Читать книгу Solo se lo diría a un extraño - Varios autores, Carlos Beristain - Страница 26

Veintiuno

Оглавление

La tristeza de mi madre me atravesó como la bala perdida que recibes en un fuego cruzado. Quema y calienta por dentro. No mata. Solo hiere.

He tratado, con todos los versos del mundo, de sosegar tu tristeza, alegrar tu existencia con tarjetas de dibujos con payasos y rimas inexpertas. También has sido mi sol. Esa mujer que, con lágrimas y abandonos, me enseñó un mundo luminoso.

Eras lo único que ansiaba cuando el universo se me hacía inmenso. Cuando, parada en el patio gris del colegio, tampoco encontraba la contraseña para ser feliz. Y como aprendí que la tristeza es un lugar, hice mis maletas y me marché en silencio.

He cincelado mis miedos a punto de perseverancia. He silenciado a mi niña tímida con una máscara de autosuficiencia. No he querido volver, de ningún modo, siendo la misma. En esa transición, me he tatuado “Brillar o morir”.

Me gusta ser la reina de la fiesta, llamar la atención a donde voy. A algunos les jode. Ese entusiasmo amarillo puede provocar las ganas de pincharme el globo con un alfiler. Ese alfiler puntiagudo quiebra toda mi confianza en un santiamén. ¿Será tan evidente aún mi inseguridad?

Ni los tacos aguja ni todas las ganas en las que estoy parada podrán levantarme cuando me siento rechazada. Poco aceptada. En esos momentos, vuelvo al patio gris de mi infancia: vuelvo a ser insignificante.

Todas las miradas me atraviesan como ráfagas sin piedad, hasta que me encuentro con una mirada que se detiene en mí. Me mira distinto, se encuentra conmigo y me hace sentir que de ningún modo soy transparente. No, ya no soy transparente.

El universo ya no me queda grande. A la tristeza solo la visito como viajera itinerante. Mi madre, ese lugar donde siembro semillas con la esperanza de que dé flores llenas de color.

Solo se lo diría a un extraño

Подняться наверх