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1. ¿EC PARA CRECER Y CONSUMIR MÁS?

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La cuestión que se plantea es clave. ¿Puede haber crecimiento económico, tal como se mide a través del PIB, y reducir el consumo de recursos, de energía y la generación de residuos? ¿Es compatible una economía verdaderamente circular y el capitalismo tal como lo conocemos? Esa es la cuadratura del círculo que se plantea desde las propuestas de crecimiento verde y de las visiones de EC compatible con ese paradigma. En las visiones más conservadoras, la EC o el crecimiento verde se ven, fundamentalmente, como una apuesta por abrir o aprove-char nuevos nichos de negocio, nuevos espacios de inversión, que exploten oportunidades en el uso de recursos naturales, en la producción y aprovechamiento de recursos renovables y en la captación de segmentos de consumidores verdes (alimentos, vestido, turismo, etc). En este caso se trata de una versión clara de “greenwashing”, de maquillado verde, con una vocación de abrir nuevos campos de valorización para el capital que ya no encuentra oportunidades en el modelo lineal tradicional, pero donde los objetivos ambientales están, en realidad, ausentes. En cuanto a las ventajas de la reducción de residuos en los procesos industriales y el aprovechamiento productivo de subproductos y residuos no hay gran novedad o descubrimiento; al igual que el aprovechamiento regenerativo de los residuos orgánicos y excrementos para fertilizar la tierra. Todas ellas forman parte de la estrategia tradicional de reducción de costes de las empresas y, de hecho, ya Marx dedicaba el capítulo 5 del libro tercero de El Capital a analizar con detalle su importancia como medio para economizar en capital constante y elevar la tasa de ganancia (MARX, L.3., cap. 5).

Este es el contenido real de buena parte de las propuestas aprobadas en los últimos años en la UE y en muchos otros países, de formulaciones elaboradas por las consultoras especializadas, o los ejemplos de “buenas prácticas” de las grandes corporaciones globales que acoplan algún cambio parcial en la dirección de la EC pero preservando la esencial de su modelo lineal (Coca-Cola, H&M, Inditex, Heineken, Phillips, Apple, Canon, Rolls-Royce, entre otros).

En estos casos, la economía circular está muy focalizada en las soluciones tecnológicas, las mejoras de eficiencia que permiten además reducir costes y residuos, aumentar el reciclaje, de forma que pueden permitir una desconexión relativa (relative decoupling) entre la extracción de nuevos recursos y el crecimiento económico. En cualquier caso, ese escenario implica que el consumo de materiales y energía, y sus impactos, siguen creciendo indefinidamente, aunque lo hagan a menor ritmo que el PIB. Frenar realmente el aumento de esos impactos requeriría una desconexión absoluta (absolute decoupling), de forma que pueda haber crecimiento económico al mismo tiempo que se reduce en términos absolutos (y no sólo relativos) el consumo de materiales y energía. Esto supondría un cambio importante y requeriría desplegar un amplio proceso de innovaciones en procesos, productos y organización, más exigente en términos de eco-eficiencia, pero, con todo, seguiría traduciéndose en la continuidad de la extracción de un elevadísimo volumen de nuevos recursos. Es decir, un aumento, no necesariamente muy acelerado, del PIB de los países ricos del mundo conllevaría mantener un ritmo anual de consumo de materias primas que desborda claramente los límites del planeta.

En la figura 2 puede observarse que la extracción de materias primas en el mundo se multiplicó por 3 en los últimos 50 años y su ritmo de aumento sigue disparado, incluso a pesar de que el crecimiento del PIB per cápita se haya moderado. Continúa aumentado a mayor ritmo la extracción de materias primas que el PIB. Por lo tanto, a pesar de los discursos, no solo no se observa “absolute decoupling” sino que tampoco asoma el “relative decoupling”.

Ese creciente volumen de materias primas consumidas va acompañado de una muy baja “tasa de circularidad”, entendida como reciclaje y reutilización de los recursos que entran cada año en el sistema. De acuerdo con las estimaciones del Circularity Gap Report 2020 (CIRCLE ECONOMY, 2020), de las 100,6 Gtons de recursos que entran en la economía global apenas se reutilizan/reciclan el 8.6%; y lo más preocupante es que, a pesar de los discursos, la tendencia no va a más, sino que incluso se redujo con respecto a lo observado dos años antes (9.1%). Un 31% se añade al stock de bienes y materiales y el resto se pierde como basura (24%), se dispersa (22.4%) o se emite (14.6%).

Figura 2. Evolución de la extracción mundial de materias primas y del PIB.


Fuente: UN-IRP (2018). Global Material Flows Database. from UN International Resources Panel http://www.resourcepanel.org/global-material-flows-database.

La mayoría de las soluciones tecnológicas verdes (infraestructuras para renovables, movilidad eléctrica, IoT, etc) que están hoy en marcha implican elevados consumos de energía, de minerales raros, recursos forestales, etc. (HOBSON, 2021). Por lo tanto, es bastante probable que esas tendencias se mantengan con escasas variaciones en el futuro si se mantiene la EC encorsetada por el marco de referencia de la economía convencional y continúa la renuencia de abordar críticamente el objetivo productivista/consumista de crecimiento económico. Sigue existiendo una gran resistencia a cuestionar aspectos esenciales como el hiperconsumismo, precisamente porque constituye una pieza esencial para el crecimiento económico y la rentabilidad, razón por la cual la insostenibilidad persiste, ya sea en forma de consumo excesivo de recursos y generación de residuos o en emisiones de CO2, contaminación, pérdida de biodiversidad, etc.

Redondear la Economía Circular. Del discurso oficial a las políticas necesarias

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