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V. PARA CONCLUIR: LA NECESIDAD DE UNA ECONOMÍA CIRCULAR TRANSFORMADORA

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Es importante destacar que la Economía Circular supone un cambio de paradigma productivo que va mucho más allá de la reducción de residuos y del reciclaje, ya que requiere una reducción del consumo de nuevos productos, prolongar la vida útil de los mismos e intensificar el uso de todo el stock existente de forma que se reduzca el consumo de recursos naturales y de energía no renovable y se evite la contaminación, lo que constituirá una importantísima contribución a la reducción de emisiones de CO2 y, por lo tanto, a la mitigación del cambio climático.

Hay que tener presente que la EC tiene ventajas no solo ambientales, sino que aporta beneficios también importantes en términos sociales, de inclusión laboral, distribución del empleo y cohesión territorial. La economía circular crea empleo cualificado en multitud de actividades y, en particular, empleo de proximidad, con lo cual refuerza las condiciones del desarrollo regional y local. Efectivamente, los inputs de trabajo en la economía circular son mayores por varias razones: sus economías de escala son limitadas en términos geográficos y de volumen. Como contrapartida, la economía circular tiene una clara dimensión territorial ya que este tipo de actividades tienden a estar localizadas más próximas al consumidor, creando empleos de proximidad y, por lo tanto, más distribuidas por el territorio.

La sostenibilidad no es solo un problema de eco-eficiencia, sino que obliga a introducir la dimensión de la suficiencia, el hiperconsumismo y el despilfarro asociado. Mantener la economía dentro de los límites ecológicos del planeta, cuando los principales países del mundo los han desbordado con creces (O’NEILL et al, 2018), requiere asumir una estrategia de reducción de consumo de recursos (absolute resource decoupling) y de reducción de los impactos ambientales (absolute impacts decoupling).

Por lo tanto, la puesta en marcha de una estrategia de transición a la EC que contribuya de forma efectiva a la sustentabilidad, a la configuración de un paradigma económico, productivo y de consumo compatible en el largo plazo con los límites ecológicos del planeta, requiere adoptar un enfoque de EC transformadora, que vaya mucho más allá de las versiones descafeinadas que dominan los planteamientos y estrategias que bajo el rótulo de “EC” están propugnando la Comisión Europea, la mayor parte de los gobiernos y las grandes corporaciones globales hegemónicas de la economía lineal.

Con esa visión de fondo, es necesario desplegar una agenda política de transformaciones que sea viable social y políticamente. Ciertamente, no es una tarea fácil. En todo caso, para diseñar ese complejo policy-mix es necesario analizar con rigor las condiciones de los cambios y la eficacia de los instrumentos y medidas puestos en marcha para guiar ese cambio, priorizándolos a lo largo de una secuencia temporal de largo plazo.

Avanzar en la senda de la EC requiere combinar audacia y realismo. El realismo nos obliga a reconocer que las opciones de la economía circular tienen que competir en términos económicos con la economía lineal. Es decir, para ganar la batalla de la sostenibilidad es necesario que los mode-los de negocio y las actividades circulares resulten más atractivas para los usuarios y consumidores. Para lograrlo habrá de alterarse de forma significativa la estructura de costes de las diferentes opciones y adoptar las medidas de política regulatoria, económica y fiscal necesarias para que los precios relativos de las soluciones circulares resulten atractivos para la sociedad.

Redondear la Economía Circular. Del discurso oficial a las políticas necesarias

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