mantenerse en las viejas formas y caer irremisiblemente en el aburrimiento de los contenidos y la ampulosidad.
77 «The poet might have been more worthy of his calling if he had lived in an age of less depraved taste»: W. B. ANDERSON , Sidonius Poems and Letters , I, pág. LIV.
78 «Typical of the complete corruption of taste is Sidonius Apollinaris… who…paid a pathetic tribute of laboured imitation to the splendor of dying Rome»: L. R. PALMER , The latin language, Londres, 3.a ed., 1961, pág. 147.
79 «Un style qui a tous les caractères de la préciosité, souvent alerte et plaisant, mais parfois aussi alourdi par le pédantisme d’école le plus détestable»: A. LOYEN , Sidoine Apollinaire, París, 1960, II, pág. XLIV. «…preciosité ridicule. »: Ibid. pág. XLV.
80 En su obra de 1981, sobre el nacimiento de la poesía en el Occidente cristiano llega a afirmar que en la obra de Sidonio la inspiración cristiana y bíblica se presenta tan «devitalisée » como su recurso a la mitología y concluye que «il prolongue et renouvelle la veine poetique majeure d’Ausone, en consacrant l’essentiel de sa poésie à la vie de societé et à l’entretien de ses relations amicales». Cf. J. FONTAINE , Naissance de la poésie dans l’Occident chrétien, París, 1981, págs. 267 y 284.
81 Así como se prefiere la expresión Tardo Imperio a la de Bajo Imperio, se emplea también el término latín tardío. Véanse a este respecto las interesantes consideraciones que, a propósito de este cambio de perspectiva, presenta C. CASTILLO en El siglo IV, una encrucijada histórica, Pamplona, 1999.
82 Cf., sobre todo, los trabajos de H. KÖHLER y D. AMHERDT sobre los libros I y IV de las Epístolas y los de N. DELHEY y S. SANTELIA sobre los Poemas 22 y 24 respectivamente.
83 Los ruegos del poeta (2, 542) al más grande de los dioses (22, 218), que vela sobre el emperador (13, 16) y recibe culto de los hombres (23, 442). La hospitalidad (17, 19-20; 24, 80) y el pudor (23, 495), como virtudes propias de la vida civil, impregnada por el cristianismo.
84 Califica tanto de vano el culto a los dioses (9, 179-180), como de provechoso el tributado a las reliquias de los santos (24, 17).
85 Se ha malinterpretado también su actitud ante los pueblos germanos. Ver sobre este punto, A. LÓPEZ KINDLER , Sidonius Apollinaris…, págs. 848-49.
86 Sacerdote de Marsella, en la segunda mitad del s. v., junto a otras obras de carácter dogmático, continuó el Varones ilustres de S. JERÓNIMO , completándolo con muchos autores galos.