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18 Lectura mística del Antiguo Testamento

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1. He aquí cómo cada uno de ellos, al hablar de la creación, encuentra cada día, tanto como puede, alguna novedad; porque entre ellos ninguno es tan “perfecto” como aquel que produce, como frutos, copiosas mentiras.

Mas nos es preciso indicar también, para poder refutarlos ulteriormente, todas las deformaciones que introducen en los oráculos de los profetas.

Moisés, según ellos, comenzando el relato de la obra de la creación, muestra de golpe, desde el principio, a la Madre de todos los seres, cuando dice: “Al principio creó Dios el cielo y la tierra” (Gn. 1:1).39 Al nombrar estas cuatro cosas, a saber, Dios, el principio, el cielo y la tierra, Moisés ha indicado, según ellos, a su Tétrada. Y ha mostrado su carácter invisible y oculto por las palabras: “Ahora bien la tierra era invisible y no organizada aún” (v. 2). La segunda Tétrada, retoño de la primera, la ha expresado Moisés con los nombres del abismo, las tinieblas y las aguas contenidas en ellos y el Espíritu que aleteaba sobre las aguas (v. 2). Haciendo después mención de la Década, ha citado la luz, el día, la noche, el firmamento, la tarde, la mañana, la tierra seca, el mar, la hierba y en décimo lugar el árbol (vv. 3, 13); es así cómo, por estos diez nombres, ha indicado él los diez eones. En cuanto a la virtud de la Dodécada, ha sido indicada en Moisés, porque ha citado el sol, la luna, las estrellas, las estaciones, los años, los monstruos marinos, los venenos, las serpientes, las aves, los cuadrúpedos, los animales salvajes y, sobre todo en duodécimo lugar, el hombre (vv. 14-28).

He aquí, enseñan ellos, cómo el Espíritu, por medio de Moisés, ha hablado de la Triacóntada (Treintena). Esto no es todo. Modelado a imagen del Poder Supremo, el hombre posee en sí una virtud que proviene de la única fuente. Esta virtud tiene su sede en el cerebro. De esta virtud proceden cuatro virtudes menores a imagen de la Tétrada superior: vista, oído, olfato y gusto. Dicen que la Ogdóada está representada en el hombre en el hecho de tener dos orejas, dos ojos, dos ventanas en la nariz, y doble degustación, de lo amargo y de lo dulce.

El hombre entero es la imagen integral de la Triacóntada, de la manera siguiente: en sus manos, por medio de sus diez dedos lleva la Década, en su cuerpo, dividido en doce miembros, lleva la Dodécada. Porque dividen el cuerpo, tal como está dividido entre ellos el cuerpo de la verdad, de lo que hemos hablado anteriormente. En cuanto a la Ogdóada, que es indecible, e invisible se concibe como escondida en las entrañas.

2. Dicen que el sol, ese gran luminar, ha sido hecho el día cuarto a causa del número de la Tétrada. Las colgaduras del tabernáculo, erigido por Moisés, hechas de lino fino, de jacinto, de púrpura y de escarlata (Éx. 26:1) ofrecen, según ellos, la misma imagen. El pectoral del sacerdote, adornado de cuatro clases de piedras preciosas (Éx. 28:17), significa igualmente la Tétrada. En una palabra, todo lo que en las Escrituras se expresa con el número cuatro, dicen que ha sido hecho a causa de su Tétrada.

La Ogdóada, a su vez, aparece en el hecho de que el hombre ha sido modelado, según ellos, el día octavo (Gn. 2:7). Porque afirman unas veces que ha sido hecho el día sexto, y otras el día octavo, a no ser que digan que el hombre “choico” ha sido modelado el día sexto, y el hombre carnal el octavo, porque ellos distinguen estas dos cosas. Hay quienes distinguen al hombre “espiritual”, masculino-femenino a la vez, hecho a imagen y semejanza de Dios, del hombre modelado con el lodo de la tierra.

3. Dicen que la economía misma del arca del diluvio en la que se salvaron ocho hombres (Gn. 7:7, 13, 23, 1ª P. 3:20), manifiesta claramente la Ogdóada salvífica.

Que David significa lo mismo por el hecho de que era el octavo entre sus hermanos (1º S. 16:10, 11). Que de la misma manera la circunscisión, que tenía lugar el día octavo, manifiesta la circuncision de la Ogdóada superior. Y que absolutamente todo lo que en las Escrituras es susceptible de expresarse con el número ocho realiza, según ellos, el misterio de la Ogdóada.

También la Década está indicada por las diez naciones que prometió Dios dar en posesión a Abraham (Gn. 15:19, 20). Se manifiesta también por la economía de Sara, que, después de diez años, entregó su esclava Agar a Abraham para que tuviera descendencia de ella (Gn. 16:2, 3). También el siervo de Abraham enviado a Rebeca y que le da un regalo de diez brazaletes de oro junto al pozo (Gn. 24:22), los hermanos de Rebeca que le retienen durante diez días (v. 55), Jeroboam cuando recibe los diez cetros (1º R. 11:31), las diez colgaduras del tabernáculo, los tablones de diez codos (Éx. 26:1, 16), los diez hijos de Jacob enviados por primera vez a Egipto a comprar trigo (Gn. 42:3), los diez apóstoles a los que aparece el Señor después de su resurrección cuando no estaba presente Tomás, manifiestan, según ellos, la Década invisible.

4. La Dodécada, en la que se ha producido el misterio de la pasión de una deficiencia –aquella pasión de la que, según ellos, se han formado las cosas visibles–, se encuentra de manera clara y manifiesta en todas partes. Así los doce hijos de Jacob, de donde han salido las doce tribus; el pectoral de variados colores, que posee doce piedras preciosas y doce cascabeles; las doce piedras colocadas por Moisés al pie de la montaña; las doce piedras colocadas por Josué en medio del río; y otras doce que fueron colocadas al otro lado del río; los doce hombres que llevaban el arca de la alianza; las doce piedras colocadas por Elías en el holocausto del toro; los doce apóstoles y en fin, en una palabra, todo lo que presenta el número doce significa para ellos su Dodécada.

El conjunto de todos los eones, llamado por ellos la Triacóntada (Treintena), está indicado por el arca de Noé, cuya altura era de treinta codos; por medio de Samuel cuando hace sentarse a Saúl el primero de treinta invitados; por medio de David, que se escondió durante treinta días en el campo, por medio de los treinta hombres que entraron con él en la cueva; y por la longitud del tabernáculo santo que, era de treinta codos.40

Todas las veces que encuentran otros pasajes donde figura este número, aseguran probar por medio de ellos su Triacóntada.

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