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AFILIADO A LA CASA DEL PUEBLO

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El 16 de septiembre de 1911, Besteiro dio su primera conferencia en la Casa del Pueblo de Madrid. Era profesor en el Instituto de Toledo y concejal radical en aquella capital. Se preparaba para hacer oposiciones a una cátedra en la Universidad Central, y la prisión que sufrió con motivo de esa conferencia, donde abordó problemas militares relacionados con la guerra de Marruecos, estuvo a punto de echarlo a todo a perder. «España, que ha aprendido en su historia, mediante una dura lección, lo que valen y lo que cuestan las pasiones y las locuras imperialistas, ni las quiere fomentar en su propia vida, ni se presta a servir la, que aún, por desgracia, alimentan otras potencias.» Pensamiento de Besteiro desarrollado en aquella ocasión y en otras posteriores. «El proletariado español —dijo en la Casa del Pueblo en 1911— tiene que oponerse a esta guerra de Marruecos y a todas. Aun la guerra motivada por una invasión extranjera, no podía moverle a empuñar las armas.»

Su tesis doctoral, en 1912, con el título Los juicios sintéticos «a priori» la editó La Lectura.2

En la Casa del Pueblo, su primer cargo fue presidente de la Asociación de Profesiones y Oficios varios. Esa entidad recogía a cuantos, deseando incorporarse al movimiento obrero, no encontraban organización constituida de su profesión. Rafael García Ormaechea también pertenecía a la Varia, y a pesar de causar baja en el Partido Socialista, al ponerse al servicio de Eduardo Dato, no quiso serlo en esa entidad, afiliada a la Unión General de Trabajadores y vivero de socialistas.

Pablo Iglesias, desde 1909, hizo una violenta campaña contra la guerra de Marruecos y contra el régimen que amparaba aquella política. Besteiro secundó esa posición de Iglesias. Para, llevarla hasta sus últimas consecuencias fue el principal organizador de la huelga general de agosto de 1917, cuya primordial finalidad —aparte la solidaridad con los ferroviarios del Norte— era obligar al rey a que entregase el Poder a un Gobierno presidido por Melquiades Álvarez con facultades para convocar Cortes Constituyentes, comprometiéndonos todos —el rey en primer lugar— a acatar la voluntad popular. Besteiro fue al movimiento de agosto sin ambiciones personales, decidido a sacrificarse por el bien del país.

Lo he reproducido más de una vez; pero este pensamiento suyo no debe olvidarle jamás el pueblo español: «Yo —dijo en las Cortes en un discurso defendiendo la huelga general de 1917—, si hubiera pasado el movimiento de agosto sin cumplir como he cumplido, con mi deber, creo que no querría conservar la vida.» Y en 1935, herido en lo más fino de su sensibilidad por comentarios injustos para defender actitudes que no tenían defensa, en el Diario de Madrid el 19 de abril de ese año, dijo: «Hay cierta tendencia a rebajar el valor de lo hecho en 1917.» Lo hecho en 1917 fue publicar un manifiesto con cuatro firmas al pie respondiendo del programa de la huelga general revolucionaria, y mantener ese documento ante el Consejo de Guerra sin atenuar absolutamente ninguna de sus finalidades. ¿Se hizo algo parecido en 1934? No. Ahí radicaba el origen de ciertas críticas.

En 1940, Besteiro se expresó así ante el Tribunal que le condenó a treinta años de reclusión: «Toda la sangre derramada, toda la riqueza destruida, se hubiera ahorrado de haber triunfado la huelga revolucionaria de 1917». Es verdad. Desde esa fecha no hubo paz moral en España ni el rey estuvo un minuto tranquilo en su trono.

En defensa de Julián Besteiro, socialista

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