Читать книгу Obras escogidas de Ireneo de Lyon - Alfonso Ropero - Страница 22
4 Transformaciones de la Sabiduría y origen de la materia
Оглавление1. He aquí ahora los acontecimientos exteriores al Pleroma tal como son presentados por los herejes.
Cuando la Enthimesis de la Sabiduría de arriba –a la que también ponen el nombre de Acamoth–7 fue separada del Pleroma con la pasión, que llevaba consigo, descansó, según ellos, en el lugar de la sombra y del vacío. Era necesario porque estaba excluida de la luz y del Pleroma, sin forma ni figura, a la manera de un aborto, por no tener nada asido. Entonces, dicen ellos, el Cristo de arriba se compadeció de ella. Y tendiéndose sobre la Cruz, formó a Acamoth con su propia virtud, con una formación que era solamente según la sustancia, no con una formación según el conocimiento (gnosis). Después de esta operación, regresó al Pleroma llevándose la virtud consigo, y abandonó a Acamoth, a fin de que ésta, dándose cuenta de la pasión que había en ella, por su alejamiento del Pleroma, apeteciera unas realidades superiores, poseyendo algún germen de inmortalidad depositado en ella por Cristo y el Espíritu Santo. Y esta es la razón por la que lleva estos dos nombres: la Sabiduría, del nombre de su Padre –porque su Padre se llama también Sabiduría– y el Espíritu Santo, del nombre del Espíritu que acompañaba a Cristo. Ostensiblemente formada así, pero abandonada inmediatamente del Logos, es decir, de Cristo, que había asistido invisiblemente, se lanzó a la búsqueda de la Luz, que la había abandonado, y no pudo apoderarse de ella porque fue impedida por el Límite.
Así el Límite, oponiéndose a que Acamoth siguiera adelante, dijo: “Iao”, que es, según ellos, el origen del nombre Iao.8 No pudiendo por lo tanto franquear al Límite, porque estaba mezclada de pasión y había sido abandonada sola en el exterior, fue abativa bajo todos los elementos de esa pasión que era múltiple y diversa. Experimentó en primer lugar la tristeza, por no haber podido apoderarse de la luz; temió, con la perspectiva de ver que se le escapaba la vida de la misma manera que la Luz; sufrió además la angustia; y todo ello en la ignorancia.
A diferencia de su Madre, la Sabiduría primera, que era un Eón, en medio de esas pasiones Acamoth no tuvo una alteración simple, sino una oposición de cosas contrarias. Le sobrevino entonces la disposición de convertirse a Aquel que le había vivificado.
2. Así se explica, según ellos, el origen de la sustancia de la materia de que se ha formado este mundo; de su conversión han surgido tanto el alma del mundo como del Demiurgo, en tanto que del temor y de la tristeza ha surgido lo demás.
En efecto, de las lágrimas de Acamoth proviene toda la sustancia húmeda; de su risa, la sustancia luminosa; de su tristeza y de su terror, los elementos corporales del mundo. Bien lloraba y se entristecía según ellos, porque había sido abandonada sola en las tinieblas y el vacío, o bien, acordándose de que había sido abandonada por la luz, se tranquilizaba y se reía; o se llenaba de temor; o, en fin, se espantaba y se extasiaba.
3. ¡Pues qué! En realidad es un espectáculo banal el de esos hombres que explican pomposamente, cada uno a su manera, de qué pasión y de qué elemento trae su origen la materia. Me parece que no quieren entregar manifiestamente estas enseñanzas a todo el mundo, sino solamente a aquellos que son capaces de pagar sustanciosas recompensas a cambio de tan grandes misterios. Porque estas cosas no son como aquellas de las que el Señor dijo: “Vosotros que habéis recibido gratuitamente, dad también gratuitamente” (Mt. 10:8), sino misterios apartados, prodigiosos, profundos, descubiertos con una labor inmensa a todos los amigos de la mentira.
Por tanto ¿quién no gastará toda su fortuna en aprender que de las lágrimas de la Enthimesis del Eón caído en la pasión traen su origen los mares, las fuentes, los ríos y toda sustancia húmeda, que de su risa proviene la luz, que de su pavor y de su angustia han salido los elementos corporales del mundo?
4. Pero yo tengo intención de contribuir también, por mi parte, a su aclaración: Porque veo que algunas aguas como fuentes, ríos, lluvias, etc, son dulces; en cambio las aguas de los mares son amargas. Yo pienso que no todas pueden provenir de las lágrimas de Acamoth, porque las lágrimas tienen como característica el ser amargas. Es evidente que son las aguas amargas las que provienen de las lágrimas. Y es probable que Acamoth, en la lucha violenta y congoja en que se debatía, debió de sudar también.
De donde según su tesis hay que suponer que las fuentes, los ríos y todas las demás aguas dulces debieron de proceder de esos sudores. Porque no es verosímil que, siendo todas las lágrimas de la misma cualidad, provengan de ellas, a la vez, aguas amargas y aguas dulces. Es más verosímil que esas aguas provengan unas de las lágrimas y otras de los sudores. Pero esto no es todo: como existen también en el mundo aguas cálidas y aguas frías se debe averiguar lo que Acamoth ha hecho para emitirlas y de qué órgano suyo derivan ellas. Aclaraciones así son necesarias para sus tesis.
5. Por tanto, habiendo su Madre caído en toda clase de pasiones, nada más levantarse volvió, según ellos, a suplicar la Luz, que le había abandonado, es decir, Cristo.
Éste volvió al Pleroma, y, sin duda, como se nos da a entender, no tuvo el valor de descender por segunda vez. Envió a ella al Paráclito, esto es, al Salvador, en tanto que el Padre le daba toda virtud y ponía bajo su dominio todas las cosas (Mt. 11:27; Lc. 10:22), y los eones hacían los mismo, a fin de que “por él fueran hechas todas las cosas, las visibles y las invisibles, los tronos, las divinidades y dominaciones” (Col. 1:16). El Salvador por tanto fue enviado a ella con sus coetáneos, los Ángeles. Dicen que Acamoth (la Madre) habiéndole mirado respetuosamente, se cubrió primero con un velo por reverencia; y después, cuando le vio con todos sus frutos, corrió a su encuentro y recibió una virtud con su aparición. Él la preparó con una formación según la gnosis y efectuó la curación de sus pasiones, apartándolas de ella; pero no pudo despreciarlas, porque no era posible hacerlas desaparecer como las de la primera Sabiduría, porque habían arraigado como hábitos vigorosos en ella. Las colocó aparte, las mezcló y las coaguló; y de una pasión inmaterial las convirtió en materia incorpórea; después produjo en ellas unas propiedades y una naturaleza, para permitirles formar unas combinaciones y unos cuerpos, de manera que tuvieran dos sustancias, a saber, una mala salida de las pasiones y otra procedente de la conversión, que estuviera mezclada de pasión; por eso dicen que ha sido el Salvador el que ha realizado virtualmente la obra del Demiurgo.
En cuanto a Acamoth, libre de su pasión, concibió con gozo de la visión de las Luces, que estaban con el Salvador, es decir, de los Ángeles que le acompañaban; habiendo quedado embarazada con su vista, dio a luz, según ellos, los frutos a imagen de esos Ángeles, dicho de otra manera, un parto espiritual a semejanza de los guardianes del cuerpo del Salvador.