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La pendiente deslizante del error

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5. Solamente hay salvación para el alma; porque el cuerpo es corruptible por naturaleza. Las profecías provienen también ellas de los principados, autores del mundo, en cambio la ley proviene propiamente de su jefe, es decir, del que ha hecho salir al pueblo de la tierra de Egipto. Se deben menospreciar las viandas ofrecidas a los ídolos, tenerlas en nada y usar de ellas sin el menor temor; se han de considerar también como materia indiferente las demás acciones, incluidas todas las formas posibles de libertinaje. Estas personas recurren, también ellas, a la magia, a los sortilegios, a las invocaciones y a las demás prácticas mágicas.

Inventan nombres que dicen ser de los ángeles; cuentan quiénes están en el primer cielo, quiénes en el segundo y seguidamente se esfuerzan por exponer los nombres de los principados, ángeles, y virtudes de sus 365 cielos inventados. Dicen asimismo que el nombre con que descendió y ascendió el Salvador es Caulacau.

6. Por tanto el que aprenda estas cosas y conozca a todos los ángeles y sus orígenes se hará, también él, invisible e inasible a los ángeles y a las potestades, como lo ha sido Caulacau. Y así como el Hijo ha sido desconocido para todos, así ellos tampoco podrán ser conocidos de nadie; en tanto que ellos conocerán a todos los ángeles y pasarán por sus dominios respectivos, serán para todos invisibles y desconocidos.

Porque, dicen, tú conoce a todos; pero que nadie te conozca. Por ese motivo los que son así están preparados para toda clase de negaciones, más aún ni siquiera pueden sufrir a causa del Nombre, porque son semejantes a los eones. Pocos hombres son capaces de un conocimiento semejante; habrá uno entre mil y dos entre diez mil. Dicen que los judíos han dejado de existir y que los cristianos no existen todavía.

Sus misterios no deben ser divulgados en absoluto, sino mantenidos en secreto por medio del silencio.

7. Determinan la posición de los 365 cielos, de la misma manera que los astrólogos; tomando los principios de esos astrólogos los adaptan al carácter propio de su doctrina. Su jefe es Abraxas, y por eso tienen en sí el número 365.

Obras escogidas de Ireneo de Lyon

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