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Mutilación de los Evangelios y de las cartas paulinas
ОглавлениеPor eso, Marción ha hecho creer a sus discípulos que él es más veraz que los apóstoles, que han transmitido el Evangelio, cuando pone en sus manos, no el Evangelio, sino una pequeña parte de ese Evangelio. Mutila de igual forma las epístolas del apóstol Pablo, suprimiendo todos los textos donde el apóstol afirma manifiestamente que el Dios que ha hecho el mundo es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, así como todos los pasajes donde el apóstol hace mención de profecías que anuncian de antemano la venida del Señor.
3. Según Marción, solamente habrá salvación para aquellas almas que hayan aprendido sus enseñanzas. Dice que el cuerpo, como ha sido sacado de la tierra, no puede participar de la salvación.
A su blasfemia contra Dios añade también, haciéndose realmente portavoz del diablo y perfecto contradictor de la verdad, la afirmación siguiente: Caín y sus semejantes, los sodomitas, los egipcios y los que se parecen a ellos, absolutamente todos los gentiles, que se han revolcado en toda clase de maldades, han sido salvados por el Señor, cuando descendió a los infiernos, porque han acudido a él y él los ha acogido en su reino; en cambio Abel, Enoc, Noé y los demás “justos”, Abraham y los patriarcas sus descendientes, así como todos los profetas y todos los que han agradado a Dios no han participado de la salvación. ¡He aquí lo que ha proclamado la Serpiente que residía en Marción!
En efecto, dice Marción, estos justos sabían que su Dios estaba incesantemente tratando de probarlos; creyendo que los estaba probando todavía entonces, no acudieron a Jesús ni creyeron en su mensaje; por eso sus almas se quedaron en los infiernos.
4. Puesto que este Marción es el único que ha tenido el atrevimiento de mutilar abiertamente las Escrituras, y que ha atacado a Dios más desvergonzadamente que todos los demás, le vamos a contradecir por separado; tratando de convencerle de su error a partir de sus escritos, y, Dios mediante, le refutaremos a partir de las palabras del Señor y del apóstol, que él ha conservado y utiliza.
Nos es preciso hacer mención de él ahora, para que sepas que todos los que de la manera que sea, adulteran la verdad y ofenden la predicación de la Iglesia, son los discípulos y sucesores de Simón, el mago de Samaria. Aunque, con el fin de engañar a los demás, se guarden de mencionar el nombre de su maestro, es su doctrina la que enseñan; ponen delante el Nombre de Cristo Jesús como un cebo, pero es la impiedad de Simón la que propagan de diversas maneras, causando así la pérdida de muchos; por medio de ese bello Nombre, propagan su detestable doctrina; y, por medio de la dulzura y belleza de ese Nombre, presentan el amargo y pernicioso veneno de la serpiente que inició la apostasía.