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14 Numerología de Marcos el Mago

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1. Por tanto, como este Marcos afirma haber sido él solo, como hijo único, el seno y el depositario del Silencio de Colarbaso, he aquí de qué manera ha puesto en el mundo la “simiente” depositada en él.

Asegura que la tétrada Superior, viniendo de lugares invisibles e indecibles, descendió a él en la forma de una mujer; porque, según él, el mundo no podía soportar el elemento masculino. Ella le manifestó quién era, y le refirió detalladamente, a él solo, el origen de todas las cosas, que no había revelado nunca, ni a ninguno de los dioses, ni a ninguno de los hombres, del modo siguiente: Cuando al principio el Padre, que no tiene Padre, que es inconcebible y carente de sustancia, que no es ni macho ni hembra, quiso que fuera expresado lo que en él era indecible y que recibiera una forma lo que en él era invisible, abrió su boca, y profirió una Palabra semejante a él. Esta Palabra, manteniéndose a su lado, le manifestó lo que él era, apareciendo como la Forma del Invisible.

La enunciación del Nombre se hizo de la manera siguiente: El Padre pronunció la primera parte de su Nombre, que fue arche (Principio) y fue esta una sílaba que contiene cuatro elementos; añadió después la segunda sílaba, que contiene también otros cuatro elementos; pronunció a continuación la tercera, que tenía diez elementos; y finalmente pronunció la última, que contenía doce elementos. Por tanto, la enunciación del Nombre entero se hizo con treinta elementos y cuatro sílabas.

Cada uno de esos elementos tiene sus letras peculiares, su propio carácter, su enunciación propia, sus rasgos, sus imágenes; pero no hay ninguno que tenga la forma propia de él; y no sólo lo ignoran ellos conjuntamente, sino que cada elemento ignora también la enunciación de su vecino, y hace aun su propio sonido y se imagina expresar el todo. Cada uno de ellos, que no es más que una parte del todo hace resonar su propio sonido, como si fuera el todo, y no cesan los sonidos hasta que, proferidos todos uno tras otro sucesivamente, llegue a resonar la última letra del último elemento.

El fin de todas las cosas tendrá lugar, dice la tétrada, cuando todos los elementos, concurriendo en una letra única, hagan oír un solo y mismo sonido, del que existe una imagen, según ellos, cuando todos unidos nos dicen: “Amén”.

Tales son por tanto los sonidos que forman al eón sin sustancia e ingénito; ellos son las formas que el Señor ha llamado ángeles que ven sin cesar la faz del Padre (Mt. 18:10).

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