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Ejemplo de exégesis y composiciones falsas
Оглавление4. Después de haber forjado su sistema de muchas piezas resumen a continuación los textos y los nombres esparcidos y, como ya hemos dicho, al significado natural le dan un significado que les es extraño.
Hacen como los que se proponen presentar cuestiones controvertidas, amañándolas con versos de Homero de forma que piensen los ignorantes que fue Homero el que compuso los versos sobre esas cuestiones enteramente nuevas; muchos de ellos se dejan sorprender a causa de la serie bien ordenada de versos y se preguntan si no sería realmente Homero el autor del poema. He aquí cómo se ha podido describir con versos de Homero el envío de Hércules al perro del Hades, hecho por Euristeo. Nada nos impide recurrir a un ejemplo similar, porque se trata de una tentativa del todo idéntica tanto en un caso como en otro:
Habiéndole hablado así, le despedía de la puerta llorando al noble Hércules, autor de famosas hazañas (Odisea, 21), Euristeo, hijo de Stenelo el Persa (Ilíada 19,23), y le encargaba rescatar del Erabo al perro del cruel o Hades (Ilíada 3,368).
Partió como un ágil león alimentado en las montañas, confiando en su fuerza (Odisea 6, 130), a través de la villa, por la mitad de la ciudad. Sus amigos todos juntos le seguían (Ilíada 24,327), tanto los ancianos, como los niños, como las muchachas solteras y viejos infortunados (Odisea 11,381), exhalando lamentos lastimeros, como si marchara a la muerte (Ilíada 24,328).
Le acompañaba Hermes, así como Atenea de ojos azules (Odisea 11,626), porque sabían qué pena sentía en su corazón su hermano (Ilíada 2,409).
¿Quién es el simple que no se deje sorprender por estos versos y no crea que Homero los compuso como para este tema?
Quien esté versado en relatos homéricos podrá reconocer los versos, no reconocerá en cambio el asunto tratado; sabrá muy bien que alguno de estos versos se refiere a Ulises, otro a Hércules mismo, otro a Príamo y otro también a Menelao y Agamenón. Y, si toma estos versos para restituir cada uno de ellos a su libro original, hará desaparecer el tema en cuestión. Así ocurre al que guarda de manera inalterable en sí la regla de la verdad (regula fidei), que ha recibido por medio de su bautismo, reconocerá los nombres, las frases y las parábolas procedentes de las Escrituras; pero no reconocerá el sistema blasfemo inventado por éstos. Podrá reconocer las piedras del mosaico; pero no tomará la silueta del zorro como retrato del rey. Al reponer cada una de las palabras en su propio contexto y al adaptar al cuerpo de la verdad, descubrirá su ficción y demostrará su inconsistencia.
5. Puesto que a esta comedia de enredo no le falta más que el desenlace, es decir, que alguien ponga punto final a su farsa, agregando una refutación en regla, creemos necesario subrayar ante todo en qué puntos difieren entre sí los padres de esta fábula, inspirados como están por diferentes espíritus del error. Por tanto será posible desde ahora conocer exactamente, aún antes de que presentemos la demostración, tanto la sólida verdad proclamada por la Iglesia como la mentira preparada por estas personas.