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22 El canon de la verdad

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1. En cambio nosotros guardamos la regla de la verdad, según la cual “hay un solo Dios todopoderoso, quien por su Palabra creó todas las cosas, y las dispuso, haciéndolas de la nada, para que existieran”.46 Así lo dice la Escritura: “Por la Palabra del Señor fueron establecidos los cielos, y por el aliento de su boca todas las potestades que hay en ellos” (Sal. 33:6). Y en otra parte: “Todas las cosas fueron hechas por su Palabra; sin ella nada se hizo” (Jn. 1:3). Al decir “todas las cosas”, nada queda excluido. Todo lo hizo el Padre por sí mismo, lo visible y lo invisible, lo sensible y lo inteligible, lo temporal a causa de su economía y lo duradero. No las ha hecho por medio de ángeles o de ciertos poderes independientemente de su voluntad, pues Dios no tiene necesidad de nada de eso, sino que hizo todas las cosas por su Verbo y por su Espíritu, disponiéndolas y gobernándolas y dándoles la existencia. Éste es el Dios que hizo el mundo, que se compone de todas las cosas; el Dios que modeló al primer hombre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, sobre el cual no hay otro Dios, ni otro principio, ni otro poder, ni otra totalidad (Pleroma). Él es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, como mostraremos.

Mientras nos atengamos a esta regla o canon de la verdad, aunque otros digan otras cosas muy distintas, fácilmente les podremos probar que se apartan de la verdad. Porque casi todas las herejías que existen afirman ciertamente que hay un solo Dios, pero no saben ser agradecidos para con aquel que los creó, y desvirtúan su naturaleza con sus erróneas opiniones, de manera semejante a como los paganos lo hacen con su idolatría. Porque desprecian lo que es creación material de Dios, y así se oponen a su propia salvación, haciéndose acusadores amargados contra sí mismos y falsos testigos de lo que dicen.

Éstos, aunque no quieran, resucitarán con su carne, para que tengan que reconocer el poder del que es capaz de resucitarlos de los muertos (como fue capaz de crearlos en la carne). Pero no serán contados entre los justos, por su incredulidad.

2. Por tanto, como la detección y refutación de todos los herejes es forzosamente variada y multiforme y nuestro propósito es contradecir a todos según el carácter propio de cada uno, hemos juzgado necesario referir ante todo cuál es su fuente y su raíz, a fin de que, conociendo a su más excelso Abismo (Bytho), sepas de qué árbol han brotado tales frutos.

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