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2 Perturbación y restauración del Pleroma

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1. Así, por lo que dicen ellos, su Pre-Padre no era conocido más que por el Unigénito o Entendimiento salido de él; para los demás eones era invisible e inasible. Según ellos, sólo el Entendimiento se deleitaba viendo al Padre y se regocijaba contemplando su inmensa grandeza. Y pensaba éste igualmente en cómo comunicar a los demás eones la grandeza de ese Padre, revelándoles cuán grande era y cómo era sin principio, incomprensible e invisible. Pero le retenía el Silencio6 por voluntad del Padre, porque ella quería llevar a todos los eones al conocimiento y deseo de búsqueda del mencionado Padre. Y todos los demás eones deseaban, con un deseo más o menos apacible, ver al Principio emisor de su simiente, y explorar la raíz sin principio.

2. Pero el último y el más joven eón de la Dodécada, es decir, la Sophia (Sabiduría) emitida por el Hombre y la Iglesia, ha sufrido una pasión sin el abrazo de su cónyuge Theletos (Deseado). Esta pasión había surgido cerca del Entendimiento y la Verdad, pero se concentró en este eón, es decir, en la Sabiduría, alterada con la forma del amor, que en realidad era temor, porque no estaba como el Entendimiento, que estaba unido al Padre perfecto. La pasión consistía en la búsqueda del Padre: porque quería, según ellos, comprender la grandeza de ese Padre; pero, como no podía, por pretender lo imposible, se halló en un estado de lucha de una violencia extremada, a causa de la grandeza del Abismo, de la inaccesibilidad del Padre y de su amor a él. Como se refería siempre más a lo pasado, hubiera sido absorbida finalmente por la dulzura del Padre y disuelta en la sustancia universal, si no hubiera encontrado aquella Virtud, que consolida los eones y los conserva fuera de la indecible grandeza. A esta Virtud dan ellos el nombre de Límite. Por ella, el eón en cuestión fue retenido y consolidado; apenas vuelto a sí mismo y persuadido ya de que el Padre es incomprensible, cambió su Consideración anterior por la nueva pasión que le sobrevino.

3. Algunos de estos herejes cuentan esta fábula como si se tratara de una verdad esta clase de pasión y conversión de la Sabiduría. Por haber emprendido una tarea imposible e irrealizable, ella dio a luz, según ellos, una sustancia informe, semejante al parto de una mujer. Después de reflexionar, ella se entristeció primero a causa del carácter inacabado de su alumbramiento, temió a continuación por la desaparición del fruto mismo; y en ese momento quedó como fuera de sí y llena de angustia, buscando el motivo de lo ocurrido y la manera de ocultar lo que había nacido de ella.

Después de haberse quedado anegada en esas pasiones se convirtió e intentó volver a su Padre; pero, después de realizar un breve esfuerzo, desfalleció y dirigió una oración de súplica tanto a su Padre como al resto de los eones, en especial al Entendimiento. De aquí, es decir, de la ignorancia, de la tristeza, del temor y del estupor, dicen que tuvo su origen la sustancia de la materia.

4. El Padre entonces, por mediación del Unigénito, emitió como abortivo al Límite, del que hemos hablado ya; lo emitió a su imagen, es decir, sin pareja, sin compañera.

Porque ellos no sólo quieren que el Padre tenga al Silencio por compañera, sino que esté por encima de la distinción entre lo masculino-femenino. A este Límite dan también los nombres de Cruz, de Redentor, de Emancipador, de Delimitador y de Guía. Dicen que por medio de este Límite la Sabiduría ha sido purificada, consolidada y reintegrada a su pareja. Porque cuando se separó de ella su Enthimesis con la pasión que le sobrevino a ésta, ella se quedó en el interior del Pleroma; en tanto que su Enthimesis con la Pasión aneja a ella, fue separada, crucificada y expulsada del Pleroma por el Límite. Esta Enthimesis era una sustancia espiritual, como el impulso natural de un eón; pero una sustancia sin forma ni figura, porque la Sabiduría no se había apoderado de ella, por eso dicen que esa sustancia era un fruto débil y femenino.

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