Читать книгу Redondear la Economía Circular. Del discurso oficial a las políticas necesarias - Alba Nogueira López - Страница 11
2. ¿BASTAN LAS SOLUCIONES TECNOLÓGICAS Y DE EFICIENCIA PARA LA TRANSICIÓN A LA EC?
ОглавлениеEsta realidad nos indica que para que la EC suponga un cambio de paradigma para avanzar realmente hacia la sostenibilidad tiene que ir más allá de las soluciones técnicas y eco-eficientes. Como señalan NØRGÅRD y XUE (2017), al mejorar la eficiencia de los recursos y la mano de obra, las empresas pueden reducir los costes de los productos para obtener más beneficios que sus competidores, hacerlos más asequibles a los consumidores y aumentar sus cuotas de mercado, de forma que se produce un “efecto de rebote” en el lado de la producción. Por lo tanto, aunque los cambios en esa dirección tengan efectos directos positivos en la reducción de materiales o energía por unidad de producto, estos pueden desencadenar otros efectos que lleven a un aumento del número de unidades producidas y consumidas, de tal forma que el problema ambiental sigue agravándose (KORHONEN, et al. 2018). En consecuencia, un acento excesivo en la ecoinnovación y la tecnología puede proporcionar soluciones parciales en un eslabón concreto de la cadena, pero puede crear nuevos problemas en otro eslabón (o lugar) (VENCE y PEREIRA, 2019).
Es más, este “efecto rebote” no sólo es una búsqueda intencional por parte de los productores (empresas) para obtener una mayor rentabilidad, sino también de los propios gobiernos, que buscan altos efectos de rebote que empujen el crecimiento económico agregado, objetivo central para todos ellos. De hecho, el efecto rebote es algo económicamente buscado y solo es considerado un efecto secundario problemático cuando se examina desde una perspectiva ambiental; y lo es en la medida en que aumenta el nivel de producción y consumo, contrarrestando así los beneficios ambientales previstos de las estrategias de eficiencia.
Por tanto, el objetivo de preservar el medioambiente obliga a evaluar con rigor los efectos reales de las estrategias centradas exclusivamente en la eco-innovación y la eficiencia y a no dar por hecho que las buenas intenciones o los efectos directos acaban prevaleciendo sobre otros efectos inducidos de segunda ronda. Por ejemplo, el acento que se ha puesto en la UE o en China sobre el reciclaje contribuye a reducir el grave problema de los residuos, pero se sitúa en un ciclo descendente de valor ya que este proceso requiere energía y transporte y, a pesar de ello, se acaban convirtiendo en productos intensivos en materias primas de bajo valor. Lo mismo puede decirse de la combustión de basura o biocombustibles para generar electricidad, que puede parecer sostenible, pero, en realidad, hace que se desperdicien tanto recursos orgánicos como técnicos para un limitado aprovechamiento de energía (supuestamente “verde”).
Frente a este tipo de “soluciones”, la EC transformacional propone sistemas de producción y uso de materiales sin la pérdida de valor, donde los productos prolongan su vida útil y los materiales se reutilizan sin cesar en lugar de degradarse. Para ello se formulan cambios en los patrones de consumo, en los patrones de producción y se proponen nuevos modelos de negocio circulares, así como la potenciación de aquellas actividades circulares ya existentes (reparación, mantenimiento, reúso, etc.)
Situarse en este paradigma implica alejarse de una economía de hiperconsumo y centrarse en maximizar el valor y utilidad de las existencias. Una forma de conseguirlo es colocar como patrón central de la economía la funcionalidad (performance) de los bienes frente a la propiedad de los mismos y el consumo de sus ‘servicios’ frente a la compra/consumo de los productos en sí. Se trata, pues, de prolongar la utilidad de uso y vida de los productos y, en último extremo, de los materiales a través de un ciclo sin fin. De esta forma se prioriza la prevención de residuos, que es parte de la optimización de bienes en la EC, frente a la gestión de residuos como fase final de la economía lineal (STAHEL, 2019, 14).
Conlleva, también, una orientación diferente de la innovación. Efectivamente, existen diferentes tipos de innovación para incrementar la eficiencia material: innovación tecnológica, comercial y de ‘utilización’. Desde la perspectiva de la Economía Circular debería centrarse la atención, sobre todo, en la innovación de utilización. Para ello la innovación debe desarrollar nuevos métodos o comportamientos que permitan: a) una utilización prolongada (productos de vida larga, reutilización y prolongar la utilidad de bienes y componentes); y b) un uso más intensivo de los bienes para lograr una mayor eficiencia material (uso compartido o uso consecutivo de bienes). Todo ello debe contribuir a elevar el bienestar sin aumento en el consumo de recursos y minimizando los impactos de su uso.