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JULIÁN BESTEIRO, SOCIALISTA7
ОглавлениеVamos a dibujar, con textos del propio interesado, un Besteiro socialista, plenamente socialista, marxista sin fanatismos ni adulaciones funestas a la masa, a la que es más fácil sugestionar con frases de apariencia revolucionaria, tras de las cuales la mayor parte de las veces no hay nada: ni siquiera la ejemplaridad de una vida sacrificada como lealtad a esas mismas masas, traicionadas la mayor parte de las veces.
Tales eran los propósitos que se marcaba Saborit en septiembre de 1970, cuando terminaba con esas líneas su «explicación» del que sería su segundo libro sobre Besteiro, tercero del ciclo. La obra, con el inconfundible sello Saborit (una mezcla de ideas, exposiciones y argumentos con citas literales de discursos y escritos del protagonista y de otros contemporáneos), contiene notas biográficas (tanto en el primer capítulo como en el último), introduce temas clásicos de discusión en el autor, como la verdadera esencia del marxismo8, y persigue, como siempre en Saborit, un esclarecimiento sobre Besteiro y sobre alguna de sus facetas. Si en las otras obras se había ocupado de su vida (Julián Besteiro), su pensamiento (El pensamiento político de Julián Besteiro) o de su defensa (En defensa de Besteiro), con Julián Besteiro, socialista, Saborit pretende trasladar a los lectores los «puntos esenciales en que Besteiro basaba sus argumentos doctrinales».
Nunca se cansó Saborit de escribir sobre Besteiro, y menos aún sobre su vida.9 Y en cada texto, podemos encontrar una nueva aportación, una nueva interpretación. Aprovechará en esta ocasión para realizar una breve semblanza en un original formato, pues le dedica el primer capítulo, pero también el último, donde incluye un «resumen de una vida» con gran rigor y utilidad, donde dejó escrito la intencionalidad del mismo: «puede servir de base para estudiar la vida y la obra de tan preclaro patricio».
Vida y obra siempre conectada a la filosofía y a la universidad, a la Institución Libre de Enseñanza, a su pasado radical republicano (pero «Besteiro mantenía vivo el espíritu de la lucha de clases. Por eso dejó de ser republicano burgués, después de una crisis dolorosa confesada noblemente por él»), a las grandes fechas-gozne, por decir como Tuñón de Lara, 1917 y 1934 («una obra política, consiste en la necesidad de diferenciar la acción revolucionaria de la aventura caótica que todo lo confía al desencadenamiento de la violencia, en un acto de fe ingenua, sin posibilidad de control por parte de la inteligencia individual»), a las polémicas posiciones de los dirigentes socialistas sobre las colaboraciones ministeriales en 1917, 1923 y 1930, o a su protagonismo en la redacción del anteproyecto de Constitución de la República, pero también a otros temas que Saborit trae a colación en esta ocasión, como el regionalismo, pues «Besteiro en sus discursos y artículos periodísticos no explotó el manoseado tema regionalista, que se prestaba a párrafos patrioteros y sentimentales. Ni puso a Madrid en los cuernos de la luna ni ensalzó la tierra gallega con sus rías bajas tan maravillosas y un paisaje ensoñador. Esa cuerda no fue la de nuestro héroe, que prefería hablar a la razón, huyendo de estimular sentimentalismos superficiales».
Ideas recurrentes en el ciclo Besteiro, que Saborit sacará a relucir nuevamente, y que lo hará con especial brillantez en el epígrafe titulado «De Villacarrillo a Carmona», donde aprovechará para introducir asuntos dispares tales como el recordatorio de que Besteiro fue el candidato más votado en las elecciones de febrero de 193610, o a intervenir en la política del partido y del sindicato en ese momento (1970), cuando al hablar del movimiento sindical, advierte del peligro «por parte de algunos intelectuales del interior de España, que patrocinan un movimiento obrero unificado al margen del Partido Socialista. Si eso triunfara, los comunistas serían los únicos beneficiados, y las víctimas inocentes, anarquistas y socialistas».11
En esta obra, vuelven las temáticas preferidas de Saborit, porque son las que generaron polémica, y todavía generan, además, debate histórico, intelectual y político. Por eso, veremos textos defendiendo la autenticidad del socialismo de Besteiro, por encima de su humanismo o de su reformismo (a veces incluso contra estos), el «tacto»12 que desplegaba para manejar los debates más controvertidos («solo un límite ponía: respetar la disciplina libremente acordada y convenida dentro del Partido») o los muy mencionados, en todas las obras de Saborit, conflictos en torno a la participación del PSOE en la gobernabilidad de España a través de lo que se denominaba «colaboración ministerial». Son los «universales» de Saborit.
Es de destacar la presencia de importantes textos, firmados por Besteiro, que abundan sobre el análisis e interpretación del marxismo. En ese sentido, y para enfrentarse a ellos, conviene recordar a Tierno Galván, quien veía en Besteiro «cierta dimensión anarquista» y «capacidad para interpretar el marxismo como idea y práctica sometidas al principio dialéctico y, por consiguiente, al de la interpretación y crítica». De ahí, que «el tratamiento que dio Besteiro al problema de la dictadura del proletariado era absolutamente nuevo en España, aunque se había formulado hacía tiempo en Alemania. Un Parlamento mayoritario elegido por sufragio universal, con el poder incontestable que da una gran mayoría, podía realizar progresos considerables en la vía del socialismo, trasmutando o cambiando las estructuras del Estado y vigilando al mismo tiempo para que las fuerzas burguesas no destruyesen el proceso». Por eso, «mientras fue Presidente del Partido Socialista y de su Sindicato correspondiente, intentó, de acuerdo con lo que Pablo Iglesias había hecho en la práctica, mantener unidos socialismo y democracia».13
Pero también incorpora análisis nuevos y de suma importancia histórica. Por ejemplo, la lección histórica que extrae sobre la configuración de las listas electorales en las elecciones de 1933, y de cómo la derecha supo utilizar la legislación electoral que, en un principio, había sido concebida por las elecciones para favorecer a las coaliciones de izquierda, las cuales no se reeditaron en aquellas elecciones, mientras las derechas concurrieron a las mismas coaligados.
Y también exhibe la visión política de Besteiro, cuando advirtió, por ejemplo, sobre las consecuencias que tendría la petición de Responsabilidades sobre la guerra de Marruecos en 1923, una advertencia que se vería frustrada, por desatendida, como fue en este caso concreto, referido de forma destacada por Saborit: «¿Cuántos insensatos creerían exagerados esos pronósticos clarividentes! Por desgracia para España, por las consecuencias políticas que de ahí se derivaron, a lo largo de varios años, los vaticinios de Besteiro tuvieron trágica confirmación».
Aunque en ocasiones, sus palabras acertaron de pleno sin tener esa «trágica confirmación», como las pronunciadas en Oviedo en 1926, glosando la figura de Pablo Iglesias, donde Saborit destacó que Besteiro «siempre creyó que el Estado capitalista moderno se inclinaba hacia una democracia organizada de orientación económica, que terminará por una democracia social total».
Saborit elegirá, dejando su impronta en la elección de los textos, defender su apuesta por el socialismo escandinavo y por el laborismo de Besteiro a través de textos del protagonista, pero, en cambio, no tendrá ninguna objeción en lanzarse, a cara descubierta, contra el comunismo, que «no es odioso: sus procedimientos, sí. Son execrables».
En este libro, Saborit elige no tanto hablar de Besteiro como dar la voz a Besteiro (lo hace de forma íntegra en los capítulos 8, 9 y 10). Por eso, el lector se encontrará con numerosos textos del histórico dirigente socialista ya tratados y recogidos en todo o en parte en algunas obras anteriores de Saborit y de otros autores. Unas veces son discursos o conferencias, y otras veces son artículos publicados en los principales periódicos de la época, como lo eran El Sol y El Imparcial, y también revistas editadas por el PSOE como Democracia, Vida Socialista o Leviatán.14 Pero también incluirá a autores que hablan sobre Besteiro: Rafael Mira, Luis Jiménez de Asúa, Luis Araquistáin, Manuel Albar o José Prat (quién firmó la necrológica de Saborit para el diario El País15).
Nos encontramos pues con unos textos que tienen un valor tan histórico como sentimental y documental, pero también recopilatorio.16 Y también un valor de reconocimiento a la abnegación de quien concibió el ejercicio cotidiano y voluntario como «archivero del socialismo español» como un deber de inexcusable cumplimiento diario.