Читать книгу Almendra - Won-pyung Sohn - Страница 14
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Durante los años siguientes, mi cabeza creció, pero mis almendras seguían siendo del mismo tamaño. Cuanto más complejas se volvían las relaciones, más variantes encontraba que no quedaban cubiertas por las ecuaciones de mamá, y cuantas más veces ocurría, más me convertía en el blanco de los demás. El primer día del nuevo año escolar, ya había sido etiquetado como el niño raro. Me habían llamado al patio de recreo y se habían burlado de mí en frente de todos. A menudo, los niños me hacían preguntas extrañas, y yo respondía directamente, sin saber cómo mentir o por qué se reían de ellas. Sin querer, enterraba una daga en el corazón de mamá todos los días.
Pero ella nunca se rindió.
—Pasa desapercibido. Eso es todo lo que debes hacer.
Lo cual significaba que no podía permitir que descubrieran que yo era diferente. Si lo hacía, no pasaría desapercibido, por lo tanto, me convertiría en su objetivo. Pero el aprendizaje de reglas tan básicas como “apártate cuando se acerque un auto”, ya no era suficiente. Había llegado el momento de dominar habilidades de actuación excepcionales para ocultar mi anormalidad. Mamá era como una directora teatral y nunca se cansaba de usar su imaginación para inventar situaciones de lo más diversas. Ahora necesitaba intuir los significados reales detrás de las palabras, así como memorizar las respuestas apropiadas y las intenciones implícitas en ellas.
Por ejemplo, cuando los niños me mostraban sus nuevos juguetes o útiles escolares y me explicaban lo que eran, mamá decía que lo que realmente estaban haciendo era “alardear”.
Según ella, la respuesta correcta era:
—Es increíble —lo cual implicaba, “tengo envidia”.
Cuando alguien me decía cosas positivas, como que yo era guapo o que había hecho un buen trabajo —por supuesto, tuve que memorizar por separado lo que eran estas declaraciones “positivas”—, debía responder con un “gracias”, o un “no es nada”.
Mamá decía que “gracias” era la respuesta sensata, mientras que “no es nada” era más hábil y desenvuelta, lo cual podría hacerme ver mucho más humilde y genial. Por supuesto, yo siempre elegía las respuestas más básicas.